Cuéntame Madrid

Una 'Obra maestra' de Juan Tallón para celebrar los 30 años del Reina Sofía con su historia más fascinante

La réplica de 'Equal-Parallel/Guernica-Bengasi', elaborada por Richard Serra e instalada en el Reina Sofía en 2009, después de que el centro de arte admitiese en 2006 la desaparición del original

Guillermo Hormigo

11 de septiembre de 2022 21:44 h

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Hay hechos, como la pérdida de una escultura de 38 toneladas, que serían inconcebibles en cualquier otro lugar del mundo

Los museos guardan historias fascinantes. Cada cuadro, instalación o escultura tiene la suya propia. Claro que, además de atesorarlas, estas instituciones crean y protagonizan otras nuevas. El vínculo con la ciudad que los acogen, lo que muestran y lo que dejan fuera o su forma de relacionarse con el público dicen muchos sobre ellos. Por eso en esta segunda entrega de Cuéntame Madrid, un repaso a narraciones modernas sobre la capital, nos detenemos en la historia de una obra que es también parte de la historia del Museo Reina Sofía. No es, desde luego, la que mejor deja a este centro de arte cuya exposición permanente se inauguró el 10 de septiembre de 1992 (aunque ya albergaba exposiciones, como la que da origen a este relato, desde 1986). Pero quizá sí la más extraordinaria.

Juan Tallón (Vilardevós, Ourense, 1975) supo ver que en la desaparición de Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, una enorme escultura con 38 toneladas de peso del artista estadounidense Richard Serra, había una novela. La obra fue una de los grandes reclamos cuando en 1986 el espacio empezó a funcionar como centro de arte, pese a que todavía no fuese el Reina que hoy conocemos, pero desde 1990 dormía el sueño de los justos en un almacén de Arganda del Rey. A partir de 1992 no hay rastro de su paradero en ningún registro, pero no es hasta 2006 que el Museo reconoce por primera vez haberla perdido.

Después de años de investigación, en los que además de recopilar testimonios removió cielo y tierra hasta conseguir el sumario judicial de la causa, y de un proceso creativo complejísimo donde aglutina 73 narradores distintos, Obra maestra (Ed. Anagrama) vio la luz en febrero de 2022.

En la novela intervienen figuras del arte, el periodismo o la política, además de empleados o extrabajadores del Reina Sofía (desde gestores a personal de seguridad), de la parcela en Arganda del Rey donde se esfumó la escultura o de la empresa a la que el Museo encargó su cuidado (que acabó quebrando en parte por el dinero que le debían el Reina Sofía y otras instituciones). Como el propio autor ha explicado en entrevistas y presentaciones, se alternan declaraciones reales de personas reales, declaraciones ficticias de personas reales, declaraciones reales de personas ficticias y declaraciones ficticias de personas ficticias.

Una novela ambigua y con múltiples perspectivas por su disparidad de voces, pero también ya desde su título. ¿La escultura de Serra (cuya réplica creada en 2006 por el propio Serra puede verse en el museo) es la obra maestra? ¿Lo es la desaparición (“la obra maestra es robar la escultura de Richard Serra, no hacerla”, escribe Tallón por boca del artista Isidoro Valcárcel Medina)? ¿Lo son ambas cosas? ¿O lo es, en un acto engreído pero honesto, el propio libro por su capacidad para hilvanar una historia a partir de múltiples visiones, a partir de múltiples historias?

Pese a las diferencias temáticas, Obra maestra se siente una evolución expansiva de Rewind (Anagrama, 2020), el anterior título de Tallón. Los cinco narradores de aquella se multiplican aquí por catorce e intervienen a lo largo de varias décadas, en una muestra de que la ambición de Tallón crece a la par que su éxtasis creativo. Sin embargo, ambas novelas comparten un centro, un suceso imprevisible y gratuito que trastoca las vidas de muchas personas, pero de maneras muy distintas.

Algo destacable de la que podríamos llamar la “etapa coral” de Tallón es cómo evita casi por completo la grandilocuencia o la gravedad tan habituales en este tipo de historias (más aún en Obra maestra, aunque curiosamente sea un libro de mayor ambición). Además de por su inteligentísimo dominio de la ironía, esto se debe a que al autor le interesan más las diferencias en los puntos de vista, los matices que van añadiendo capas y capas de fascinación a la tragedia en un caso y el misterio en el otro, que los nexos de unión con los que conformar un discurso o una tesis.

El misterio por encima de las respuestas

La ausencia de un mensaje claro no quiere decir que Obra maestra no plantee preguntas sobre el arte, la creación y el mundo en general. Pero, al igual que con la desaparición de la escultura, a Tallón le mueven las incógnitas antes que sus resoluciones. Después de todo, el libro se abre con esta cita de El Aleph de Borges: “La solución del misterio siempre es inferior al misterio. El misterio participa de lo sobrenatural y aun de lo divino; la solución, del juego de manos”.

Algunas de estas preguntas tienen que ver con la forma de gestionar, proteger y difundir el arte en el Reina Sofía, en Madrid y en España, con la incompetencia y la extrema burocratización como señas de identidad. Por ejemplo cuando Tallón, que ha confesado no haber hablado con Serra antes de publicar el libro, imagina lo que el artista piensa de todo esto: “Creo que para algunos gestores del Museo, y para quienes debían velar por su integridad, mi escultura solo eran cuatro hierros, piezas que no significaban nada, de las que podían olvidarse”.

Por boca de Enrique Moral, concejal de Cultura con Tierno Galván, la novela se acerca a un momento en el que la capital se abría al mundo, pero también a sí misma, repleta de dudas y temores. “Madrid casi llegaba tarde”, dice Moral sobre el plan inicial para la ubicación de Equal-Parallel/Guernica-Bengasi: la Plaza de Callao. El proyecto se frustró y la escultura acabó en un recién inaugurado Reina Sofía primero y extraviada después.

En esa misma página Tallón salta hasta 2006 para, a través de un testimonio del pintor Juan Genovés, plantear las implicaciones de un error tan monumental para un país y su cultura: “En España se nos escapa el tercermundismo por todos lados. Nos están dejando en un lugar muy vergonzoso. Si esa obra no aparece, este país se va a la mierda”. La escultura no apareció, es cierto, pero se creó una réplica que en realidad es la misma obra (en otra intervención alguien afirma que la obra no es la primera ni la segunda, sino la idea en la cabeza del artista). Incluso en varias entrevistas se sugiere que la desaparición es la propia obra. Entonces, ¿desapareció o no? ¿España se fue a la mierda o aún queda esperanza?

Tallón también confronta visiones sobre el propio arte. Juicios a los que se someten tanto la pieza de Serra como aquella que le sirve de inspiración, la joya del Reina Sofía: el Guernica de Picasso. Ambas obras fascinan a muchos de los personajes (el cuadro del pintor malagueño es otro candidato a ser la referencia para el título de la novela), pero hay discrepancias muy enriquecedoras. En palabras, reales o imaginadas, del artista segoviano Pepe Murciego: “Serra trata [con el título Equal-Parallel/Guernica-Bengasi] de aportar una sustentación temática a su obra sin lograrlo [...] A veces, cuando lo gente no sabe qué decir, dice Guernica. O peor: lo reproduce a su estilo”.

No hay dos opiniones iguales en Obra maestra: la variedad de visiones y versiones construye un relato real a través de un derroche de imaginación, o viceversa, una narración ficticia gracias a que un escritor se ha sumergido en la realidad. Pero es interesante analizar no solo las voces que aparecen, sino también las que quedan fuera. Llama la atención, por ejemplo, la ausencia del actual director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. Después de todo el trabajo de Tallón no es periodístico ni informativo, así que puede permitirse prescindir de ciertas figuras de autoridad para contar con otras mucho más inesperadas con las que pillar a contrapié al lector, sin que la historia deje de avanzar y expandirse.

Un libro que pone en su sitio a la pretenciosidad sin cargar las tintas y sin caer en el antiintelectualismo. Que incentiva la curiosidad por el arte en gran medida porque no se propone hacerlo (no renuncia a lo lúdico por lo didáctico). Que cuenta la historia de una institución, una ciudad y un país desde un hecho imposible, pero un hecho al fin y al cabo. Un libro que, en realidad, no está tan lejos de lo que debería ser un museo.

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