La temeridad de José Manuel Baltar, cazado a 215 kilómetros por hora al volante de un coche oficial de la diputación que presidía, tiene premio. El Partido Popular lo designará este viernes senador autonómico. Imputado y pendiente de juicio por un presunto delito contra la seguridad vial, Baltar abandonó el ente provincial que su padre primero y él más tarde habían controlado desde 1990. Pero lejos de suponer el punto final a su carrera política, alimentado además por años de lento declive electoral, esta se prolongará en el Senado. “Creo que puedo aportar mucho”, declaró el pasado lunes, cuando transcendió que sería, junto a José Manuel Rey Varela, alcalde de Ferrol, una de las dos propuestas del PP para la Cámara Alta.
Aquel domingo de abril en que la Guardia Civil paró a Baltar júnior a la altura de Zamora en la A-52, este conducía en dirección a Madrid. Los hechos, destapados por elDiario.es, eran apenas la punta del iceberg. Más multas por excesos de velocidad y un uso ciertamente peculiar del sobredimensionado parque móvil de la Deputación saltaron a las páginas de los periódicos. Esas evidencias no le supusieron, sin embargo, ningún apercibimiento de su partido. Por lo menos en público. Alfonso Rueda, presidente de la Xunta y del PP gallego tras suceder a Feijóo, aceptaba las escuetas disculpas de Baltar y no le exigía ninguna responsabilidad política. Al fin y al cabo, se trataba del líder del PP ourensano, un depósito de votos de la derecha gallega, quizás su bastión principal.
Baltar júnior encabezaba, de hecho, la organización provincial que le había torcido el pulso a Núñez Feijóo cuando éste acababa, contra todo pronóstico, de ganar las elecciones gallegas por mayoría absoluta en 2009. Fue decretada entonces una especie de paz interna según la cual Baltar y los ourensanos aportaban los votos y la cúpula gallega no se inmiscuía ni en sus nombramientos ni en su estrategia. Ni en sus asuntos. Hasta que las urnas dejaron de responder con la intensidad con que lo habían hecho. En 2019, el PP perdió la mayoría absoluta en la Deputación. Lo solucionó con un pacto con Jácome, populista de derechas al que Feijóo había calificado de “letal”: este se convirtió en alcalde de Ourense a cambio de sostener a Baltar en la institución provincial. El mandato se convirtió en un convulso vodevil, repleto de gruesas acusaciones entre las dos formaciones, rupturas, reconciliaciones y –denunciaba la oposición– parálisis.
Rueda se comprometió, antes del 28M, a que no volvería a haber acuerdo con Jácome. Al igual que su antecesor, lo incumplió. El PP volvió a quedar lejos de la mayoría absoluta y Democracia Ourensana creció. Ni siquiera los audios en los que se jactaba de saber blanquear dinero y que publicó el diario local La Región, próximo a los intereses de Baltar, lo frenaron. Los populares invistieron de nuevo regidor a Jácome y este les devolvió el favor en el pazo provincial. Pero al frente de la Deputación ya no estaría José Manuel Baltar. El 14 de junio anunciaba por sorpresa que no optaría a repetir en el cargo que había heredado en 2012 de su padre “para facilitar un presidente del Partido Popular”. Luis Menor, alcalde de Pereiro de Aguiar y, según el propio PP se esforzó por difundir, persona de confianza de Alfonso Rueda –y por extensión de la dirección gallega–, lo sustituyó.
No toda la suerte estaba echada en las cuitas de la derecha gallega y ourensana. El propio Rueda había avisado ante los medios de comunicación de que Baltar júnior también renunciaría a la presidencia del partido en la provincia. Lo desmintió el propio interesado. “Será una decisión que tomaré teniendo en cuenta todas las opiniones y sobre todo a mis más directos colaboradores en cada ayuntamiento y en cada comarca. Es una función que me apasiona”, aseguró entonces. De momento sigue en el cargo. Este lunes presumía de resultados: “Es una victoria inapelable, somos la fuerza más votada en 88 de 92 ayuntamientos”. El PP ha recuperado un escaño respecto a 2019 y ha obtenido tres de los cuatro en juego. El otro ha ido para el Partido Socialista.
Con esas cifras, y sin que apenas ya nadie haga sangre política de sus maniobras al volante ni de las cuentas pendientes con la Justicia –el juicio fue suspendido por una huelga y su futuro aforamiento como senador no afecta a un suceso previo al nombramiento, según fuentes jurídicas–, Baltar júnior se sentará en la Cámara Alta. Allí el PP ha logrado la mayoría absoluta. “Haré todo por Ourense y por Galicia”, dijo hace dos días. Además de él y Rey Varela, también irá al Senado Carme da Silva, candidata al Congreso del BNG por la provincia de Pontevedra que no salió diputada. En la legislatura recién concluida, Alberto Núñez Feijóo fue senador por designación del Parlamento gallego durante 13 meses. No presentó ninguna iniciativa relativa a Galicia.