Alfonso Rueda sacó a pasear en el debate de la Televisión de Galicia uno de los fantasmas que, hasta ahora, guardaba en el armario: la tesis ultra de una supuesta imposición del gallego. Lo hizo a pesar de que él mismo ha formado parte de los sucesivos gobiernos del Partido Popular desde hace 15 años. La candidata del BNG, Ana Pontón, había recordado que uno de cada tres alumnos asegura no conocer el gallego mientras “el 100% saben el castellano” y anunció que, de llegar a presidenta, derogará la norma de Feijóo que redujo la lengua propia de Galicia en la enseñanza por primera vez en la historia de la democracia autonómica. Aprobará en su lugar un “decreto por la igualdad lingüística”. Rueda se revolvió y aseguró que los nacionalistas piden “el monolingüismo” en su programa electoral.
El BNG recuerda en su cuaderno de propuestas para las elecciones el 18 de febrero -198 páginas- que la infancia y la juventud “son los hablantes [de gallego] del futuro y es necesario que tengan una formación plurilingüe acorde con las necesidades de un mundo global, pero es fundamental que sean competentes desde la lengua gallega, propia y oficial”. A continuación apunta a las recomendaciones de la Carta Europea de las Lenguas, firmada por España durante el Gobierno de Aznar, y de organismos internacionales sobre lengua minorizadas. A partir de estos documentos, la formación nacionalista promoverá una nueva legislación que “busque activar las competencias lingüísticas plurilingües de niños y niñas” y habilitará “una oferta educativa completamente o principalmente en gallego”. Más adelante defiende “un modelo de inmersión lingüística con el objetivo de una enseñanza totalmente en gallego”. A juicio de Ana Pontón, es la vía para revertir la progresiva caída de gallegohablantes en la escuela: “Miles de niños entran en la escuela hablando gallego y salen hablando castellano”. Para Pontón, solo la “igualdad en el conocimiento” garantiza la existencia de libertad real de elección. El concepto monolingüismo como tal espoleado por Rueda no aparece.
La líder nacionalista, a quienes todas las encuestas ratifican una sólida posición como cabeza de la oposición y el CIS incluso le abre la puerta a la Presidencia, recordó además una fotografía de Alfonso Rueda. La que lo sitúa detrás de la pancarta de la desaparecida asociación Galicia Bilingüe contraria al gallego en una manifestación en Santiago de Compostela en febrero de 2009. “Cada presidente tiene una foto que lo identifica. La de su predecesor era en un barco [en referencia a las imágenes de Feijóo con el narco Marcial Dorado], la suya es de ganchete con los sectores más ultra”, afirmó Pontón, quién preguntó a Rueda si seguía “detrás de la pancarta contra el gallego”. Este se refugió en un incómodo silencio, no respondió a la cuestión concreta e insistió en lo del monolingüismo.
En 2009, la dura y sucia oposición de Núñez Feijóo -con Alfonso Rueda como número dos- al bipartito de PSdeG y BNG incluyó la ruptura unilateral del histórico consenso político sobre la lengua gallega. El Partido Popular no dudó entonces en desmarcarse de acuerdos en los que había participado durante la época de Fraga Iribarne. Asumió la retórica extremista de Galicia Bilingüe, análoga a la que ahora usa Vox y que este lunes resonó en las palabras de Rueda, sobre una presunta imposición del gallego. Nada más ganar las elecciones en marzo de 2009, el primer gobierno de Feijóo, en el que Rueda era ya conselleiro, aprobó un decreto que achicaba los espacios para el gallego en la educación. Sucedía por primera vez desde la restauración democrática en 1978. La comunidad educativa al completo, las principales instituciones culturales y lingüísticas y desde luego la oposición mostraron su radical desacuerdo, pero los populares los desoyeron.
El conflicto fue perdiendo volumen con las sucesivas mayorías absolutas de Feijóo. Al mismo tiempo, los presupuestos para política lingüística caían a mínimos históricos y los informes académicos sobre el uso del gallego resultaban preocupantes para su futuro: desaparecen gallegohablantes. Rueda, presidente desde hace año y medio tras el salto de Feijóo a Madrid, no demuestra excesiva soltura ni corrección en el uso del idioma. Y fue además el único jefe de un Ejecutivo autonómico con lengua cooficial que votó en contra de la posibilidad de su utilización en el Congreso de los Diputados. Se lo afeó en el debate de la TVG el socialista José Ramón Gómez Besteiro, primer parlamentario de la historia en intervenir en gallego en las Cortes. “Cometieron un error histórico”, le espetó, y añadió: “¿Con qué legitimidad se puede presentar a la Presidencia de la Xunta de Galicia cuando votaron en contra de nuestra lengua?”.
Pero Alfonso Rueda ya había dejado claro en su enfrentamiento con Pontón que su estrategia e ideario político es otro y entronca con las tesis ultra. Que no fue un azar al calor del debate lo confirmaron dos hechos posteriores. El primero, que alguno de los tertulianos próximos al PP -tres de cuatro- en la mesa posterior al debate de TVG también se aferraron al tema. Y que este martes figura en el argumentario que los populares han distribuido entre sus cargos: “Jamás habíamos visto a un candidato [por Ana Pontón, del BNG] que se revirase porque le dicen lo que pone en su propio programa electoral: autodeterminación, eliminación de las provincias y monolingüismo en la enseñanza...”.