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En este espacio se asoman historias y testimonios sobre cómo se vive la crisis del coronavirus, tanto en casa como en el trabajo. Si tienes algo que compartir, escríbenos a historiasdelcoronavirus@eldiario.es.

Con el coronavirus, nuestra salud mental volverá a un segundo plano

¿Cómo me aíslo? Qué hacer en caso de que te tengas que quedar en casa encerrado por el coronavirus.

Marcos Obregón López

presidente de la Asociación Radio Nikosia —

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El domingo bien temprano teníamos en el móvil ya todo un abanico de chistes sobre fugaces escapadas al bar. Especialmente hacían referencia a que las peluquerías no estuvieran vetadas. A muchas personas se les hacía difícil entender por qué sí podían abrir estas. Dejando de lado si la medida era acertada o no, cualquier persona que haya pasado por dificultades en temas de salud mental a lo largo de su vida podría verle la eficiencia y utilidad a esa medida. Pronto caerán en la cuenta el resto de la comunidad: el aislamiento, la soledad generan un estado zozobra y ansiedad que podrían avalar, en la situación que nos encontramos, el dicho “es peor el remedio que la enfermedad”.

En nuestro colectivo hay mucho temor a la reclusión. Somos personas que hemos pasado por experiencias traumáticas en uno u otro momento de nuestras vidas y, como solución o “decreto”, se nos ha confinado. Ayer mismo me decía un compañero que tenía que sacar al perro tres veces al día para intentar desprenderse de la sensación de que volvía a estar recluido en un hospital psiquiátrico. 

Nos preguntamos qué pasará cuando este otro virus que no se ve ni en los microscopios comience a lanzar sus ataques. En nuestra asociación, Radio Nikosia, tenemos como liturgia besarnos y abrazarnos cada vez que nos vemos. Si hay treinta personas lo repetimos treinta veces. Acostumbrados a reunirnos y hablar de cómo nos encontramos, la idea de la reunión telemática puede funcionar unos días (corren por el grupo unos cursillos acelerados de manejo de hangouts), pero cuando lo raruno (que sirve a veces de escudo) se convierta en cotidiano evidenciará los primeros síntomas de malestar. Entiendo la situación actual, y soy muy riguroso en el cumplimiento de las normas dadas, sólo que la salud mental volverá a pasar a un segundo plano, como siempre ocurre.

No hace mucho leí el artículo Rosa Cerqueiro: “En Galicia, en salud mental, se vulneran derechos humanos en vuestro diario. En otras partes de España, sí hemos conseguido en los últimos 15 años pequeños avances. Como siempre ante una crisis, los primeros en notar sus consecuencias son los más desfavorecidos: migrantes, mujeres, discapacitados… Ya no quiero pensar si una persona reúne todas las condiciones en una. Una vuelta atrás asegurada.

Los talleres de la asociación (www.redsingravedad.org) son vehículo de encuentro. Ayer lunes nos juntamos (hangouts de nuevo) un grupo de hombres que trabaja por entender y adaptarse a las nuevas maneras de entender las masculinidades. ¿Y qué pasará si esto dura mucho?, nos preguntábamos. Hoy hicimos yoga gracias a que la profesora hizo una transmisión en vivo con Instagram. Mi psicóloga, por su parte, me envió un Whatsapp tempranero para comunicarme que no me preocupara por las sesiones, que las haríamos por videoconferencia, y que si debido a las circunstancias necesitaba más no pensara en el dinero. Hasta ahora mi rutina era correr prácticamente todos los días. Desde hace más de un año, acompañado por mi psiquiatra, dejamos la medicación, pero necesito regular mi energía con una vida ordenada y mucho ejercicio. Y me he quedado a mil kilómetros de mi pareja no se sabe bien hasta cuándo.

Me adapto a estar en casa pero sufro. Por otro lado, también observo con placer que en nuestro grupo, la mayoría de personas han o hemos (depende del momento) desarrollado a lo largo de nuestra vida una resistencia y resiliencia potentes. “Ahora toca estar en casa”, como aquel que conoce ya a la perfección que hay muchas cosas que escapan a nuestro control. En cambio, observo impresionado el comportamiento “psicótico” de la colectividad y me pregunto por qué extraña razón la gente se distancia tanto de las personas locas o con algún tipo de trastorno. El miedo nos hace vulnerables a todos (o no es digno de diagnosticar algunos tipos de comportamientos que se suceden estos días, si de diagnosticar se trata).

Ahora toca luchar contra el virus Covid19, sí. Pronto, las consecuencias económicas y sociales obligarán a cuidar este otro virus que no se ve. Así que no olvidemos cuidarnos nosotros: levantarnos, ducharnos, vestirnos, no engordar demasiado (los gimnasios harán su agosto más tarde), y esperemos poder reunirnos, tocarnos, besarnos muy pronto.

Historias del coronavirus es un espacio de eldiario.es dedicado al lado más personal y humano de esta crisis sanitaria. ¿Cómo lo estás viviendo en casa? ¿Y en el trabajo?  Mándanos tu experiencia o tu denuncia a historiasdelcoronavirus@eldiario.eshistoriasdelcoronavirus@eldiario.es

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