En 1992 el Gobierno gallego aprobó entre un notable consenso político el Plan Forestal de Galicia (PFG), un documento aún vigente que trazaba la las principales líneas de planificación del monte gallego para los siguientes 40 años, hasta 2032. La promoción de la industria maderera y la prevención de los incendios forestales eran dos de los aspectos principales de un proyecto sobre el que ahora se vuelven a posar muchas miradas. Su inminente revisión -proceso en marcha desde 2015-, la prórroga a la permanencia de ENCE en la ría de Pontevedra hasta 2073 y también los incendios devuelven el documento a un debate que tiene la expansión del eucalipto por Galicia como uno de sus elementos principales. No en vano, la superficie prevista para esta especie en el PFG ya se ha superado ampliamente y tan solo en lo que va de siglo su extensión se ha disparado un 65%.
Aquel plan se elaboró sobre fuentes como el Mapa Forestal de Galicia de 1986, que reflejaba un monte en el que el pino del país -o “pino bravo”- era la especie más abundante , con 291.985 hectáreas sobre un total de algo menos de 980.000. Mientras, el eucalipto ocupaba entonces unas 36.400 hectáreas en masas puras y otras 185.000 mezclado con otras especies. A partir de un modelo con diversas variables el mapa fijaba también un objetivo de futuro: en 2032 el pino del país rondaría las 334.000 hectáreas, un 14% más, mientras que el eucalipto avanzaría hasta el entorno de las 245.000.
Menos de una década después, a comienzos del siglo XXI, la Xunta repasó el panorama forestal gallego con publicaciones divulgativas como O monte galego en cifras que reflejaban las primeras distorsiones con relación a las previsiones del plan. El pino superaba ya las 383.000 hectáreas y el eucalipto se acercaba a las 175.000. Además, ambas especies compartían otras 160.000 hectáreas mezcladas.
Las masas de eucalipto estaban en aquellos años, no obstante y pese a décadas de subvenciones e impulso de ENCE, aún por debajo de lo previsto en el PFG, pero eso ya no sucede en la actualidad. Los datos más recientes de la Consellería de Medio Rural indican que “en Galicia el eucalipto ocupa unas 288.000 hectáreas en masas puras”, según detalló el departamento autonómico en 2016, lo que supone un crecimiento del mencionado 65% en apenas dos décadas y superar sobradamente la superficie prevista en el plan forestal 15 años antes del horizonte previsto. Además, indicaba la Consellería, el eucalipto se extiende “en mezclas” por 21.500 hectáreas más y supone “más del 22% de la superficie forestal arborada”, mientras que a comienzos del siglo no llegaba al 6%.
El eucalipto que arde
Con este telón de fondo episodios como el incendio de Pedrógão Grande (Portugal), con una estructura forestal y territorial muy semejante a la gallega, han reavivado el debate sobre la pertinencia de limitar la expansión del eucalipto, ya sea parcialmente o con una moratoria total como la que Portugal ya estaba ultimando antes de la reciente tragedia incendiaria. Ante la exigencia de actuaciones desde las bancadas de la oposición gallega y mientras el Gobierno opta por una postura tibia la que decidió subir el tono de la controversia ha sido la dirección de ENCE, que en un comunicado hecho público este lunes puso en el blanco a la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, y descalificó los vínculos que el Bloque y otras fuerzas realizan entre eucaliptos e incendios como valoraciones “indocumentadas, injustificadas y malintencionadas” que “señalan falsos culpables”.
Para sustentar sus duras críticas la dirección de la pastera exige que los líderes políticos se limiten a reproducir la información recogida por el Ministerio de Agricultura en los informes anuales sobre los incendios forestales, que en sus versiones definitivas llegan por el momento solo hasta el año 2013. Esos análisis reflejan que, dentro de la superficie arbolada afectada por los incendios la especie que más arde es también la más abundante, el pino del país. No obstante, también muestran que entre 2000 y 2013 el eucalipto ha sido la segunda especie más afectada por el fuego todos los años excepto dos (2003 y 2008) y que en la gran ola de 2006 los eucaliptales fueron las superficies forestales arboladas que más ardieron.
Así, los balances oficiales reflejan que en ese período ardieron en Galicia unas 71.000 hectáreas de pino y alrededor de 46.000 de eucalipto. Las restantes especies arbóreas afectadas por el fuego suman algo menos de 27.000 hectáreas, según la misma fuente estadística.
Estas cifras se producen en un contexto general en el que en algo menos de la mitad del monte que ha ardido en Galicia nos últimos años -21.000 hectáreas en 2016- corresponde a superficie arbolada y mientras voces expertas sitúan la proliferación del eucalipto como parte de un problema más amplio y complejo. Así, por ejemplo, en una reciente entrevista con este diario al hilo de los incendios de Portugal el profesor de Ingeniería Forestal Juan Picos, uno de los mayores expertos en el sector forestal gallego, explicaba que “nadie va a defender repoblaciones de eucaliptos cerca de las casas o de lugares de importancia medioambiental” o patrimonial, si bien llamaba también a realizar una reflexión más amplia sobre elementos como la despoboación o el cuidado del monte. “No podemos pensar que ahora mismo seríamos capaces de quitarnos de delante las plantaciones de eucalipto y tener otra alternativa que genere el mismo movimiento económico cuando, además, nadie quita que provoque el mismo abandono en el monte”, señalaba.
También con los sucedido en Portugal como telón de fondo otro experto en este ámbito, el ingeniero técnico agrícola Óscar Antón Pérez señalaba para Praza.gal que “el monocultivo” de una especie tan sensible al fuego como el eucalipto “provoca que la propagación” de los incendios “sea mucho más grande y rápida”, si bien pone también el foco en la relación entre ese monocultivo y “la ausencia de cuidados y podas en la superficie rasa” que trae consigo “la acumulación de mucha materia combustible”. “Si no se hace ninguna intervención y la zona se llena de matorral, el eucalipto tiene incidencia porque crea una mayor cantidad de sotobosque; el modo de gestión es lo importante”, agregaba Juan Picos, en un contexto general en el que, al otro lado de las especies concretas, “el aprovechamiento cortoplacista y el impulso del eucalipto sin planificación a futuro y entregada a empresas” es para Pérez también otro de los factores determinantes.