“Y nosotros, con estos pelos”. Un buen conocedor de la vida interna de la izquierda rupturista gallega en los últimos años ironizaba de este modo, también con cierta amargura, poco después de que Alberto Núñez Feijóo anunciara la convocatoria de las elecciones gallegas para el próximo 5 de abril. Gran parte del espacio político que hace cuatro años concurrió bajo las siglas de En Marea, entonces como partido “instrumental”, negocia contra el reloj una compleja confluencia electoral que en su versión más amplia podría aglutinar a los socios de Unidas Podemos, Anova y a las principales mareas municipalistas. Que finalmente se pueda alcanzar un pacto con tan poco tiempo es, según todas las partes consultadas, muy complicado.
Los plazos fijados en la ley gallega de elecciones juegan en contra. Las fuerzas políticas que deseen concurrir en coalición deben formalizarla, como muy tarde, el 21 de febrero. De este modo, los potenciales socios cuentan con poco más de una semana para hilar unas negociaciones que, en su precedente más parecido, la incorporación de Podemos a las candidaturas de En Marea en 2016, se cerraron con la intervención directa de Pablo Iglesias prácticamente sobre la bocina.
Pero el panorama político poco o nada tiene que ver con el de hace cuatro años. Podemos Galicia acaba de abreviar el calendario de sus primarias -que se iba a extender hasta finales de marzo- y este mismo viernes, día 14, finaliza el plazo de inscripción de unas candidaturas que serán votadas del 21 al 25 de febrero, esto es, cuando ya esté claro si existe o no coalición. Fuentes de la formación liderada por Antón Gómez-Reino admiten conversaciones a varias bandas y afirman tener disposición al pacto más allá del que los une con Esquerda Unida.
Pero, advierten, en esta ocasión tienen claro que la posición de Podemos debe ser preponderante en una eventual alianza. El partido y su plataforma gallega, Galicia en Común, se ven especialmente rearmados políticamente tras la incorporación al Gobierno de España en coalición con el PSOE y consideran que ellos aportarían el principal impulso en las urnas. Y por eso, subrayan las mismas fuentes, su criterio debe ser determinante en la conformación de las candidaturas y, muy especialmente, en la elección de la persona que opte a la Presidencia de la Xunta, que prevén que comparta acto político masivo con Pablo Iglesias el próximo 29 de febrero.
Con este telón de fondo, las fuentes consultadas no descartan que el propio secretario general de Podemos Galicia, Gómez-Reino, inscriba su candidatura a las primarias mientras continúan los contactos con Anova. También con algunas de las principales mareas, como Compostela Aberta o Marea Atlántica. Son precisamente los exalcaldes de Santiago y de A Coruña, Martiño Noriega y Xulio Ferreiro, los designados por Anova y Marea Atlántica, respectivamente, como responsables de la interlocución con otras fuerzas a la búsqueda de potenciales alianzas.
Las opciones de Noriega o Ferreiro
Ambos nombres -especialmente el de Noriega- han sonado con fuerza en las últimas semanas como posibles candidatos a la Xunta por la eventual coalición. En el caso del exregidor compostelano, su condición de miembro de Anova hace, a priori, difícil su aceptación en Podemos como cabeza de cartel. La hipótesis de Ferreiro, dicen fuentes de varias partes de las negociaciones, encajaría con dificultad a causa del enfriamiento que han experimentado las relaciones entre Podemos y la Marea coruñesa. No obstante, sus respectivas formaciones ven sus perfiles más atractivos para la pugna electoral e incluso para la constitución de un eventual gobierno de coalición de izquierdas, en caso de que el PP no logre la mayoría absoluta y no tenga socios posibles por la derecha para retener la Xunta.
De este modo, los candidatos preferidos por Anova y las principales mareas encuentran recelos en Podemos, que esgrime su fuerza electoral. Desde la organización impulsada en su nacimiento por Xosé Manuel Beiras aseguran que prevén “trabajar con generosidad y altura de miras”, pero también advierten de que su intención es “estar presentes” en las urnas. En la Marea Atlántica, en una visión compartida por otras organizaciones municipalistas, apuestan por la “cooperación” para “derrotar a la derecha” en un espacio en el que “el municipalismo tenga un papel activo”. Lo ideal, mantienen, es “una única candidatura que permita el objetivo” de lograr “un gobierno progresista y galleguista”.
A los riesgos de la división electoral se refiere con especial énfasis Podemos, según fuentes de las negociaciones. Una candidatura de Galicia en Común separada de otra de Anova y miembros de las mareas supondría en el mejor de los casos, consideran, que esta segunda candidatura apenas pudiera aspirar a uno o dos escaños por las provincias atlánticas. Y en el peor, calculan, no pasarían el umbral del 5% para obtener representación y facilitarían una nueva mayoría del PP. Para ejemplificar esta segunda hipótesis apuntan a la reciente experiencia de Más País. Mientras, resaltan, la opción unitaria amplificaría las posibilidades de una opción electoral que no obstante, admiten desde todas las partes, partiría con unas expectativas notablemente por debajo de los resultados de En Marea en 2016, segunda fuerza política con 14 escaños.
En este punto, el fantasma de la división se sienta también a la mesa de unas negociaciones marcadas por los ajustados plazos que fija la ley, pero también por las alianzas frustradas en las elecciones generales de 2019, cuando el acuerdo de los socios de Unidas Podemos con Anova no llegó a cuajar. Todo, en un contexto en el que Luís Villares, portavoz de En Marea, admite estar meditando también la participación electoral de la formación y la manera de hacerlo en un contexto en el que el acuerdo con Podemos y EU es un escenario inconcebible tras las agrias relaciones que culminaron, a mediados de 2019, con la ruptura del grupo parlamentario surgido de las elecciones de 2016. Al mismo tiempo, una alianza con el BNG parece prácticamente descartada.