El PP puede perder Galicia

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Dado que no nos ha funcionado el plan A, ni el plan B, vamos ahora con el C. Titular de El Mundo el miércoles 14: “El PP se lanza a 'quitar a Pontón la careta' en 48 horas decisivas”. ¡Tiempos estos en que un periódico anuncia su estrategia y la del partido que apadrina en la primera plana. Ya ¿para qué ser sutil? El que pueda hacer que haga.

Por otro lado, el sintagma “48 horas decisivas” enuncia el temor a que el PP pierda la Xunta. Y así es. El PP puede perder Galicia. No digo que la vaya a perder. No lo sé. Nadie puede saberlo. Pero todos los indicios apuntan a que es una posibilidad muy real. Hace dos meses nadie hubiera dado un duro por ella. Pero la campaña ha mostrado que existe una pulsión de cambio. Si se juzga la desesperación de los gestos de la derecha se huele el miedo.

La campaña del PP ha sido desastrosa. Nadie puede dudar que, de los tres elementos que configuran una campaña, dos, el candidato y el mensaje, han constituido un error de proporciones monumentales. Que un candidato, Presidente en ejercicio, se haya negado a acudir a todos los debates que se le hayan propuesto, con los más peregrinos argumentos, es insólito. Que no era un buen candidato, era un secreto a voces. Pero la campaña lo ha confirmado sin ambages. Tanto ha batido todos los récords, que el propio PP lo ningunea.

Pero el mensaje del PP tampoco ha calado. Se ha demostrado lo evidente: que Galicia no es Chamberí, ni el Barrio de Salamanca. Para los estrategas del PP Galicia era sólo una herramienta, un decorado, un paisaje de fondo. Galicia era una comparsa de su carnaval. Todo se reducía a que las elecciones causaran el efecto de un aplauso a Feijóo. No ha funcionado. Y el barullo de los indultos, producto del off the record del aludido, tampoco les ha ayudado. El PP es un barullo constante.

La otra versión de la campaña: Galicia funciona, “lo mejor es quedarse como estamos”, es como para echarse a llorar. Indica que son unos lunáticos que viven en otro mundo, lejos del común de los mortales. Ese no es, ni de lejos, el estado de ánimo colectivo.

El tercer elemento, el partido, no ha salido indemne. El PP de Galicia está perdiendo su aura de imbatibilidad. Su credibilidad y legitimidad están en horas bajas. El cuerpo social que representa está adelgazando a ojos vista. Quien no lo vea está ciego.

Todo ello viene a dar a que, en este momento, parece que los números no les dan o a que, al menos, eso es lo que ellos mismos piensan. Les atenaza el pánico. Eso explica que se hayan lanzado a extender el miedo de los modos más groseros. Es su última carta. Su plan C. ¿Funcionará?.

El PP y su marca blanca ourensana están usando todas las triquiñuelas imaginables. La verdad, paso de leer chorradas, pero es de suponer que a estas alturas se habrá demostrado que Ana Pontón es miembro de Hamás y Besteiro a saber lo que habrá hecho en su barrio de Lugo. En todo caso, este es el nivel. Un poco más abajo de la idiotez. Abro cita: “¿No puede el PP defender sus ideas sin recurrir a este tipo de gilipolleces que desprecian la inteligencia? También la de los suyos. ¿Hay un solo gallego que vaya a dejar de votar al BNG por noséqué conexión con Bildu?” (Ignasi Guardans en X, antes Twitter). Lo sano y saludable es pasar de estas tretas y artimañas presuntamente astutas que, en efecto, nos toman a todos por cretinos.

Sea como fuere, la absurda ausencia de Alfonso Rueda en el debate de TVE les ha permitido a Ana Pontón y Xosé Ramón Besteiro exponer sus argumentos y propuestas de una manera limpia. Han dado la sensación de que la alternativa es sólida. La evidente complicidad que han mostrado es una garantía para el elector de que las cosas van a discurrir sin sobresaltos. No es poca cosa. Pontón y Besteiro han hecho una excelente faena, pero Rueda les ha regalado tiempo en televisión, que es oro, y lo que tal vez es más importante, atmósfera. La cita fue líder absoluta de audiencia de su franja de emisión en Galicia, con un 17,4% si se suman las dos cadenas en las que se emitía, La 1 y el Canal 24 horas.

Termino: al ausente Alfonso Rueda le ha venido a ayudar en Vigo Isabel Díaz Ayuso. Precisamente en Vigo. Me explico: IDA es una fan de Milei, ese gobernante que, como ha titulado el Faro de Vigo, ha hecho “un órdago que castiga a la flota gallega” y sus intereses en Argentina. No sé si Alfonso le preguntará por el caso.

Y sucede, además, que Isabel Díaz Ayuso ha defendido dar prioridad a una conexión ferroviaria que trazaría una nueva línea horizontal peninsular: el eje Lisboa-Madrid-Valencia, con preferencia a la conexión Vigo-Porto y al eje atlántico, vital para Galicia. Ya se sabe que la prosperidad, bien entendida, ha de pasar por Madrid, porque Madrid es España y Vigo, vaya usted a saber. No sé si Alfonso le preguntará por el caso.

Seguramente Alfonso Rueda considera que tener como aliada a alguien que te quiere perjudicar es algo muy inteligente, pero uno no lo acaba de ver. También es verdad que en un mitin Alfonso Rueda declaró que los demás tienen “aliados raros” y que el PP sólo acepta “aliados normales”. Menudo barullo como al final tengan que depender de Jácome, ese “aliado normal” de ahorita mismo.