El paso del tiempo, las nuevas modas y la importación de costumbres de otros lugares del mundo hacen peligrar gravemente los negocios de toda la vida en Madrid. Cada vez son más los establecimientos centenarios que tienen que echar el cierre porque no encuentran a nadie que quiera continuar regentándolos. Lo mismo ocurre con las tradiciones y las historias de la capital, si nadie se interesa por mantenerlas y contarlas corren el riesgo de desaparecer. Esta fue la motivación principal de Álvaro Martínez (@pasea_madrid) para abrirse un perfil en redes sociales y comenzar a divulgar sobre la ciudad que le vio nacer.
A su vuelta a la ciudad del Manzanares después de cuatro años viviendo en Londres se dio cuenta de que sabía más del Big Ben que del reloj de Sol. Se lanzó a patear las calles de la capital, a investigar sus orígenes y a descubrir lo que había detrás de cada lugar emblemático. El resto, es historia. Después de más de una década como productor audiovisual dio un giro radical a su profesión y se lanzó a hacer lo que le apasiona: contar cosas.
Se define como un “casi gato”, aunque sus abuelos se conocieron en Cibeles, y en sus redes sociales muestra su lado más castizo. San Isidro le apasiona y la casquería es su perdición. Sin subirse al carro de las modas ha conseguido alcanzar los 252.000 seguidores en Instagram y casi 110.000 en TikTok. Con un tono muy característico y más chulo que un ocho, Álvaro Martínez comparte con Hoy Se Sale sus historias favoritas de Madrid.
HOY SE SALE: ¿De Madrid de siempre o madrileño adoptivo?
PASEA MADRID: Soy de padre madrileño y madre de Albacete, pero he nacido y me he criado aquí. Un casi gato.
¿Cómo comenzaste a crear contenido y cómo llegó a ser tu ocupación principal, si es que lo es?
Antes de lanzarme a crear, me lancé a descubrir la ciudad. Trabajaba como productor de cine y videojuegos, llegó la crisis y me tocó emigrar durante cuatro años. Cuando volví de Londres me di cuenta de que sabía más del Big Ben que del reloj de Sol. Ahí empecé a patear la ciudad por mi cuenta y a descubrir pequeñas cosas que son fascinantes, porque creo que aunque Madrid no es una gran ciudad monumental, es una ciudad muy paseable.
No tenemos grandes iconos, grandes landmarks que dicen los ingleses, no tenemos un Big Ben o una Sagrada Familia, pero perderse por el Barrio de las Letras y descubrir cada día una calle nueva con una curiosidad de diferentes épocas es impresionante.
Con el tiempo te das cuenta de que la gente desconoce por completo la historia de la ciudad. Una vez hice una encuesta y la mayoría de la gente pensaba que Madrid la fundaron los romanos. Ahora que me dedico por completo a esto me he dado cuenta de que hay muchísimo desconocimiento.
¿Has conseguido vivir de esto? ¿Qué es lo más difícil en el proceso?
Sí, he conseguido vivir de ello. Es un proceso muy difícil. Tienes que salir a grabar haga frío o calor, tener contenido en la recámara, ser muy curioso, estar siempre investigando… la mayoría de la gente que me sigue son madrileños, no puedo hablar de la Plaza Mayor y ya, tengo que buscar más allá.
Por suerte, a partir de cierto número de seguidores se me han abierto puertas impensables. He grabado Cuelgamuros y el Palacio Real a puerta cerrada. Hace unos años tuve el privilegio de presenciar el cambio de cuerdas de los Stradivarius del Palacio Real, solo estaba yo. Cuanto más avanzas y más gente conoces más oportunidades tienes, eso es muy guay.
“He grabado Cuelgamuros y el Palacio Real a puerta cerrada”
Lanzarse no es fácil porque no sabes si va a funcionar o no, como otras compañeras también he sufrido de ansiedad, pero es gratificante ver que tu trabajo no depende solo de que una empresa te pague un sueldo, sino que es de tu propio sudor. Por ejemplo, hay padres que ponen mis vídeos a sus hijos para explicarles qué es el Dos de Mayo. Ver que da sus frutos es muy gratificante, aunque en un primer momento da un poco de vértigo.
¿Te interesaba ya antes descubrir sitios nuevos y recomendarlos, eras el típico amigo que arrastraba al resto del grupo a bares poco conocidos o tiendas recién abiertas?
Desde muy pequeño a nivel gastronómico siempre me ha gustado la cocina y probar sabores nuevos. También me ha encantado siempre descubrir sitios nuevos, de hecho no suelo bajar tipo turista, antes de la pandemia di la vuelta al mundo en tres meses con una mochila quedándome en casas locales. Ahí ya grabé todo el proceso, en realidad llevo haciendo esto desde que tenía 20 años.
¿Cómo es el trabajo de buscar nuevas joyas a recomendar? ¿En un primer momento era más una labor de buceo y ahora te llegan más propuestas de seguidores y de los propios establecimientos?
Al principio era yo quién buscaba sitios por Madrid. Volví de Londres justo antes de San Isidro y yo lo que quería era encontrar los sitios tradicionales, el bar de barrio con barra de latón, el licor de madroño, los sitios de casquería, los tugurios… lo que al principio fue una búsqueda activa, hoy en día, que por ejemplo me siguen muchos historiadores del arte, se te abren puertas y descubres historias.
Voy a empezar a investigar mucho sobre el Centro Canalejas, de repente te metes y vas descubriendo cositas que contadas con cariño se convierten en una excusa perfecta para salir a patear. Lo mismo pasa con otros temas, como descubrir Vallecas, que mucha gente no sabe que fue un barrio chabolista en sus orígenes. Cuando conoces un poco la ciudad la ves con otros ojos y eres consciente de los que han pasado por allí antes que tú.
Y luego llega la parte fundamental de lo que hacéis, lo que aporta el punto diferencial: comunicar esas recomendaciones con un estilo propio. ¿Qué crees que caracteriza al tuyo, qué rasgos de tu personalidad atrapan a la gente?
A la hora de compartir mi contenido aplico todo lo que he aprendido durante veinte años dedicándome a la producción de cine y videojuegos. Al final es contar historias, pero en vez de hacer una película de dos horas intentas mantener esa estructura en un minuto y 15 segundos. Es importante saber captar la atención de la gente en los tres primeros segundos, conseguir que se enganchen.
Además, creo que soy calmado, que es una cosa que no estamos acostumbrados a ver en redes. Se agradece de vez en cuando dejar de pisar el acelerador y parar un momentito. Yo no soy influencer ni creador, yo cuento cosas y eso gusta. Y luego, otra cosa que me distingue, es que me mojo. Hablo de cualquier cosa, no me dirige o conduce llegar a más gente, si algo me parece interesante lo voy a contar tenga o no tenga apoyo detrás.
El estilo está muy marcado también en la propia manera de comunicar en redes, ¿cómo te adaptas a este lenguaje digital que se actualiza constantemente?
No me he adaptado, simplemente quiero contar cosas. Tengo un nicho en el que las modas no son importantes, no hablo únicamente del restaurante más moderno. Podré mejorar la cámara o la forma de grabar, pero la esencia no depende de lo que esté de moda en mi caso.
¿Hay joyitas secretas que prefieres guardarte para ti en vez de publicarlo, como el chef estrella que guarda la receta de la abuela?
No, los sitios a los que voy con mis amigos son muy normales. No voy a sitios escondidos habitualmente, yo soy muy de barrio.
Sí que tengo algún amigo que me ha dicho: “Por favor, no grabes esto que quiero seguir viniendo”. Pero no me guardo nada, soy un consumidor muy normal, no tengo ningún as en la manga.
¿Cómo valoras a grandes rasgos la oferta cultural, artística y gastronómica de Madrid?
Insuperable. Estamos en un momento muy dulce, somos una de las grandes capitales gastronómicas de Europa y del mundo. A nivel cultural Madrid es una ciudad en la que no es que elijas ir a escuchar música un martes o un miércoles, es que un martes o un miércoles tienes jazz, blues, funk, soul o electro, puedes tener absolutamente de todo. Es verdad que a veces hay que salir de la ciudad para evitar caer en el famoso FOMO (fear of missing out), mismamente el otro día estuve en tres eventos y es una puta locura.
Mucha gente recurre al tópico de que Madrid “ya tiene de todo”, ¿crees que es difícil ser original a la hora de abrir un negocio, montar un restaurante o crear nuevas propuestas de ocio?
Creo que los sitios auténticos no necesitan luces. Cuando tienes una atención cuidada, cuando tienes un producto que vale la pena, no hace falta que lo adornes.
“Los sitios auténticos no necesitan luces”
Por otro lado también son conceptos distintos, no es lo mismo salir a comer bien que salir a disfrutar de una cena con espectáculo para pasarlo bien con tus amigos. Hay un sitio para todos, en la diversidad está la virtud.
¿Crees, en este sentido, que a nivel ocio le falta algo a Madrid? Y si es así, ¿qué debería tener?
No vale playa ¿no? Jajaja. Creo que estamos perdiendo los negocios tradicionales. Conozco mucha gente joven que come mucho hummus y mucho sushi y no se han comido en su vida unas mollejas. Están perdiendo unos sabores y una gastronomía fabulosa. Por ejemplo, parece que San Isidro solo sea para gente mayor. Yo me visto de chulapo y cuando veo un grupo de personas que van con el traje tradicional lo llevan con orgullo pero no es tan normal como en Sevilla o en Valencia. Además, queda muy bien.
No hay que dormirse en los laureles y defender las tradiciones. En Valencia es inconcebible no comer paella los domingos, y sin embargo aquí no es habitual comer cocido. ¡Coño, apriétate unos entresijos, que igual te gustan! En Madrid la cultura tradicional se diluye por la cantidad de gente que viene de fuera. No puede ser que haya más arrocerías que sitios en los que comer un buen cocido.
Cada vez quedan menos vermuterias o tabernas castizas. Además, están regentadas por gente muy mayor que pronto se jubilará, a ver qué pasa con esos negocios de toda la vida.
A nivel histórico, el ámbito en el que más te sueles mover, ¿cuál es tu historia favorita sobre Madrid?
Eloy Gonzalo. Lo mandaron a la Guerra de Cuba como voluntario para una misión suicida que consistía en meterse en el polvorín de Cascorro y dinamitarlo. El bueno de Eloy, que no tenía familia conocida ni nadie que le quisiera, se ofreció como voluntario con una condición: que le ataran una cuerda al pecho para recuperar su cadáver y ser enterrado en España.
Si te fijas en la estatua que tiene en la plaza de Cascorro tiene un bidón de gasolina, una antorcha y una cuerda al pecho. Cuando el polvorín explotó sus compañeros empezaron a tirar de la cuerda y salió andando. Volvió a España, le regalaron un piso, le dieron una pequeña pensión y fue héroe nacional. Me parece una historia muy curiosa.
A partir de mayo Madrid se llena de fiestas cada fin de semana, ¿cuáles dirías que son tus favoritas?
Me gusta mucho San Isidro porque todo el mundo sale a la calle, el ambiente en la Pradera y Las Vistillas es espectacular. Salen locales y salen los que vienen de fuera, ves cómo ha cambiado la ciudad cuando comparas las fiestas de ahora con el cuadro de Goya.
Seguimos haciendo lo mismo pero las gentes son distintas. Hay personas de la otra punta del mundo y se han cambiado los paraguas por las neveras llenas de cerveza, pero hay un costumbrismo maravilloso. El olor a fritanga, los conciertos, la gente con sus “minis” es algo que me fascina, porque somos tan chulos que a un vaso de medio litro le llamamos mini.
Si tuvieras que quedarte con un rincón natural o monumental de la ciudad, un plato de algunos de sus restaurantes y un espacio cultural, ¿cuáles elegirías?
Como lugar natural, la Pedriza.
Un plato, las manitas de cerdo de Casa Sotero.
Como espacio cultural el recién inaugurado museo de la Galería de las Colecciones Reales. El otro día fui con mi madre y no conseguí sacarla de allí, estuvo cinco horas y media. Es un sitio para perderse.