Xabier Díaz, músico: “Es mucho más exportable Rodrigo Cuevas que cualquier sucedáneo de un grupo pop de Manchester”

Alfonso Pato

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En el instituto escuchaba a Pink Floyd, hasta que su abuelo le regaló una gaita y la música tradicional se cruzó en su camino. Desde entonces, Xabier Díaz (A Coruña, 1969), no ha parado de evolucionar hasta convertirse en un referente de la música gallega. Díaz ha renovado la música tradicional, desde un trabajo exhaustivo que parte de sus propios archivos de recogidas de canciones, en los que atesora “unas 500 o 600 horas de vídeo y audio y centenares de informantes”.

Ha realizado una impagable labor como folklorista y recolector de canciones, como divulgador o en la parte didáctica a través de sus tutoriales de pandereta en youtube, seguidos por miles de personas en todo el mundo. Por el medio, ha dejado su impronta en proyectos claves en la historia reciente de la música gallega, como los históricos Berrogüetto.

Díaz ha acercado la música tradicional a la contemporaneidad, penetrando con su propuesta en salas hasta entonces consagradas solo al pop y el rock. Este fin de semana publica su séptimo disco, Axudáme a sentir, cuya gira comienza el 9 de marzo en el Auditorio Mar de Vigo. El clip de su primer single, Rumboia Viva, está realizado con vídeos de archivo de sus recogidas por las aldeas de Galicia.

Díaz conversa pausado, a veces con silencios reflexivos, pero siempre deja opiniones interesantes y críticas. Desde el “tergiversado” ensalzamiento de los gaiteiros frente a las pandereteiras “silenciadas”, hasta la permanencia de la folkorización implantada por el fraguismo, pasando por la irrupción de la tradición, el tradi como él lo llama, en los festivales indies.

Axudáme a sentir (Ayúdame a sentir) es su séptimo disco en solitario. ¿Qué pasos nuevos ha dado con respecto a trabajos anteriores?

Hemos introducido varios instrumentos que hasta ahora no había explorado, como guitarra eléctrica o bajos. Las letras también han evolucionado desde una parte más apegada al discurso del cancionero tradicional hasta una mayor presencia de letras de autoría propia.

¿Eso quiere decir que ha abandonado el trabajo de indagación en sus propios archivos de recogida de canciones?

Se ha diluido en parte mi literalidad de relación con los archivos. Es un paso natural y lógico hacia una autoría propia. De cualquier forma he recogido cientos de canciones durante años y ese sustrato es una parte indivisible de mí. Viaja siempre conmigo y forma parte de mi personalidad musical, de mi gen.

Cita como referente a su abuela Obdulia, se rodea de las Adufeiras de Salitre, descubre voces magníficas como la asturiana Marta Elola o rescata a la histórica Teresa dos Cucos. ¿Qué lectura de esto debe hacer alguien que se acerque a su música?

Es mi modesta contribución para ensalzar y visibilizar a las voces de mujeres y las pandereteiras. Hasta el boom del folk gallego de los 90, todo estaba relacionado con el gaiteiro como elemento icónico. La gaita se nos presentó como el elemento vertebrador durante siglos, pero artistas como Mercedes Peón o Leilía cambiaron el paradigma resituando a las cantareiras y las pandereteiras. Grabar un tema con la voz prodigiosa de Marta Elola o invitar a cantar a una mujer que forma parte del tesoro patrimonial como Teresa dos Cucos, da Costa da Morte, forma parte de esta idea.

¿Quiere decir que se ensalzó demasiado a los gaiteiros y se eclipsó a las pandereteiras?

Sí, claro. Las mujeres fueron un referente contínuo pero fueron silenciadas y algunas incluso voces recientes, no lejanas en el tiempo. Las élites culturales no reconocieron como deberían toda esta sabiduría popular. Hay toda una Galicia ahí metida que igual no asimilamos ni comprendemos. Mucha gente sigue sin ecualizar con el país. Soy gaiteiro de origen, pero el verdadero instrumento nacional de Galicia es la pandereta, no la gaita. Había un discurso falaz, una pirámide con la gaita en lo más alto pero eso estaba tergiversado.

¿Qué cree que se debería hacer para reparar la memoria de estas mujeres?

Creo que debería dedicársele un día das Letras Galegas y legitimar este legado. El corpus del cancionero popular de Galicia viajó en la memoria de estas mujeres, casi siempre anónimas. Hubo un día das Letras dedicado a los trovadores de la lengua galego-portuguesa, así que creo que también lo merecen. Obra poética como la de Ramón Cabanillas o Rosalía de Castro está tremendamente influenciada también por este cancionero popular.

Pero artistas de éxito como las Tanxugueiras sí las han reivindicado..

Ellas sí que han hecho un reconocimiento muy explícito a estas mujeres en su discurso, eso es indiscutible. Pero no así por parte de la sociedad en general en homenajes o premios de entidades culturales o instituciones.

¿Qué ha pensado, por cierto, cuando ha visto a unas pandereteiras como Tanxugueiras meter a 9.000 personas en un concierto histórico? ¿Siente que les ha allanado el camino?

He sentido mucha felicidad y mucha alegría. He tenido una sensación de percibirlo casi físicamente. Porque ellas, a mi y a más gente me explicitaron su gratitud por un trabajo previo y no lo escondieron. Tengo la sensación que tienen los viejos puentes soportando el paso del tiempo. Es el triunfo de la tribu, de la herencia.

Parece que hay una presencia cada vez más habitual de propuestas que vienen del tradi en los carteles de festivales indies, ¿lo percibe así?

Me alegro que grupos como las propias Tanxugueiras o propuestas como Baiuca o Rodrigo Cuevas provoquen una ruptura de barreras que no se había dado. La repetición de determinados nombres en el ámbito indie causa fatiga en las audiencias y estas propuestas desde lo tradicional son aire fresco que oxigenan estos festivales. Lo tradi es ahora cool, está de moda y a la sociedad le suscita interés. Sea en los carteles de los festivales, en las radios, las televisiones o las disqueras.

¿Considera entonces que el pop español actual está mirando mucho más hacia las músicas tradicionales?

Es indiscutible que está habiendo un acercamiento del pop a las músicas de raíz, aunque creo que tardíamente. Hace años anticipé en alguna entrevista que esto tendría que suceder. La música popular brasileña o mexicana, por ejemplo, miró más desde hace años hacia un entorno próximo y mucho más identitario. Es un proceso natural que celebro mucho. En Argentina, por ejemplo, Charly García, Fito Páez o Spinetta podían beber de los Beatles, pero también de Jorge Cafrune.

¿Por qué cree que ese es el proceso natural?

Porque el mundo se estandariza y la singularidad acaba siendo una plusvalía. O tienes una singularidad o en la música, te diluyes. El pop y el indie español tienen una capacidad de exportación limitada. Solo hay una vía de escape que es Latinoamérica, justo donde el pop más ha bebido de las músicas de raíz. Es mucho más exportable Rodrigo Cuevas que cualquier tipo de propuesta que sea un sucedáneo de un grupo pop de Manchester. Creo que, en lo musical, es necesario meter cada vez más las manos en la tierra.

En Axudáme a sentir también introduce canciones en castellano de Asturias o de León, ¿ha ampliado su objetivo desde Galicia a todo el Noroeste Peninsular?

El folklore de Asturias o de León está muy conectado al de Galicia. A mi me resulta gratificante encontrarme con el público y con los músicos de esos territorios. Muchas veces encuentro más empatía y más simpatía en esos territorios que en la propia lusofonía, que es en lo que hemos insistido históricamente en conectarnos desde Galicia.

Ese folklore y sus cancioneros están plagados de canciones marcadas por el machismo, la violencia sexual o la homofobia, ¿Siente una responsabilidad a la hora de seleccionar esas letras?

Las temáticas homófobas y machistas están muy presentes en las canciones populares. Pero cantar eso rodeado de diez mujeres como las Adufeiras sería anacrónico. Muchas de esas coplas de hace cien o doscientos años, mostraban una realidad social pero como discurso hoy, ni tendrían sentido ni quiero validarlo. Que conste que en el pasado, cuando comenzaba, lo hice con algún grupo con el que nos dedicábamos a reproducir sin más, sin filtro, muchas de esas coplas. Me arrepiento porque sin duda era un camino equivocado. Es mi responsabilidad seleccionar y dotarlas de contemporaneidad.

¿Queda todavía mucho del contexto desvirtuado de folklorización que se daba en el franquismo o, incluso en Galicia, durante el fraguismo?

Probablemente haya una parte de la escena gallega que se sienta todavía en sintonía con esa folkorización que promulgó el fraguismo y el posfraguismo. Pero, desde luego, hay otra parte que huye de esa folklorización. Una parte más joven, más mainstream, más diversa y más moderna. Y a los políticos les gusta abrazar la popularidad y las tendencias, frente a, por ejemplo, la música instrumental, sumida en el abandono.

Cada década que pasa, los archivos que recogió durante años por las aldeas con Mercedes Peón o Xisco Feijóo, cobran más valor…

Si, pero pasan las décadas y no hubo ninguna voluntad política por parte de la administración de aglutinar estos archivos y tomarlo en serio. Llevo 25 años escuchando que se va a hacer un archivo. Mercedes Peón, Xisco o yo éramos folkloristas, no científicos o musicólogos al nivel de Dorothée Schubart. No teníamos método, a veces ni etiquetamos los nombres en los casettes y nos movía la pasión. Unas recogidas de otros folkloristas están el Museo do Pobo, otras en el Arquivo Sonoro de Galicia y muchas más desperdigadas.

¿Pero usted cedería sus archivos?

Primero, lo que hay que tener es una responsabilidad de salvaguardar ese patrimonio inmaterial, nuestro patrimonio. Y si existe esa voluntad real, conversar sobre ello. A veces, hasta parece que se nos criminaliza porque tenemos en casa unos archivos que hemos logrado trabajando durante décadas. Hasta hace veinte años había muchas informantes vivas y no hubo interés en valorarlas y guardar este patrimonio inmaterial que se fue extinguiendo. De igual forma que salvas el patrimonio arquitectónico desde la administración, tienes que tener la misma conciencia para el patrimonio del cancionero popular.