Quizás fue en mitad de una conversación. Tu mente se quedó en blanco y fuiste incapaz de recordar lo que ibas a decir, aunque lo tenías en la punta de la lengua. O puede que sucediese en un pasillo: el cerebro te la jugó y, de pronto, olvidaste hacía dónde ibas o qué ibas a hacer. Por suerte, este tipo de situaciones podrían ser pronto cosa del pasado. Ya hay quien trabaja en el Google de la mente, un buscador que te permitirá encontrar exactamente eso que ibas a decir o a hacer antes de que la cabeza te dejara tirado.
Un equipo de IBM Research, liderado por el investigador James R. Kozloski, ha patentado un asistente cognitivo que no solo podría acabar con esos incómodos momentos, sino que también podría facilitar la vida a aquellos que padecen alzhéimer en las primeras etapas de la enfermedad.
Todo comenzó cuando la compañía trabajaba en el gran reto de Watson, el superordenador que se impuso a dos humanos en el concurso de televisión Jeopardy! De hecho, el invento sigue la misma lógica. Si Watson analizó grandes cantidades de datos para encontrar una respuesta correcta en menos de un segundo en mitad del popular concurso estadounidense, el asistente cognitivo hace lo propio para darle un empujoncito a las personas cuando olvidan algo.
Además de en el 'big data', el sistema se basa en el funcionamiento del cerebro humano. Para recordar algo, necesitamos un poco de contexto, un cebo que nos permita pescar la idea en esa inmensa base de datos que es nuestra memoria.
Si bien el propio Kozloski reconoce que pensar en su proyecto como un Google para la mente es un buen punto de partida para comprenderlo, explica que su idea es mucho más ambiciosa: mientras los internautas introducen unos términos concretos en un buscador porque saben cómo expresarse, alguien cuya memoria está deteriorada no dispone de ese contexto necesario, no sabe qué pregunta hacerse o qué términos introducir. Por eso, el objetivo del sistema es restaurar lo perdido antes de dar el siguiente paso o terminar la frase.
Para ello, su funcionamiento estaría basado en la computación ambiental. Todos los dispositivos del entorno del usuario y multitud de sensores almacenarían información que, en la nube, sería analizada y procesada mediante complejas técnicas estadísticas. En otras palabras, toda la tecnología que nos rodea oiría conversaciones y memorizaría datos para analizarlos y saberlo todo sobre nosotros. De esta forma, según explica el investigador a HojaDeRouter.com, “se podría estimar lo olvidado y cómo recordarlo”.
Si las pulseras inteligentes ya miden nuestra actividad cardíaca y programas como Skype ya escuchan lo que decimos para traducirlo, solo habría que combinar todas esas fuentes y procesar los datos que recogen. Con ellos, la inteligencia artificial podría averiguar qué estamos haciendo e incluso intuir qué será lo próximo.
El asistente cognitivo no estará todo el tiempo susurrándonos lo que queremos decir o hacer, sino que llevará a cabo su objetivo solo cuando detecte que nos hemos quedado en blanco. Así, para activarse, el sistema tendrá en cuenta la cadencia normal a la que hablamos y actuamos. Se trata de “generar la certeza de que el contexto se ha perdido y el usuario está bloqueado”, explica Kozloski.
“Imagina a una persona que vive sola y padece un deterioro cognitivo leve que quiere hacer una llamada telefónica”, propone el investigador. Además de la información recogida y almacenada por los dispositivos, el aparato que haría las veces de asistente cognitivo dispondría de datos como su historia clínica, una lista con los nombres de sus familiares y, por ejemplo, detalles extraídos de sus conversaciones por correo electrónico.
“Si el sistema determina que no puede recordar el nombre de la persona a la que quiere llamar (a causa de una pausa en su acción, por ejemplo), analiza primero si de veras es necesaria su asistencia”, comienza el investigador. A continuación, el asistente contempla los posibles destinatarios de la llamada y la probabilidad de que fuera dirigida a uno u otro en función del contexto.
Si la probabilidad no es suficientemente alta, o si el sistema no tiene la certeza de que la pausa se debe a que el usuario se ha quedado en blanco, se abstiene de realizar sugerencias. Si, por el contrario, sabe que hace falta intervenir y tiene un nombre, lo propone. “La sugerencia llegaría a través de una voz tranquila desde el propio teléfono”, cuenta Kozloski.
El investigador aclara que, de momento, no habría forma de que este buscador hurgara en los secretos y recuerdos del usuario o reflotara pensamientos no verbalizados. Solo aprendería de sus hábitos y memorizaría sus acciones más frecuentes para predecir qué es lo próximo que va a decir o hacer.
¿Para cuándo?
La patente ya ha sido registrada a nombre de IBM y la tecnología necesaria para hacer posible este asistente digital cognitivo ya existe. Sin embargo, según Kozloski, aún hacen falta algunos años para unificarla y que pueda comercializarse para ayudar a las personas a recordar. De hecho, a pesar de que eso de un Google para la mente suena hoy en día a ciencia ficción, el investigador explica que, en realidad, el desafío técnico más grande es simplemente ese: integrar todas las tecnologías actuales en un solo sistema.
No obstante, el asistente sí que debe afrontar algún problema más allá de las limitaciones técnicas. Sin ir más lejos, un sistema que escucha constantemente lo que decimos para aprendérselo y chivárnoslo al oído cuando nos quedemos en blanco parece bastante invasivo en cuanto a la privacidad. En ese sentido, lo único a lo que pueden aferrarse los investigadores de IBM es a la seguridad de la propia compañía, que ya crea innumerables herramientas que almacenan en la nube datos sobre la salud de las personas y, cómo no, al consentimiento que den los futuros usuarios de este buscador mental.
Aún estamos algo lejos de tener un aparato que nos permita bucear en nuestros recuerdos como sucede en ‘Tu historia completa’, el episodio de la famosa serie británica ‘Black Mirror’ en el que los protagonistas pueden grabar, borrar y recordar todas y cada una de las imágenes de su pasado. Sin embargo, un chivato que nos diga qué hemos olvidado hacer o decir parece estar a la vuelta de la esquina.
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