La capital ya tiene su mejor roscón de Reyes artesano. La elaboración ganadora del certamen que premia estos dulces navideños cada año ha sido la de la pastelería Umikobake (calle de los Madrazo, 18), una propuesta que no incluye la típica fruta escarchada.
El jurado ha destacado la finura del sabor y la buena textura de la masa como principales atributos del roscón vencedor, en una final que ha estado muy reñida debido a la calidad de los roscones presentados. La elaboración ganadora cuenta, además, con un potente glaseado que cubre todo el roscón.
El segundo y tercer puesto ha sido para Doble Uve Obrador y Brulèe respectivamente. De los 50 participantes iniciales también han sido finalistas En bruto, La Duquesita, Mindanao, Madre Amiga, El panazo, Panadarío y Marea Bread.
Estos han sido los resultados de las votaciones después de dos rondas de cata ciega con mesas integradas por pasteleros, periodistas y consumidores. Entre el jurado se encontraba también Elena Campal, de la pastelería Panod, ganadora de la edición anterior.
El repostero de Umikobake, Alejandro García, ha revelado el secreto de su roscón: además de no incluir fruta escarchada, tiene un toque asiático gracias al yuzu, que sustituye al limón. “Ha habido tradición y vanguardia, al final en nuestra pastelería japonesa-francesa mezclamos un poco las dos técnicas y siempre intentamos llegar un poco más lejos de lo normal, de lo clásico, salir un poco de los estándares”, ha explicado el ganador del certamen.
El campeonato que convoca cada Navidad la revista y escuela gastronómica Gastroactitud en la Casa de la Panadería tiene como objetivo fomentar la elaboración de roscones artesanos en la Comunidad de Madrid, premiando la mejor receta. El premio que ha recibido Umikobake está dotado con 2.500 euros en productos del patrocinador del campeonato Mantequilla Arias, que el entregará a una ONG de su elección.
En busca del sabor más tradicional
Los catadores de la edición de 2023 han destacado una gran mejora entre los roscones participantes, sobre todo en lo que respecta a su apariencia externa. Sin embargo, lamentan una pérdida de carácter en su sabor, ya que la naranja y el agua de azahar no estaban prácticamente presentes en la mayoría de las muestras.
En ocasiones se sustituyó por otros sabores que nada tienen que ver con el roscón tradicional como la vainilla, la canela o el anís. La queja unánime fue que “más que roscones eran bollos suizos”, muchos tenían la textura pero no el sabor de un brioche enriquecido, que es lo que, a fin de cuentas, caracteriza al roscón.
Desde el jurado del concurso consideran esta crítica “una llamada de atención para los pasteleros que deben velar por la calidad y autenticidad de un producto tradicional”, lo que no impide que, al tiempo, hagan versiones innovadoras. También se detectaron algunos problemas en las fermentaciones.