Una nueva poesía joven se mueve dentro del circuito del slam poetry, un formato que renueva el público a través de la crítica social y una forma de recitar directa y cercana al rap. La base del slam son poemas de autoría propia de tres minutos, un jurado popular que elige al ganador y un clima cálido en bares, con un público ávido de nuevas experiencias. Los 30 mejores slammers españoles se citan en Santiago para coronar al campeón, dentro del evento Luz poética, Festival de poesía nova que se celebra desde el lunes 17 de octubre.
El formato nació en los clubes de jazz de Chicago a mediados de los 80, promovido por el poeta y albañil Marc Smith, que se inspiró en el boxeo para buscar un formato ágil que atrapase al público. Desde allí comenzó a exportarse a todo el mundo.
En Santiago hace ocho años un grupo de activistas culturales decidieron realizar en un bar las primeras reuniones de micro abierto. De aquel embrión y desde la frescura de la oralidad, el slam poetry comenzó a tomar forma en Galicia, como desafío a los recitales tradicionales y a un sistema literario con el cual estos poetas no se sentían identificados. “Es una poesía emparentada claramente con el rap, cargada de crítica social, de feminismo y de intimismo, porque en lo íntimo es donde conectas con lo universal”, proclama Lúa Mosquetera, una de las poetas más conocidas de este circuito, coronada campeona de Galicia en 2021. “Había autoeditado un poemario y me invitaron a un recital. Aquello me parecía un coñazo pero fui por no rechazar la invitación y hasta hoy”, rememora.
“El slam poetry es diferente porque da cabida de forma democrática a nuevas voces, con un sorteo para elegir un jurado entre el público y resulta emocionante”, explica Diego Horschovski, poeta y filósofo que está al frente del evento Luz poética, cuyo nombre tiene como inspiración a la histórica poeta Luz Fandiño. Durante la semana se celebra en varios escenarios de Santiago y tendrá en el Campeonato de España de slam poetry su punto culminante, con la final en el Teatro Principal el sábado 22 de octubre.
Horschovski nació en Buenos Aires, pero vive desde hace años en Santiago, donde fue artífice de los primeros micros abiertos y ha sido testigo en primera línea de la eclosión de este formato a lo largo de la última década. “Ahora mismo es el evento poético que más gente joven convoca en todas partes”, afirma este activista y rostro visible de estas citas, a las que cada vez se van sumando más recitadores que el público ya reconoce, como el reciente campeón gallego Miguel Ponce de León, o el también poeta y agitador de las veladas, Peter Brea.
Brea participará en la final del campeonato de España fuera de concurso, actuando en primer lugar, figura que se denomina “poeta sacrificado”, que rompe el hielo y va preparando el ambiente. “Este formato pretende derribar las estructuras tradicionales. Está emergiendo un tipo de oralidad que está fidelizando un nuevo público y abriendo otras vías”, expone este creador, que basa sus intervenciones en las críticas a los incendios, la devastación de los montes o en los rebrotes del fascismo. “Noto que soy el mayor de todos ellos. Tengo 47 años, soy forestal y mis temas vienen de mi trabajo y de la evolución política del siglo XX”, reflexiona.
Antes de recalar en la noche compostelana como DJ y como agitador cultural, Brea regentó durante 14 años la taberna Lume e Ferro, un local de gran actividad cultural en Carral (A Coruña), su localidad de origen, lo que le permite trazar un interesante paralelismo. “De mediados de los 90 en adelante hubo un primer gran boom de la oralidad en Galicia con los cuentacuentos y monologuistas. Ahora, con la eclosión del slam poetry, estamos ante un segundo gran boom oral”, reflexiona Brea en referencia a muchos artistas como Carlos Blanco, Cándido Pazó, Patricia Vázquez o Quico Cadaval, que fueron rostros visibles de aquel momento, que tuvo su embrión en el pub Atlántico de Compostela.
Los bares en los que nace este “segundo boom de la oralidad” son el Modus Vivendi, el Medusa o el Riquela, todos en la capital gallega, pero comienza a ampliarse el circuito por otros lugares. Y los nombres son los de una nueva generación como Andrea Valle, Nuria Vil, Samuel Merino con Pompa y Boato o los citados Miguel Ponce de León y Lúa Mosquetera. “Todos tienen en común que escriben con la intención de ejecutar e interpretar sus textos en público, pensando más en la parte oral que en la escrita”, describe Diego Horschovski.
Y quizá tengan todos otro elemento compartido: la necesidad de erigirse como una alternativa al sistema poético y literario tradicional, que consideran que trata a los slammers con cierto desdén: “Saben de nosotros pero no vienen a vernos ni creo que les resultemos interesantes”, confiesa Peter Brea sobre unos círculos literarios que le quedan lejanos. “Los slammers somos un desafío al sistema literario establecido y buscamos ocupar el sitio que nos corresponde. Percibo un cierto desdén clasista que yo considero violencia estructural”, denuncia contundente Lúa Mosquetera, que persigue salir con su obra de los circuitos poéticos y llevarla a lugares como los festivales de música o expandirla en plataformas de audio como Spotify. De hecho, un poema suyo, Agitar, ha sido convertido en canción por el contundente dúo musical Bala y va camino de las 300.000 escuchas. “La mayoría hacemos una poesía sin artificios y no por ello menos profunda. No por usar un lenguaje coloquial y directo es peor”, afirma.
El caso de esta joven filóloga de Miño (A Coruña) podría estudiarse como un ejemplo frustrado del paso de la libertad del mundo underground del slam poetry a los parámetros pautados de una editorial tradicional. Mosquetera combina sus actuaciones en directo con poemarios autoeditados, como Ras Ras (2018) o Aunque seas rara y seas pájaro (2020). Con estas obras llegó a superar los 2.000 ejemplares vendidos, una cifra considerable teniendo en cuenta que una primera edición de un poemario rara vez se acerca a los 400 ejemplares en Galicia. Su público fiel paga por ver sus recitales en lugares como la Sala Mardi Gras de A Coruña o el Teatro Principal de Santiago y tiene un gran seguimiento en las redes.
La fuerza de su mensaje feminista o llevar a la poesía temas actuales como el reggaeton, le valieron una oferta de la Editorial Galaxia. Le ofrecieron publicar su nuevo libro Espíderman, una colección de textos intimistas. “Dar el salto del slam a una gran editorial era un sueño cumplido, pero al final no es lo que pensaba. Descubrí que la autoedición es más gratificante aunque sea dura”, confiesa. A pesar de que su libro acaba de comenzar el recorrido de promoción, tiene claro que no volverá a repetir experiencia con una gran editorial. “Estar en el sistema demanda un calendario pautado de presentaciones, pero solo haré dos porque tendría que pagarme yo los desplazamientos y no quiero alimentar la precarización del sector”, afirma.
Mosquetera se siente más cómoda en su hábitat natural de los bares y el aliento cercano del público. “En el slam descubrí un fenómeno curioso. La gente paga por ver lo que hago, pero pocos leen algo de lo que escribo. La gente escucha mis poemas en Spotify como si fuesen música, y me vienen a ver como si fuesen a un concierto”, explica esta poeta a la que un día un profesor de universidad le dijo que no acabaría la carrera porque no sabía redactar y ahora está generando el hábito de pagar por ver poesía. “En el fondo el slam poetry es una vuelta a los orígenes, cuando un poema solo era oral y no existía el papel, solo que ahora varían las formas y los temas”, concluye Lúa Mosquetera, que el próximo miércoles actuará en el Pub Modus Vivendi, en el marco de Luz poética, junto con Diego Horschovski, María Lado o Zeltia Irevire.
Por este festival también pasarán a lo largo de la semana otras voces como Andrea Nunes y Alba María o Laura Lamontagne, antes del Campeonato de España. Entre los 30 slammers candidatos al título estarán la gaditana Marta Dylan, el alicantino Pablowsky o la catalana Olza Olzeta, la primera mujer que se proclamó Campeona de Europa de Poetry Slam en 2020.