El turismo en Galicia ha entrado en una ruta ascendente que anota en los últimos años sucesivos récords. La cifra más elevada de visitantes que consta en la comunidad es la de 2023. Ese año viajaron a una comunidad que no llega a los 3 millones de habitantes unos 7 millones de personas. Y un eje fundamental de ese atractivo es el Camino de Santiago. La Axencia de Turismo de Galicia, que se vuelca en promocionar las rutas de peregrinación dentro y fuera de los años santos, se marca ahora como objetivos mantener la convivencia entre los caminantes y los vecinos de las localidades por las que pasan las rutas y evitar un crecimiento descontrolado para evitar “morir de éxito”.
El planteamiento lo ha hecho un representante de la Axencia de Turismo, Xosé Manuel Merelles, que era el director de este órgano hasta mediados de enero, cuando se produjo su cese por exigencia legal para poder ir en las listas para las elecciones autonómicas del pasado 18 de febrero. A la espera de la formación del nuevo Gobierno, Merelles ejerce como portavoz y ha participado en la tercera edición de la jornada 'Todo un país de Turismo', que organiza elDiario.es. En el debate sobre la conservación de los bienes y el peso de la cultura en el turismo, ha señalado que el Camino de Santiago y el patrimonio de Galicia constituyen un ejemplo de atracción de visitantes por cuestiones culturales. Este es el segundo motivo de más peso que citan los viajeros.
“El Camino está de moda en el exterior y el empeño es que el legado se transmita como lo hemos recibido nosotros”, expuso Merelles. Ha resaltado que el plan estratégico que va desde 2022 hasta 2027, siguiente año santo, hace una “apuesta por la sostenibilidad y la puesta en valor del entorno y de las personas que viven en el entorno [por donde pasa el Camino] y que la convivencia se mantenga, que sea fuente de riqueza como lo ha sido siempre”. Según los estudios de la Xunta, ha agregado, “más del 90% de la población” en las zonas por las que transcurren las rutas jacobeas está “muy contenta con el fenómeno de las peregrinaciones”, lo que Merelles interpreta como una base para continuar con el crecimiento, aunque con el objetivo de evitar que alcance niveles “que no se puedan controlar”.
En este momento, “uno de los más dulces de la historia” en cuanto a peregrinos -464.000 recibieron el año pasado la compostela, el documento que certifica que han hecho un mínimo de las rutas, y la Xunta calcula que otro 25% peregrina sin pedir ese documento-, Merelles opina que hay que buscar fórmulas para desestacionalizar el turismo. Es decir, encontrar la manera de que lleguen los visitantes a lo largo de todo el año y no solo se concentren en la temporada alta. Recordó que han pasado algo más de 30 años desde aquel Xacobeo del 93 que marcó un punto de inflexión y proyectó el Camino más allá del acontecimiento religioso del año santo. En estas tres décadas se ha convertido en “uno de los escaparates más importantes de España hacia el exterior”, según el portavoz de Turismo de Galicia, y eso genera también una necesidad de cuidado del patrimonio y de sus usos.
Merelles explicó que esa protección de los bienes patrimoniales -todas las ermitas y templos situadas en las nueve rutas terrestres oficiales- se lleva a cabo mediante acuerdos con la Iglesia católica, la titular de esos bienes. En el caso gallego, dijo, se suma la dispersión poblacional y la caída en las vocaciones religiosas, que lleva a que los templos pequeños se queden sin párrocos y estén cerrados. Los acuerdos entre administración e instituciones religiosas llevan a poder abrir algunos de estos edificios y que se puedan visitar.