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El PP gallego da un nuevo bandazo en su estrategia electoral y convierte a Ana Pontón en objetivo principal

El candidato del PPdeG a la presidencia de la Xunta, Alfonso Rueda, junto al presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, en la plaza de toros de Pontevedra.

Daniel Salgado

12 de febrero de 2024 22:36 h

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Alfonso Rueda ha cambiado de adversario. En las semanas previas al arranque oficial de la campaña electoral, Pedro Sánchez no se apeaba de su boca. “Mi gran rival en las urnas no es el BNG ni el PSdeG, es Pedro Sánchez, lo tengo clarísimo”, declaraba en enero a El Confidencial. La crisis de los pellets le obligó a lo que no quería, defender su discutida gestión al respecto y hablar de Galicia. El viento cambió, los plásticos dejaron de llegar a las playas y aquello quedó atrás. El candidato popular volvió a la estrategia diseñada por Génova, según la cual las elecciones gallegas serían un plebiscito sobre Sánchez y sus pactos con los independentistas. El debate de la Televisión de Galicia, en el que Rueda distó de brillar y por momentos se vio desbordado ante las críticas de la izquierda, le hizo replanteárselo todo. Ana Pontón, líder del BNG y a quien las encuestas le auguran un fuerte crecimiento, se convirtió desde entonces en el objetivo principal del PP. El volantazo de Feijóo sobre Puigdemont ha reforzado el giro: mejor no hablar ya de la amnistía.

Y cuando el PP gallego llama a rebato, significa que no solo sus cargos y candidatos asumen disciplinadamente los argumentarios. Los medios de comunicación públicos y buena parte de los privados se suman a la labor. Desde aquella jornada, los titulares con supuestas revelaciones sensacionales sobre supuestas intenciones ocultas del BNG pueblan la prensa. “Así sería la 'Galiza ceibe' del BNG: sin Guardia Civil, escuela 100% en gallego y referéndum de secesión”, decía este domingo el digital de Pedro J. Ramírez, El Español. Nada que no figure en el programa de los nacionalistas, que en realidad, en esos tres temas concretos, remite a las competencias disponibles según el Estatuto de 1981, las recomendaciones de organismos internacionales sobre lenguas minorizadas o las tesis políticas de una formación nacionalista.

El caso es que Alfonso Rueda ha abandonado el desdén hacia la oposición con el que comenzó la campaña y que tan mal le funcionó en el debate de la TVG. Tan mal que se ha negado a acudir el programado por RTVE este miércoles y, contra lo que había prometido su partido, nadie representará al PP ese día. Tampoco ha respondido a la invitación de la Cadena Ser para un cara a cara con Pontón, pese a que en reiteradas ocasiones había supeditado un debate a dos a que la izquierda se pusiese de acuerdo en enviar un solo portavoz. No ha concedido ninguna entrevista fuera de su zona de confort mediático. A elDiario.es se la ha negado.

El 45,3% de los votantes del PP aprueba a Pontón

“Combato la izquierda sectaria encabezada por el BNG”, se despachaba el todavía presidente de la Xunta y candidato del PP, “que lleva en su programa la independencia y la imposición del monolingüismo”. La lengua gallega ha sido uno de los caballos de batalla de Alfonso Rueda desde que emergió, junto a Alberto Núñez Feijóo, como figura pública. En febrero de 2009 asistió a la manifestación de Galicia Bilingüe, asociación contraria al gallego cuyas tesis ha adoptado la ultraderecha. Poco después formó parte del gabinete de Feijóo que, por primera vez en la historia de la autonomía, reducía la presencia del gallego en la enseñanza y hacían saltar por los aires el consenso parlamentario sobre la materia construido en la época de Fraga Iribarne. Fue de nuevo Rueda quien, en el debate de la TVG la pasada semana, utilizó la lengua para atacar a Ana Pontón. En los siguientes días, varios medios de comunicación publicaron informaciones con el enfoque de la línea del PP.

Los conservadores buscan ahora la manera de frenar al BNG intentando que se repliegue a su territorio hasta ahora habitual. Han leído tal vez las tripas de los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas, pese a que lo desprecian como “la encuesta de Sánchez”. Su último avance recoge que incluso el 45,3% de quienes en 2020 votaron por el PP aprueba a Ana Pontón. La estrategia de los nacionalistas, basada en un discurso de ambición transversal y con lo social en el centro -sanidad, vivienda, ciencia-, está funcionando, a juzgar por la demoscopia. La mayoría de sondeos sitúan al BNG alrededor del 30% del voto, o más, un resultado que rompería su techo histórico. El PP se ha entregado a la campaña del miedo.

“Un modelo económico lastrado por la ideología. Referéndum de autodeterminación. Imposición lingüística. Radicalidad”, dijo Miguel Tellado, durante años portavoz del PP en el Parlamento gallego y ahora en el español. Paula Prado, secretaria general de los conservadores en la comunidad, alertó de que los nacionalistas “quieren echar a la Guardia Civil y la Policía Nacional”. Lo que propone el Bloque es crear una polícía gallega, una posibilidad incluida en el Estatuto y que en otros tiempos también ha defendido el PP. Rueda lo ha llevado al extremo. “El primer punto de nuestro programa no es la independencia. El primer punto de nuestro programa es para mejorar los servicios públicos”, afirmó. Algunos de ellos, como la sanidad pública, sufren un serio deterioro tras 15 años de políticas neoliberales aplicadas por los sucesivos gobiernos del PP. El primer punto del programa del BNG aboga, en realidad, por “un nuevo marco político, más y mejor autogobierno”.

“Quiero el voto para ayudar a Feijóo”

“Quieren hacer de Galicia una sucursal más de esas franquicias independentistas que se están poniendo con el apoyo del PSOE”, repitió Rueda este fin de semana. Los analistas de la cosa política en Galicia lo que vislumbran, sin embargo, es que es el PP gallego el que ha ido perdiendo autonomía política y retórica y se ha sucursalizado respecto de Génova ya durante los largos años de Feijóo. Eso explica cómo Rueda se ha plegado a las directrices estratégicas que más convenían al PP estatal y los continuos bandazos de la campaña electoral.

Lo corroboró este mismo domingo. En medio del huracán provocado por el brusco cambio de postura de su partido respecto de la amnistía, Puigdemont y el conflicto catalán, el candidato del PP salió al rescate de su antecesor y jefe en un mitin en A Estrada, ayuntamiento en la que el sector agroganadero es potente. No pidió el voto para defender un proyecto propio para Galicia -más bien desdibujado-, ni siquiera esta vez para parar lo que denomina barullo de las izquierdas. “Yo quiero el voto para ayudar a Alberto Núñez Feijóo a que llegue al Gobierno de España cuanto antes, que buena falta hace”, dijo.

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