La Rapa das Bestas clama contra los parques eólicos que denunció Sorogoyen en los Premios Goya

Alfonso Pato

10 de julio de 2023 13:11 h

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Los Premios Goya del pasado mes de febrero pusieron en el escaparate la fiesta ancestral de la Rapa das Bestas de Sabucedo y las sombras que las amenazan: las de las aspas gigantes de los molinos de viento de los parques eólicos. El director Rodrigo Sorogoyen, que rodó parte de la premiada película As Bestas en esta zona, recogió el premio a la mejor película e hizo un discurso que se viralizó sobre la defensa del monte y los animales en Sabucedo y contra los parques eólicos proyectados en la zona. Este fin de semana, regresó el rito ancestral de la Rapa das Bestas y la aldea de Sabucedo amaneció inundada de pancartas colgadas en las ventanas y balcones de las casas, que recibirán a los cerca de 15.000 visitantes que se esperan en estos días. La gran manada de caballos salvajes atravesó la aldea el sábado al mediodía, entre el lema que reivindicaba su supervivencia en los montes: “Polas nosas bestas e polos nosos montes, non ao espolio eólico”.

Entre el olor a pimentón que cubre el pulpo y el calor de las brasas del omnipresente churrasco, Sabucedo regresa cada año a su rito ancestral. Pero este año, la reivindicación medioambiental y la incertidumbre sobre el futuro del monte planean entre el humo del pulpo y el churrasco. El primer curro de este año abarrotó el recinto de Campo do Medio con 1.500 personas. Con cerca de 200 ejemplares listos para la rapa, los aloitadores esperan pacientes y en silencio a que comience el ritual de la rapa. Casi todos visten la misma indumentaria, algo inusual en esta fiesta: camisetas negras reivindicativas contra los parques eólicos. Frente a las gradas donde el público asiste el curro hay dos palcos, uno para medios de comunicación y otro para autoridades e invitados. Por el primero pasarán más de 170 profesionales acreditados, procedentes de nueve países, entre ellos Egipto, Estados Unidos o Finlandia. Desde el segundo palco, antes de que comience el curro, toma la palabra Paulo Vicente, Presidente de la Asociación Rapa das Bestas y también aloitador.

“Estamos aquí defendiendo unos usos y costumbres tradicionales que no queremos perder. Notareis que todos nosotros llevamos una misma indumentaria. No solemos hacerlo pero tenemos un problema muy grave y nos quieren construir cuatro parques eólicos en estos montes”, clamó Paulo Vicente, con su camiseta negra, ante un curro abarrotado que respondió con un gran abucheo de rechazo a estos parques de aerogenerados impulsados por la Xunta de Galicia. “Todo esto que veis aquí es fruto de gente que trabaja todo el año para que esto perdure y queremos que nuestra forma de trabajar no se pierda. Queremos que nuestras bestas sigan siendo libres y bravas” explicó el Presidente de la asociación Rapa das Bestas, que demandó apoyo para frenar este proyecto.

“Pido a las administraciones que nos acompañen en nuestra lucha porque los necesitamos”, proclamó desde el palco del recinto, también con las pancartas reinvindicativas bien visibles. A pocos metros, en el mismo palco, lo escuchaba con rictus serio el ex conselleiro de Xustiza Xesús Palmou, que a menudo presume de haber promocionado dentro del PP al actual Presidente de la Xunta, Alfonso Rueda.

Después de las palabras de Paulo Vicente, con el curro en silencio para tranquilizar a los animales, comenzó el ritual. Las bestas inundaron la arena y comenzó el turno de los aloitadores. Primero para los niños y los más jóvenes de la aldea que buscaban a los potros y los separaban en una zona en la entrada del curro y después para los aloitadores más experimentados, entre los cuales también había varias mujeres. El público disfrutó con el espectacular cuerpo a cuerpo que se ha transmitido de generación en generación. Dos aloitadores toman la cabeza del caballo y le tapan los ojos y otro más experimentado el rabo hasta que inmovilizan al animal. Después los desparasitan con una pequeña inyección y con una tijera robusta cortan las crines de la cabeza y el rabo a los caballos.

En el primero de los curros, en poco más de una hora se aloitaron alrededor de medio centenar de bestas de las más de 200 que entraron en el recinto. Tras completar un curro por día, desparasitados y saneados, los caballos regresarán al monte y se seguirá perpetuando la tradición. Ahora solo falta saber durante cuanto tiempo podrán permanecer en los montes evitando las sombras de las aspas de aerogeneradores sobre sus crines.