El PP entra en modo pánico

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El eje de la campaña de Feijóo parecía ser la oposición a la amnistía y ahora leo, con los ojos desorbitados, que el PP no sólo se planteó la amnistía sino que estudia indultar a Puigdemont porque “la reconciliación es necesaria”. ¡Tantas tardes de furia e ira y resulta que lo de la dictadura sanchista que aflige a España por estar aconchabado el PSOE con los separatistas, los golpistas y los terroristas, sólo era una serie de Netflix!

Los estrategas de campaña del PP, siguiendo la escuela de Pablo Iglesias -el otro demonio con cuernos y rabo, junto con el catalán, de la política española- parece que conciben las elecciones como una trama, pero, con una historia de vericuetos tan intrincados que ¿están seguros de que respetan las leyes de la verosimilitud?

Si servidor se empieza a marear, ¿en que estado de anonadamiento catatónico no se encontrarán sus votantes? La campaña del PP parece tener un hilo de inteligibilidad tenue y más giros de guión que Cómo defender a un asesino.

Puede que la clave esté en la inquietante frase con la que Aitor Riveiro acaba la noticia en elDiario.es: “¿Y si algún acontecimiento de ámbito nacional irrumpe en la campaña? Las fuentes del PP concluyen: 'Si hay algo, ya lo gestionaremos”. Huele a nuevo giro. Wait and see...

En fin. En el PP están desconcertados. El diseño de su campaña, hasta el momento, ha sido un error de proporciones cósmicas. Han entrado en modo pánico. La campaña empezó como un paseo triunfal y ahora se ha convertido en el Pasillo del Terror. En El Resplandor, Jack Torrance afirmaba: “Eso no me pasará a mí”. Les está pasando. Pueden quedarse congelados en el laberinto gallego. ¿No se habían leído la encuesta que afirmaba que Galicia era, después de la propia Cataluña, el lugar dónde más gente aprobaba la amnistía?

Una nueva encuesta de 40DB para El País confirma que “el 46,5% de los electores prefiere un gobierno de coalición entre las formaciones de izquierda. Supera claramente al 29% que apuesta por que siga el PP en solitario y el 7,5% que desearía un pacto entre populares y Vox”. Ana Pontón es muy valorada por los propios votantes del PP, y es la primera opción de voto para los más jóvenes. Parece que la líder del BNG encarna el cambio.

Todo depende, a día de hoy, de un puñado de votos. Por eso, se advierte una fuerte tendencia al voto útil en el bloque progresista. Es un factor que puede darle mayor rendimiento al PSdeG. También entre los jubilados. Los electores más afectos al PP son los de mayor edad. Sin embargo, entre ellos, Xosé Ramón Gómez Besteiro tiene mucho recorrido. Ahí es dónde rasca votos al PP y dónde el BNG entra menos. Con la subida del 0´25 de las pensiones que propuso Rajoy habrían perdido al menos el 10% del valor de las pensiones. Es un argumento imbatible.

Pero hay más, el periodista Anxo Luxilde destaca que “desde que está en Madrid, la imagen de Feijóo ha caído en algo más de un punto sobre diez. Este dato es clave”. En efecto, Feijóo no es el que era. Ha perdido unas elecciones clave. Ha perdido su aspecto de moderación: ha resultado ser una hoja en blanco a la que le han escrito unos garabatos Aznar y Ayuso. Como consecuencia, su crédito está diezmado: un año en Madrid y vuelve en campaña hecho un fodechinchos, hablando en castellano ante públicos mayoritariamente gallego-hablantes, abonando su nueva imagen de líder de patrón capitalino, para desesperación de Rueda. ¡Así no hay quien pueda ganar unas elecciones!

Si Feijóo pierde las elecciones –en cierto modo él las ha convocado y es él quién puede perderlas- será una nueva crisis para el PP, después del asesinato político en horas de máxima audiencia de Pablo Casado. La referencia inevitable es el Julio César de Mankiewicz, aunque no se sabe que nadie haya encarnado a Marco Antonio, como lo hizo en la pantalla Marlon Brando. En la derecha española todos han cerrado filas con Bruto, el conspirador. Más bien Bruta.

Porque, insisto, el candidato es malo, no hasta, sino sobre todo, para los electores del PP. Pero el fallo garrafal de verdad lo han cometido los estrategas de Feijóo que han confundido las Plazas del Obradoiro, María Pita y la viguesa Puerta del Sol –Galicia es así: pequeña pero de muchos matices- con la unívoca rotundidad de la Plaza de Colón.