No habían transcurrido ni dos horas desde que Alberto Núñez Feijóo había criticado la ideología en política cuando el secretario general de su partido, Miguel Tellado, subió a la tribuna del Parlamento de Galicia. Lo hizo para defender una extemporánea e ideologizada iniciativa que, bajo la forma de un compromiso con la defensa de la Constitución y el Estatuto, se convirtió en un desaforado ataque de los populares contra el BNG. Tan desaforado que Tellado llegó a relacionar a los nacionalistas gallegos con el Comando Barcelona de ETA.
El PP había avisado con tiempo. Con la excusa de la asamblea de los nacionalistas gallegos en que estos afirmaron no ser independentistas, había anunciado que los forzaría a explicar en la Cámara si “quieren o no la independencia de Galicia”. Finalmente, la proposición no de ley -figura parlamentaria en la que todos los partidos pueden intervenir en su discusión- registrada por la derecha fue distinta. Tan distinta que se limitó a reproducir una de las resoluciones aprobadas dos meses atrás en el debate de política general de la comunidad: manifestar apoyo a la Carta Magna y al Esatuto de ella derivado, y rechazar “cualquier iniciativa que promueva la independencia de Galicia o de cualquier otra comunidad”.
La exposición de motivos realizada por Tellado mostró que en realidad se trataba de una disculpa para arremeter contra el Bloque sin ninguna templanza y con más de una media verdad. La primera, relativa a un relato histórico sobre la historia reciente que tiene más matices de los que utilizó. Su apología de “la España constitucional, la España de las autonomías” como respuesta “a las ansias de libertad y de autogobierno” de la sociedad olvidó la genética de su partido, entonces Alianza Popular, enraizada en los sectores inmovilistas de la dictadura. Su cúpula llegó de hecho dividida al referéndum que, el 6 de diciembre de 1978, aprobó la Constitución todavía vigente. Tampoco fue AP la más entusiasta defensora de la descentralización política y administrativa, aunque finalmente sí subió a la ola autonomista que desembocó en el Estatuto gallego de 1981.
Nada de esto entró en su discurso, descerrajado contra el BNG. A la formación que encabeza Ana Pontón la acusó en falso de “negarse a condenar la violencia como herramienta política” y le afeó -todo revuelto- sus alianzas políticas con la izquierda abertzale o Esquerra Republicana, su participación en actos de apoyo a Cuba o que votase en contra de los presupuestos del Gobierno de Feijóo. Incluyó en el paquete reprobatorio un reciente homenaje a los tres diputados nacionalistas expulsados en la primera legislatura de la autonomía por negarse a acatar la Constitución, a pesar de que numerosos políticos de todas las tendencias han reconocido después lo injusto de aquella decisión. Fue ya en el turno de cierre del debate, cuando los aludidos no pueden responder, que elevó todavía más el tono. “Ana Pontón felicita la Navidad a Otegi en castellano. 'Feliz Navidad, Arnaldo, y dale recuerdos al Comando Barcelona”, afirmó.
Y eso que la réplica del BNG a la diatriba de Tellado había optado por no entrar a la provocación. Su viceportavoz, Olalla Rodil, se valió de socarronería para, en una intervención mordaz, admitir que sí, que el PP había pescado al Bloque: “Sí, señor Tellado, lo pusimos en el nombre. Somos un Bloque, somos nacionalistas y somos gallegas”. “Creo que la comprensión lectora hay que traerla de casa, pero en el BNG no damos a nadie por perdido”, ironizó, antes de exponer algunas aplicaciones prácticas de, sí, su ideología: que las empresas energéticas dejen parte de sus beneficios en Galicia, el control de las infraestructuras o la apuesta por un tren con vía electrificada. “Estos es nacionalismo para dummies”, resumió, y agradeció al PP que lo sitúe en el centro del debate político porque demuestra, a su juicio, que los conservadores están “nerviosos, preocupados y con un poco de miedo” ante el BNG.
El Partido Socialista, un tanto orillado, ratificó por voz del diputado Pablo Arangüena su condición federalista, lamentó que los populares vayan al hemiciclo a “buscar bronca” y que no ejerzan el autogobierno -en 12 años de Feijóo no han obtenido ninguna transferencia de competencias. Y admitió que, a veces, comprende al secesionismo: “No me extraña, señor Tellado, que haya gente que se quiere independizar de usted y de la sección Vox del Partido Popular de Galicia”.