Los bares podrán abrir en Galicia hasta las once de la noche. Y los restaurantes hasta la una de la madrugada. Esta es, junto a la supresión del toque de queda, la principal medida anunciada este jueves por Feijóo tras la reunión del comité de médicos que lo asesora y que analizó el escenario en la comunidad posterior al 9 de mayo. Ese día decae el estado de alarma, aprobado en el Congreso el pasado octubre. “Vamos a afrontar el mismo riesgo que hasta ahora pero con peores instrumentos para gestionarlo”, se quejó el presidente de la Xunta, quien, no obstante sus críticas, aprovechó la circunstancia para suavizar las medidas vigentes para luchar contra la epidemia de coronavirus.
A pesar de alargar el horario de la hostelería, en el interior de los establecimientos no podrán juntarse más de cuatro clientes, ni de seis en el exterior, y deberá haber medidores de CO2. El Gobierno gallego también ha decidido eliminar el cierre perimetral de la comunidad y el toque de queda, ahora implantado a las 11 de la noche. Este, al igual que la limitación de movilidad más allá del término municipal, solo continuará activo en aquellos ayuntamientos en nivel extremo de incidencia del virus, cinco en la actualidad: Vilanova de Arousa y Cambados (Pontevedra), Cualedro y Laza (Ourense) y Padrón A Coruña). Las reuniones entre no convivientes en domicilios particulares o en la calle quedan prohibidas entre la una de la madrugada y las seis de la mañana. Pero la Xunta deberá solicitar autorización al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia para mantener estas medidas, que afectan a derechos fundamentales.
La nueva situación, que comenzará en la noche del sábado 8 al 9 de mayod -Feijóo aseguró que buscan la vía para que bares y restaurantes ya apliquen los nuevos horarios el sábado-, también implica cambios en las residencias de mayores. Los usuarios de todas aquellas que se encuentren en pueblos o ciudades fuera de los niveles máximo y alto de incidencia de COVID podrán salir a pasar por los menos cinco días con sus familiares.
Sin “legislación específica” pese a la reforma de la ley de salud
El presidente de la Xunta fue extremadamente crítico con el Ejecutivo central y su decisión de no prorrogar el estado de alarma. Aunque en su día también lo fue con su declaración -lo tildó de demoledor-, ahora entiende que el Ministerio de Sanidad no ofrece alternativa jurídica a las comunidades para lo que denomina “gestionar la pandemia”. “Nos retrotrae al principio de todo, como si no hubiésemos aprendido nada”, añadió. Todavía este miércoles aseguraba que los letrados de la administración autonómica estudian “qué se puede hacer sin estado de alarma y sin legislación específica en aquellos ayuntamientos de riesgo extremo”. Ayer no mencionó su tan publicitada reforma de la ley gallega de salud, de la cual el Tribunal Constitucional ha suspendido un precepto pero el resto sigue vigente. Hoy sí lo hizo, para sostener primero que el Gobierno la había paralizado y después admitir que no en su totalidad.
La epidemia de coronavirus en Galicia se mantiene en lo que las autoridades llaman estabilidad. Feijóo habló de “una nueva fase, mejor que hace meses”, aunque advirtió contra “un optimismo desaforado”, al que contrapuso “una fundada esperanza”. La líder de la oposición parlamentaria, la nacionalista Ana Pontón, solicitó que la Xunta pida a los jueces el cierre de la comunidad respecto a territorios en los que haya más contagios que en el gallego. Y que los bares también puedan cerrar la una de la madrugada, como los restaurantes. En Galicia hay 3.072 casos activos, 149 pacientes ingresados en planta y 48 en unidades de cuidados intensivos. Debido a la enfermedad han muerto 2.392 personas.