A pesar de la voz de alarma lanzada ahora hace una semana, no hay respuesta sobre la protección del importante yacimiento romano y medieval de Estabañón, en Viveiro. MariñaPatrimonio, Sementeira y Adega reclamaron una intervención urgente de Costas y de la Dirección General de Patrimonio de la Xunta para evitar que los temporales que aún quedan este año y las mareas vivas no estropeen e incluso hagan desaparecer por completo un lugar casi único. Una villa y factoría romana, en la playa de Area, a la que las grandes ondas de 2014 ya destruyeron varias estructuras y provocaron la pérdida de abundante e importante material arqueológico.
“No tenemos ninguna respuesta y lo peor es que tampoco la esperamos”, asegura Manuel Miranda, portavoz de MariñaPatrimonio, que recuerda que ni Costas –“que es quien legalmente se tendría que preocupar de su protección”– ni Patrimonio hacen nada para evitar la destrucción de este yacimiento. Y nada de lo que antes hicieron fue muy beneficioso.
Costas retiró hace un año los árboles que, ubicados delante de parte de este yacimiento, suponían una barrera natural de protección en Estabañón. También hubo el intento de construcción de un paseo marítimo sobre la zona y una evidente falta de protección de las catas arqueológicas que la propia Costas abrió en 2007 tras prometer 3,2 millones para recuperar este lugar. Pero nada se ha hecho. O sí.
La única medida de protección fue una “ridícula” capa de geotextil, una especie de lona que junto a una capa de arena de 30 centímetros fue la única barrera con la que se intentó frenar los temporales que pasaron por encima de ellas. En la primera alerta naranja, el daño fue enorme. Las fotografías que aportan las tres entidades muestran cómo el yacimiento quedó arrasado y el riesgo sobre la pila de salar que aún resiste es evidente. “Tan solo queda una de todas las que había”, denuncia Miranda. Y nada quedará de esta peculiar conservera romana si no se arregla el problema.
Para MariñaPatrimonio, hay soluciones de urgencia que se podrían tomar ya, al menos para evitar que las próximas mareas vivas –“en marzo son las más grandes”– o los próximos temporales acaben con todo. “Lo primero que haría es coger varios sacos de arena y colocarlos allí para evitar mayores problemas”, dice Miranda. Para más adelante, y siguiendo técnicas efectivas empleadas con éxito en otros lugares semejantes de Europa, la opción sería cubrir el perímetro con estacas de barrera con el objetivo de formar una protección “seminatural”. Una duna, como en la que se asienta, que ayude a resguardar el patrimonio de las grandes ondas.
No obstante, nada se sabe. Y los mariñaos no se fían. Después de emerger de la arena en 1951, el yacimiento ya estuvo a punto de ser destruido por Costas hace case veinte años. Era la época de los paseos marítimos y las construcciones incluso dañaron el lugar con una pala excavadora. Patrimonio paralizó los trabajos y diez años después, la propia Costas encargó las catas arqueológicas con las que se descubrió que lo que allí había era una villa y factoría romana de salazón que había servido después de base a otra villa habitada desde, aproximadamente, el siglo VI.
El paso de los siglos cubrió de arena la duna de Estabañón, hasta que en 1951 el mar, que ya estaba algo más cerca que cientos de años atrás, descubrió todo lo que había allí debajo. Más de medio siglo después, la factoría de conservas romana y las pilas que allí se hallaron han sido destrozadas por el mar y los restos arqueológicos que aún quedan corren grave riesgo. Los árboles que de manera natural las protegían tampoco están y la lona que se colocó encima es inútil. “Es cuestión de voluntad. Si no se hace nada es porque no hay interés”, concluye Miranda, que advierte que este no es el único caso de yacimientos abandonados ante el descuido de las administraciones.