Carolina Durante elige su propia aventura: prenderle fuego a la noche madrileña junto a Alcalá Norte

Guillermo Hormigo

Wurlitzer Ballroom, Madrid —

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La primera estrofa del nuevo y melancólico tema de Carolina Durante, primer adelanto de su tercer disco, incluye toda una declaración de intenciones: “Elige salir hoy que es martes”. O domingo, o lunes. Porque la banda se ha propuesto agitar el panorama de las salas madrileñas con Elige tu propia aventura. Un ciclo de conciertos que toma su nombre del título compartido por la canción y el álbum regreso de una banda que nunca se ha ido.

La semilla se sembró el pasado 23 de abril, cuando los Carolina protagonizaron el primer concierto sorpresa de Sound Isidro, una serie de directos previos a las fiestas madrileñas, en la sala Wurlitzer Ballroom (la mítica Wurli). “A partir de la actuación, volvieron a conectar con lo que era tocar en pequeñas salas y la emoción de ello, por lo que decidieron crear su propio ciclo contando con sus grupos emergente favoritos en el parón que están teniendo hasta lanzar su próximo álbum”, apuntan a Somos Madrid desde la discográfica Sonido Muchacho. “Es una iniciativa creada y organizada por la propia banda”, apostillan.

Para ella han contado con con cinco nombres emergentes o recién consolidados en el panorama musical, además de la presencia de un misteriosísimo “grupo sorpresa” en todas las sesiones. Tres de ellos actuarán en junio: Las Petunias (martes 4), Tetas Frías (lunes 17) y Error 97 (martes 25). Pero el programa arrancó ya el pasado 13 de mayo con Corte! y este domingo 26 pasó al siguiente nivel con la actuación de Alcalá Norte. El postpunk de los de Ciudad Lineal, un fino equilibrio entre lo etéreo y el costumbrismo de quien toma su nombre de un centro comercial, triunfó en la Wurli / el Wurli (un acalorado debate que la banda sentenció en en redes).

Aunque para calor, el que se vivió durante toda la noche en una sala que parecía haberse convertido en puro fuego. Una vez que Alcalá Norte prendió la mecha, la sensación de bochorno se fue apoderando con el paso de los minutos de un espacio no demasiado amplio, y los baños de cerveza eran el único refrigerio en un mar de rostros sonrojados y camisetas empapadas. Por mucho que el sudor compartido creara cierta sensación de frenética comunión, es de recibo reclamar una mejora urgente de los sistemas de ventilación a los responsables de la Wurli (nos posicionamos en esta determinante controversia).

El local, situado en el número 12 de la calle de las Tres Cruces y a dos pasos de Gran Vía, acumula una trayectoria de 17 años convertido en punta de lanza para la música en directo de Madrid y (tomando la palabra a Alcalá Norte) en “templo” para los grupos efervescentes. Todo ello conjugado con un tirón mediático y comercial que se vio reflejado en las colas que se produjeron en su alrededor ya horas antes de la apertura de puertas, prevista para las 21.00, para adquirir unas entradas a la venta solo en taquilla. Las comparaciones con el Santiago Bernabéu y Taylor Swift son odiosas. Para el estadio madridista y la cantante estadounidense, claro.

La mística del lugar se explica en noches como la del domingo, con Álvaro Rivas (vocalista) totalmente transmutado en una especie de mesías cuya mirada apuntaba al techo sin perder la conexión con el público por un instante. Un Cristo que sustituyó la corona de espinas por la de laureles, con la que interpretó uno de los temas más ligados a sus raíces en el distrito de Ciudad Lineal: La Calle Elfo. El meteórico ascenso de la banda quedó escenificado con la fuerza con la que toda la Wurli coreó ese “quiero un pisito en la calle Elfo”, deseo humilde y frustrado de toda una generación.

Pero más allá de carismas personales, el grupo funciona como un todo. Rivas, Jaime Barbosa (batería), Laura de Diego (teclados), Pablo Mendoza y Juan Pablo Juliá Ciarelli (guitarras) y Pablo Admin (bajo e hiperactivo Community Manager) transmiten durante el concierto una energía desdeñosa. Un poderío que alcanza ya destinos insospechados: casi en paralelo al concierto, el Real Valladolid celebraba su ascenso aludiendo al tema más popular de Alcalá Norte, La vida cañón.

Después de un breve interludio en el que coger aire, figurada y literalmente, fue el turno del “grupo sorpresa”. No había que ser el lápiz más afilado del estuche para saber de quién se trataba: con Elige tu propia aventura, Carolina Durante quiere crear un espacio de intercambio y celebración musical del que ellos no se quedan al margen.

Volver a los orígenes antes de un nuevo camino

Mientras el calor alcanza niveles casi groseros, el gentío lo da todo ante los encantos de banda malasañera: los movimientos espasmódicos que sacuden la voz de Diego Ibáñez, la seguridad con la que Martín Vallhonrat toca el bajo mientras devora al público con su mirada, la dicharachera eficacia de Mario del Valle guitarra en mano o la forma en la que Juan Pedrayes se hace con toda la sala desde el fondo del escenario (reparto de botellitas de agua incluido).

“Qué locura vivir la experiencia de un concierto de Carolina Durante en salas más pequeñas... Iconos!!”, responde un seguidor en un clip de la actuación subido a TikTok. Ya hace más de un año que los Cuatro Chavales se marcaron su primer WiZink, pero esta noche, ante un público reducido a un centenar de personas (decena arriba o decena abajo), mantienen la frescura del primer día. Será porque su apego a la Wurli viene de lejos.

Cada canción se acaba convirtiendo en un éxtasis en forma de pogo: el berrinche avasallador que da inicio a Aaaaaa#$!& (con cameo alcalanorteño), el crescendo emocional de En verano, ornitofilia o las referencias meta de Las canciones de Juanita. En unos 40 minutos, a Diego Ibáñez le da tiempo a arrojarse dos veces entre el público. Que consigan agarrarle con determinación pese al sudor de sus manos es casi un milagro.

También hay tiempo para temas más introspectivos, como el propio Elige tu propia aventura, que requiere una interpretación más comedida acorde a la melancolía de la letra y la contención de la instrumentación. La referencia del título es clara: esos libros infantiles en los que las decisiones del lector marcan los derroteros de la historia. Una literatura interactiva, donde el receptor no es un mero sujeto pasivo. Lo mismo que sucede con sus directos, en los que se vuelcan para electrizar todavía más a una audiencia que ya traía toda la pasión de casa y ya había sido golpeada por el huracán de Alcalá Norte.

Diego Ibáñez profundizó recientemente en el significado personal de la canción, quizá de todo el disco venidero, en una entrevista para la revista cultural Redacción Atómica: “Recuerdo que cuando tomaba un camino que no me gustaba volvía atrás y elegía otro. La vida, afortunadamente, no funciona así y tú eliges tu propia aventura constantemente y es inevitable cagarla, hacer daño al resto y hacerte daño a ti. A día de hoy me como la cabeza de forma obsesiva con cada cosa que hago mal o que podría haber hecho mejor durante días, semanas y meses como si sirviese de algo. Es posible que si observas a un niño leer alguno de estos libros te dé una pista de cómo va a comportarse en un futuro en la vida real”.

Con el riesgo de Joderse la vida, los Cuatro Chavales adelantaron alguna otra canción del nuevo LP, todavía sin fecha de lanzamiento. Después de todo, ya nos tienen dicho que su respuesta a todo es Joder, No sé. Y entre tanta efusividad cegadora no se olvidaron de esa sátira a los flipados de la escena musical, ellos mismos autoincluidos, que es Famoso en tres calles. Pero es que si una de las tres es la calle Elfo, ¿cómo no fliparse?