“Si queríamos que Úrsula se llevase una idea clara de lo que es Galicia, éste es el sitio adecuado”. Así resumía un veterano trabajador del PP lo que la presidenta de la Comisión Europea se iba a encontrar sólo unos minutos después, cuando hiciese su entrada en el área recreativa da Magdalena, en el municipio coruñés de O Pino. Allí, entre pulpo, hinchables y estampitas milagreiras, los populares gallegos han celebrado este sábado su tradicional romería. Tres meses después, les ha servido para festejar la victoria en las elecciones autonómicas y, de paso, pedir un resultado igual en las europeas.
“Aparca ahí, en el camino, al lado de ese Porsche”. Aunque la distancia desde la Catedral de Santiago era de apenas 20 kilómetros -Von der Leyen acudió a primera hora a dar el clásico abrazo al Apóstol-, el atasco en el último tramo, ante la afluencia de autobuses y vehículos particulares, recomendaba acercarse con tiempo. El mitin comenzaba a la una de la tarde y a esa hora el campo de la fiesta estaba ya abarrotado.
Antes de que lo cambiasen por la sintonía que acompaña al PP en estos comicios -“En Europa tu voto es la respuesta, por España tu voto es la respuesta”-, el reggaeton sonaba con fuerza desde un escenario aún vacío, perpendicular a la tarima donde intervendrían los líderes. Sí, el escenario estaba vacío, los músicos actuarían por la tarde, pero el palco -esa estructura permanente pensada para dar cobijo a los artistas en las verbenas, antes de que las orquestas compitiesen en montaje con Taylor Swift- estaba ya lleno, sobre todo de mayores, que habían encontrado un sitio donde acomodarse, mientras esperaban al inicio del evento.
Con la carpa para la comida aún cerrada y los hinchables para los pequeños al otro extremo del campo, en la zona prevista para el mitin la gente discurría entre el puesto de churros, ubicado oportunamente a la sombra de los carballos, y la ermita de A Magdalena, la que da nombre al lugar.
Dentro, acodada en el altar, una mujer entregaba a quien se lo pedía estampitas de la santa, que luego frotaban en las dos figuras religiosas ubicadas en el lateral del templo. Esta práctica y la decisión de ubicar los retretes móviles -de un poco discreto color rosa- pegados al muro de la ermita, convertían la zona en la más concurrida pasado el mediodía.
El campanario -“de gusto barroco-rural tradicional”, dicen las guías- se restauró en 2005, como se lee en la placa de la entrada, “siendo alcalde Manuel Taboada”. Casi dos décadas después, Taboada sigue ostentando el bastón de mando en O Pino. Fue él quien recibió a los grandes protagonistas. Subió el primero al atril cuando la comitiva de autoridades consiguió alcanzar su objetivo tras besar niños, recibir abrazos de las abuelas y saludar a todos los militantes que la organización trataba de apartar del camino.
Traduce: “Pulpo, gaiteiros y mucha diversión”
“Welcome to Coruña, Ursula!”. El presidente provincial del PP, Diego Calvo, fue el primero en lanzarse con el inglés para dar la bienvenida a la invitada de honor. También fue el único que se refirió a Begoña Gómez. “No queremos un presidente que duda si merece la pena ser presidente del Gobierno, aunque después se demostró que lo que quería era preparar la defensa de su mujer”. Su dardo no recibió ningún aplauso. En su turno, Feijóo se limitaría a hablar de la “degeneración” de La Moncloa.
Espoleado por Calvo, el presidente de la Xunta sí se soltó el pelo con el idioma. Rueda -mucho más cómodo en estos actos desde su rotunda victoria electoral- intervino antes de lo previsto para dar tiempo a la candidata al Europarlamento, Dolors Montserrat, que estaba desaparecida. Consciente de su papel de anfitrión, incluso de homenajeado -los gritos de “presidente, presidente” sonaron para él más rápidos y espontáneos que para Feijóo-, no dudó en agasajar a su huésped dirigiéndose a ella en un idioma común. O, al menos, intentándolo. Con su inglés macarrónico, le agradeció su visita y le explicó a dónde la habían llevado. “A typical galician festival. We call it 'romería'. We are going to eat octopus, listening to the pipers and enjoying very much”. Feijóo, con los brazos cruzados, miraba a su sucesor con cara de “yo esto no pienso hacerlo”.
Después fue el turno de Montserrat -que por fin llegó, mientras intervenía Rueda- y luego el del propio Feijóo. Aunque no faltaron los guiños, aplaudidos, al sector primario, el popular se centró en la “estafa” de la Ley de Amnistía, “el mayor ataque al estado de derecho en 46 años de democracia” para el que reclamaba “la red de seguridad de Europa”. Von der Leyen se limitó a realizar una defensa genérica de los valores de la Unión y a prometer “actuar” si estos peligran. Vista la sintonía que ambos muestran en Bruselas, no parecía dispuesta a cargar más las tintas contra Pedro Sánchez.
De pie y con hambre
La ubicación del estrado en el centro de la carballeira demostró la inteligencia de quienes buscaron acomodo en el palco. El resto del público, algo inédito, tuvo que seguir en pie los sesenta minutos de intervenciones. Cuando le tocó el turno a Feijóo ya se notaba un cierto cansancio y quizá también hambre, que los jubilados, mayoritarios entre los asistentes, comen temprano y eran casi las dos.
Ese desapego se hizo más evidente con Von der Leyen y su voluntarista traducción simultánea. Y eso que los resistentes aplaudían cada frase incluso antes de que les aclarasen el contenido. Una de dos: o todos manejaban con soltura la lengua de Shakespeare, o simplemente se dejaban llevar por el tono.
Quizá por eso jalearon así la novedad que el servicio de prensa tuvo luego que aclarar a los periodistas: que Von der Leyen se comprometió, si repetía en el cargo, a nombrar un comisario de pesca “a tiempo completo”, y no compartido con medio ambiente como hasta ahora. El gran anuncio de la presidenta se quedó así Lost in traslation.
“¡Muchas gracias, viva Galicia y viva Europa!”. Con esas palabras de Von der Leyen se echó el cierre al mitin y la marea de gente pudo al fin dirigirse hacia la carpa. Allí aguardaban las mesas para los más de 4.000 comensales, repartidos por agrupaciones locales. El menú, a 30 euros por cabeza, incluía empanada, pulpo y carne ao caldeiro, además de tarta de Santiago.
La jornada de Feijóo y Von der Leyen -que empezó con visita a la Catedral y reunión de trabajo en el Hostal dos Reis Católicos- tenía previsto su final en Chamartín. Por algo, el alcalde Taboada, repasando tantas victorias electorales, no quiso olvidarse de desearle otra al Real Madrid en la final de la Champions ante el Borussia.
El presidente del PP y la presidenta de la Comisión verían juntos el choque en el Santiago Bernabéu, pero sólo uno de ellos se llevaría la victoria para casa. El nueve de junio, en la Champions de la política, podrían ganar los dos. O ninguno.