Día de la Música

La generación Cañón y sus predecesores: del Madrid que inspira canciones “para mal” a reivindicar los toldos verdes

El grupo Alcalá Norte y, de fondo, unos toldos verdes.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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“Solo en La vida cañón, que nace de citar casi textualmente a un vecino de Lavapiés en su charla con la prensa hace 90 años, se nos ha colado el Madrid más descarao, con todos sus tópicos”. Así explica en declaraciones a Hoy Se Sale Álvaro Rivas, vocalista de Alcalá Norte, el origen del tema más popular de una banda que ha puesto en decenas de titulares el nombre de un centro comercial en el este de la capital. “Viene de una movida sacada de la revista Mundo Gráfico, de cuando le preguntaron a este hombre qué haría si le tocara el Gordo de la Lotería, aunque se haya actualizado un poco la letra”, agregaba el batería Jaime Barbosa en una entrevista reciente.

“El rollo de música generacional me importa una mierda, con todo el respeto, porque a mí lo que me gusta es el heavy metal”, añadía Jaime en dicha conversación con El Independiente. Y sin embargo, pese a ese desinterés y a surgir de unas declaraciones casi centenarias, algo del éxito cañón se explica por la conexión con un sentimiento transversal.

Una mirada ante la vida en la que apreciar y entregarse a los pequeños placeres mientras alrededor el mundo parece desmoronarse. Un nihilismo rebelde con toques irónicos que es punto de encuentro y desavenencias en el panorama de la música independiente madrileña, al que nos acercamos con la excusa del Día Europeo de la Música que se se celebra este 21 de junio, a través de seis bandas que preceden, integran y quizá superan esta generación Cañón.

Si este ente abstracto tuviera un santuario, sería sin duda la sala Wurlitzer Ballroom, más conocida como la Wurli (a pocos metros de Gran Vía). Hinds dio en ella su primer concierto, cuando todavía se hacían llamar Deers. El ahora dúo, conformado por Carlotta Cosials y Ana Perrote (antes integraron también la banda Ade Martín y Amber Grimbergen), lo hizo en el concurso de bandas emergentes Make Noise. “Ganamos aquella edición y nos mandaron a Berlín, el premio era un día de estudio gratuito. Aprovechamos y también dimos un concierto en una especie de garaje con instrumentos prestados. Vinieron unos 40 alemanes, lo seguimos considerando todo un éxito”, cuentan a Hoy Se Sale.

“Para nosotros es el templo del rock. En la Wurli dimos nuestro primer concierto y no podemos estar más agradecidos”, celebra en unos términos similares Julián Clemente, vocalista de Vicente Calderón. “Ha sido la primera sala en la que hemos tocado juntos [y ya van nueve veces], así que recordar la primera vez que han venido a vernos familia y amigos es muy bonito”, añaden desde una banda que crece bajo el ala de la compañía discográfica Subterfuge Records.

Ángela Pérez (voz secundaria y guitarra), Elena Sabio (batería), Iker Mazón (guitarra), y Rafi Hoppichler (bajo) completan un grupo de sonido muy personal, tendente a retratar la sociedad madrileña o la escena musical con muy poca vergüenza en temas como el salvaje Dinero, Droga, Documentación (que incluye la formidable frase “solo ve la tele y se mete cocaína”).

Alcalá Norte, que ha removido la escena con su primer disco bajo el sello vasco Balaunka, también habla de la Wurli. En este local dieron uno de sus últimos conciertos hasta la fecha y han actuado acompañados de Carolina Durante. Gracias a su vertiginoso despegue han llegado a compartir franja horaria con Los Planetas en otro escenario, el Festival Tomavistas celebrado en mayo en la Caja Mágica.

De vuelta a la Wurli, igualmente guardan un gran cariño a la sala en Toldos Verdes, otro grupo que como Vicente Calderón trata de abrir su propia camino. “Dimos un bolo gratis presentando Que te besé, un tema de nuestro disco. Era un miércoles y vinieron más de 500 personas, muchas se quedaron fuera... La energía era increíble”. Una energía que han mantenido en temas como Chuches, Amor vampiro o ese cántico de ansiedad climática que es Formigal.

Nacieron en 2022 y no necesitaron mucho tiempo para pedir sonar en Radio 3. En febrero ya lanzaron su primero disco de la mano de 4 Entertainment & Arts. Luis a la guitarra, Laro con el bajo y los coros, Artaza en la batería y Álvaro a los cantes y la guitarra son las cuatro pérgolas de estos Toldos Verdes. Su nombre no necesita demasiada explicación, hace referencia a un elemento presente en miles de edificios de barrios obreros o populares. Y no lo han dejado en un gesto anecdótico, sino que en sus redes sociales han compartido y profundizado en su interés por esta modesta fuente de sombra.

“Está claro que Madrid nos inspira, empezando por nuestro nombre. En nuestras canciones hablamos de las cosas que nos pasan en nuestro día a día, y nuestro día a día sucede en el barrio de Embajadores y en la ciudad”, recalcan a Hoy Se Sale. En Vicente Calderón también se fijan en la ciudad desde su propio nombre hasta mucho más allá: “Es una fuente de inspiración para todas las bandas que salimos de aquí. En nuestro caso es sencillo darse cuenta por las letras que referencian constantemente lugares o personajes dantescos del imaginario madrileño”.

Mencionan eso sí la diversidad de perspectivas que aporta el hecho de que no todos procedan de Madrid: “Somos una mezcla curiosa de madrileños, vallisoletana, andaluza y gallego. Tenemos experiencias y visiones de la ciudad muy variadas y contrastes que de una forma u otra tienen que influir en lo que hacemos. Tanto las cosas buenas, en especial el gran movimiento de bandas increíbles que salen de aquí y la naturaleza acogedora de la gente, como las cosas no tan buenas nos inspiran constantemente”. Esa tensión se refleja en Costa Marrón, un paródico viaje por el transporte público leganense con dardos contra la especulación inmobiliaria o los hombres que viven en una realidad ultramotivacional paralela.

“Fuese donde fuese acabaríamos escribiendo del sitio en el que estamos, es inevitable, todo lo que se vive en un sitio afecta a la hora de escribir y componer”. Son palabras de Karavana, grupo formado en 2021 por Jaime Sánchez (batería), Gonzalo Boatas (voz y guitarra) y Emilio Soriano (bajo) que el 13 de septiembre lanzará Entre Amores y Errores, su segundo disco. Coinciden con Vicente Calderón (el grupo, no el expresidente del Atlético de Madrid) en la influencia de que algunos miembros no procedan de la Meseta Central: “Somos dos sevillanos y sí que a veces nos gusta referenciar que lo somos, igual no de forma directa a la ciudad de Sevilla, pero sí a nuestras vivencias allí con nuestros amigos de toda la vida, nuestras familias….”.

El grupo empezó ensayando en la casa de Jaime en la calle Cea Bermúdez, pero con el tiempo se trasladaron a un local de ensayo en Ronda de Toledo uno y otro en la vía Joaquín María López de Chamberí. Del hogar propio a compartir local con Carolina Durante, Ginebras o Cora Yako. Tres años de vertiginosa evolución que explican la pasión por la capital que desprenden en su tema dedicado a ella. Una pasión eso sí contradictoria: “Me gustaría decir que no me mola salir en Madrid / pero me gusta con tal de verte a ti”.

Las Hinds, que han llegado a tocar en el Teatro Real en la víspera del Día de Reyes y hace apenas un año actuaban como teloneras de Coldplay en el Estadio Olímpico Lluís Companys de Barcelona, se declaran enamoradas de Madrid sin demasiados matices: “There’s nothing as sweet as living in Madrid, cantamos en nuestro primer single Coffe de este álbum nuevo que vamos a sacar, Viva Hinds. Nos gusta mucho mucho Madrid, lo que más sus personas y las calles. Es una ciudad fácil, agradable, todo el mundo es bienvenido y siempre hay unx amigx en una terraza esperándote”.

Por su parte, Álvaro Rivas de Alcalá Norte se muestra tan audaz en sus respuestas como lo es el postpunk que su banda despliega desde 2019. En primer lugar, aprovecha una pregunta sobre los primeros compases de la agrupación para reclamar una reestructuración geográfica sin parangón al este de Madrid: “De unos locales por horas en Hortaleza hemos pasado a Suanzes, donde tenemos un local alquilado que compartimos con otras dos bandas. Todo cae dentro de la Gran Ciudad Lineal que soñamos unificada”.

“Vivimos aquí, con la salvedad de uno de nuestros guitarristas, que vive en Gotemburgo (Suecia). Esto ha de notarse, por fuerza, en el léxico que usamos e incluso en los temas que tratamos. Sin embargo, en nuestro álbum también hay hueco para la abadía de Westminster (Reino Unido), Langemarck (Bélgica), Valladolid, el valle del Tiétar. Hasta el Gólgota tiene su sitio”, relata. El grupo que completan, además de Álvaro y Jaime Barbosa, Juan Pablo Juliá “Juampi”, Carlos Elías (guitarras), Pablo Prieto “admin” (bajo) y Laura de Diego (teclados) habla de Madrid con algo más de distancia por mucho que hayan hecho de la calle Elfo todo un himno.

Aunque no llegan a la enorme carga crítica de Los Punsetes, los grandes veteranos (o los más experimentados) de entre quienes comparten su visión de la escena madrileña: “La ciudad, aunque la amamos, nos ha inspirado más para mal que para bien, pero casi todas nuestras inspiraciones vienen desde lo negativo, así que no le damos mucha importancia”, reconocen en declaraciones a este periódico.

No es casualidad que, consultados sobre una canción que retrate la capital con precisión, se queden con una propia y reciente: Madrid me mata. “Al menos es lo que hemos pretendido, no sé si lo hemos conseguido”, comenta con humildad desde la ya veinteañera banda fundada en 2004 que componen Ariadna Paniagua (voz), Jorge García, Manuel Sánchez “Anntona” (guitarras), Chema González (batería) y Luis Fernández (bajo). “Madrid me muerde / y me mastica / Madrid me traga pero luego / me vomita”, cantan. Que compartan sello con Hinds demuestra que Sonido Muchacho es una discográfica abierta de miras.

En lo que hay prácticamente unanimidad es en apreciar el contexto creativo que la ciudad vive en estos momentos: “Es superrico y con gran diversidad artística. Madrid es una ciudad enorme, con muchísima cultura musical de toda la vida, pero también es un punto de encuentro para jóvenes de todo el país, que vienen de diferentes contextos, estilos y referentes. Si a eso le juntamos la gran comunidad y el apoyo que hay entre los artistas jóvenes y bandas emergentes, es un caldo de cultivo perfecto para un panorama con una gran variedad que constantemente ve nacer nuevos proyectos. Nuestro último concierto ha sido en la Sala Sol junto a los amigos de Alavedra, que son como nuestros hermanos mayores”, expone Julián de Vicente Calderón (la banda, no el antiguo estadio).

“Yo lo veo sano, cada año siguen saliendo mogollón de grupos y artistas nuevos y eso es siempre buen síntoma de que la ciudad está fértil y en movimiento”, opina Carlotta Cosials de Hinds. “Hay un montón de grupos buenísimos ahora mismo en Madrid: Carolina Durante, Yawners, La Paloma, Daga Voladora, Aiko el grupo... Es un momento bastante bueno en ese sentido”, dicen Los Punsetes, aparcando su mirada afilada y demostrando su curiosidad y alegría por quienes han aparecido después de ellos.

“Vemos un boom de artistas, bandas… gente inquieta que quiere mostrar al mundo lo que hace, cada vez hay más gente que hace las cosas bien y se nota”, trasladan los Karavana, que lo han vivido de primera mano con el Vanana Megamix de su sello Vanana Records. “La verdad que nos inspira mucho y nos anima a seguir con el proyecto. Hemos conocido a bastante gente gracias a la música y estamos muy agradecidos. Pero también estamos al tanto de la escena de fuera de Madrid”, aportan desde Toldos Verdes.

Álvaro de Alcalá Norte es un poco más críptico: “Nosotros hacemos rock como el que se lleva haciendo desde el 77. La mayoría de bandas que nos rodean también explotan estos patrones clásicos. Otros y otras hacen su movida más exploratoria, influida por artistas concretos con nombres de tipo alfanumérico que desconozco. Sabemos que hay un montón de bandas de nuestro rollo porque ensayamos y tocamos todos en los mismos sitios. Otras escenas me quedan más lejos. El otro día vimos a Ralphie Choo y su crew en Las Vistillas. Lo que hace mola, a mis colegas modernos los convence (son bien estrictos) y la gente responde que flipas; estaba petao aquello. Imagino que esto es una buena señal”.

Menos consenso se atisba a la hora de establecer si este paisaje creativo convive con cierta saturación en la industria por acumulación de conciertos, festivales, presencia en redes y exigencias en general. En Toldos Verdes creen que “hay saturación, sin duda, un martes por la noche en Madrid tienes 50 bandas tocando y a veces es abrumador”. Desde Karavana se expresan en términos similares: “Un poco de saturación sí que hay, pero no en la música, en general en todo… Estamos saturados de información, hay bombardeo constante en todas las direcciones. Eso no quiere decir que no haya diversidad de oferta… no hay dos bandas o dos personas iguales, cada uno tiene sus gustos su manera de hacer las cosas… y por mucho que sí pueda haber referencias en común luego cada artista se lo lleva a su terreno.

En Punsetes tienen más dudas: “Hay saturación y hay diversidad, son dos cosas relacionadas Hay muchos grupos buenos, así que hay muchos conciertos que ver y discos que escuchar. Eso, unido a la cantidad de grupos extranjeros que pasan por Madrid, hace que a veces el volumen de oferta agobie un poco”. “Sí que hay ciertos clanes, o tribus, bien diferenciadas entre sí. Pero eso siempre lo ha habido y a mí me parece divertido que existan”, remarca Carlotta Cosials.

No creo que pueda hablarse de saturación. La canción es expresión espontánea del alma; no puede decretarse un cupo de bardos ni hallarse el número óptimo de bardos por cada cien mil habitantes

Álvaro Rivas Vocalista de Alcalá Norte

“Yo sinceramente me siento un privilegiado al poder vivir y disfrutar la gran oferta comercial que hay en la ciudad. Desde garitos pequeños hasta salas más grandes como La Riviera, todas las semanas hay algún bolo al que quieres ir. Además de eso, tenemos la suerte de tener en Madrid festivales de todo tipo y todo tamaño para todos los gustos. Todo lo que sea una mayor oferta cultural me parece superpositivo y creo que solo puede beneficiar a la música y a la ciudad”, defiende Julián de Vicente Calderón. “Al final, el algoritmo o ciertos dedos señalan a unos artistas sobre otros y los elevan como ganadores. No creo que pueda hablarse de saturación. La canción es expresión espontánea del alma; no puede decretarse un cupo de bardos ni hallarse el número óptimo de bardos por cada cien mil habitantes”, sentencia Álvaro. Respuesta cañón.

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