La exposición Galegos en Mauthausen llega a la localidad coruñesa de Fene este jueves. La muestra, basada en el libro del mismo nombre, sirve como homenaje a los ciudadanos gallegos que pasaron por los campos nazis de exterminio, y también para “recuperar la dignidad” de los vecinos de las comarcas de Ferrolterra, Eume y Ortegal que acabaron sufriendo las barbaries de un régimen asesino.
Tanto esta exposición como el libro surgen de una iniciativa puesta en marcha por las asociaciones ferrolanas Memoria Histórica Democrática y Fuco Buxán. Enrique Barrera, historiador y autor de la obra, se pasó dos años contactando con los descendientes de las 21 personas de estas comarcas del norte de Galicia que sufrieron la cárcel en los campos de exterminio. “Fue un trabajo muy laborioso”, recuerda sobre una investigación que comenzó con una lista elaborada por historiadores en las que se relataban los nombres de los 9.000 españoles que pasaron por Mauthausen, Buchenwald o cualquier otro de aquellos tétricos lugares.Cerca de 200 de ellos procedían de Galicia y la mayoría fueron capturados cuando luchaban con el ejército francés en la Segunda Guerra Mundial.
A raíz de sus pesquisas, Enrique Barrera fue descubriendo más casos y descartando otros muchos para quedarse con un listado del que logró información a través de sus parientes, la mayoría de ellos asentados fuera de Galicia tras el exilio sufrido por sus familias después de la Guerra Civil española. “La inmensa mayoría de la gente fue muy abierta, contó todo lo que sabía y se alegró de que hubiéramos recordado a sus antepasados”, dice el historiador, que destaca “la filosofía de vida común” que unía a casi todas estas personas. “Sus familias les habían transmitido una forma de vida positiva y centrada en no odiar nunca a nadie”, asegura.“Impresiona la serenidad (que no resignación) ante la tragedia y como los supervivientes fueron capaces de transmitir un código de valores y de justicia donde estaba excluida la venganza personal”, añade.
Hubo excepciones también. Como la de alguna persona “que no sabía nada de la historia de sus familiares” o dos casos en los que las personas contactadas “seguían negando la realidad”. “Tenían ideas franquistas y continuaban negando lo que le había ocurrido a miembros de su propia familia”, añade.
“La dictadura les negó a los familiares el derecho a llorar sus muertos y ahora en una democracia tienen que escuchar voces que califican de 'venganza' la recuperación de la memoria histórica y la dignificación de sus víctimas”, se queja Enrique Barrera, que dice que “precisamente” lo que hay que hacer con la Historia es “removerla para cerrar las heridas”. “No se puede hablar de reabrir heridas cuando ni tan siquiera se cerraron; para reabrir algo antes hay que cerrarlo de todo y para cerrar estas heridas hay que dar dignidad, homenaje y reconocimiento a esta gente”, denuncia el historiador. “Lo otro es amnesia”, insiste.
Enrique Barrera hace una comparación con el caso de las víctimas de ETA. “Hay asociaciones, son homenajeadas y están presentes; yo lo veo normal y es lo que se debe hacer, pero muchos de los que piden que se recuerde a estos asesinados son los que piden que se olvide las víctimas del franquismo o del nazismo; es una diferencia puramente ideológica que hace gente que suele estar muy relacionada con la dictadura”, reflexiona.
Y el olvido, como dice Barrera, provoca también agravios que llegan de parte de las administraciones. Durante su investigación, descubrió como muchas familias de deportados nunca habían recibido ayuda ninguna por parte del Gobierno alemán, como sí habían recibido otras víctimas. Ningún ayuntamiento les había trasladado la información de la embajada alemana, por lo que muchos de ellos lograron acceder a las indemnizaciones tras sus aportaciones para el libro.