Aún a día de hoy, atar ciertos lazos de algunos árboles genealógicos sigue siendo un problema que marca las vidas de millones de personas: tras muchos años de búsqueda infructuosa, aún hay quienes no logran encontrar a su familia biológica tras haber vivido desde la infancia con una adoptiva. Sin embargo, esa ardua tarea podría ser tan sencilla como mandar un poco de saliva por correo postal.
Al menos ese es el plan de MyHeritage, una de las empresas líderes del futurista mercado de los tests genéticos. Fundada en 2003 y con sede en Israel, la compañía se lanza ahora al mundo de las iniciativas sin ánimo de lucro con la intención de unir a personas adoptadas con sus familias biológicas. Para ello, ha decidido donar 15.000 kits de análisis genéticos, valorados en un total de un millón de dólares (algo más de 800.000 euros al cambio actual), a los que no puedan permitirse adquirir uno.
“Para los adoptados, actualmente las maneras disponibles para buscar a su familia incluyen registros oficiales de adopción, agencias de adopción y pruebas genéticas”, explica a HojadeRouter.com Sonia Meza, portavoz de la compañía en España. “Los expedientes de adopción oficiales a menudo no están disponibles o son difíciles de obtener y la investigación puede ser frustrante, costosa y consumir mucho tiempo”, aclara.
La donación de la empresa israelí funciona en dos sentidos: pueden solicitar un kit, a través de la web, tanto personas adoptadas que buscan a sus antepasados biológicos como aquellas que saben que alguien de su familia fue dado en adopción (o padres que estén buscando a sus hijos). La compañía dará preferencia a aquellos que no se puedan permitir el análisis, que en España se vende por 89 euros (en el momento de escribir estas líneas, una promoción reduce el precio a 69 euros).
Los seleccionados por un comité elegido por la empresa y conformado por expertos del mundo de la genética recibirán en sus casas, a finales de este mes, una caja. En su interior, un par de botes y un bastoncillo que podrían ser suficientes para atar los cabos sueltos de algunos árboles genealógicos: con una muestra de saliva recogida con el bastoncillo, los botes viajarán por correo postal hasta el laboratorio de MyHeritage en Houston, Texas. Tras un periodo de entre 4 y 6 semanas, los resultados se mostrarán en una página que solo podrá consultar cada usuario. Así, MyHeritage espera que a finales de julio haya personas que sepan de dónde provienen.
“La secuencia de ADN es idéntica en un 50 % al padre y en un 50 % a la madre”, explica a HojadeRouter.com el doctor en Genética y director del Centro de Estudios en Genómica y Nutrición David de Lorenzo. “Con los cuatro abuelos, lógicamente, se comparte el 25% del genoma. Y así sucesivamente: cuanto menos genoma se comparte (menos ‘idéntico’ es), más lejano será el pariente”, detalla el experto.
A partir de ahí entra en juego la ingente cantidad de datos que atesora ya MyHeritage. Según Meza, su base de datos contiene la información genética de más de 1.250.000 personas. Para que se pueda cruzar con la de otras personas y obtener coincidencias, que se revelarán a los implicados, los usuarios deben dar su consentimiento. “Podría parecer que no mucha gente quiere exponer su información, pero sorprendentemente hay millones de personas en el mundo que actualmente están compartiéndola”, aclara De Lorenzo.
De hecho, para hacer acopio de más datos, MyHeritage invita a aquellos que hayan hecho un test con otra empresa a que suban sus resultados a su web. Al fin y al cabo, cuanto más ADN obre en su poder, más posibilidades de que se produzca un match entre adoptados y familiares biológicos.
En cualquier caso, quienes participen en el proyecto no deben desesperar si, con la llegada del verano, no obtienen los resultados previstos. Su información genética seguirá siendo comparada constantemente con la de todos aquellos nuevos usuarios que envíen su ADN a MyHeritage en el futuro. Así, existe la posibilidad de que se produzca una coincidencia más tarde.
Y ahí es donde pueden llegar las sorpresas que esconde el ADN: buscar familiares biológicos puede abrir una suerte de caja de Pandora que acabe revelando un parentesco inesperado. “Hay peligros para la persona analizada si, por ejemplo, regala a sus padres un kit y acaba descubriendo que no es hijo de sus padres (o no es hijo de su padre)”, advierte De Lorenzo. “Al final, un test genético, tenga el objetivo que tenga, siempre es un test de paternidad”test.
“Las personas que estén interesadas en este tipo de descubrimientos y decidan hacerse la prueba deben saber que puede revelar algunas sorpresas en la familia”, admite Meza. No obstante, aclara que “en la gran mayoría de los casos son agradables, como descubrir a un primo desconocido”.
Con sorpresas de este tipo se han topado ya personas de toda clase y condición. En Estados Unidos, por ejemplo, el programa televisivo Finding Your Roots Finding Your Roots(Encontrando tus raíces) estudia la genómica personal de los famosos para ver cómo reaccionan a los resultados. Así, la secretaria de Estado de la segunda legislatura de George W. Bush, Condoleezza Rice, descubrió en el programa que casi la mitad de su ascendencia genética provenía de Europaprovenía de Europa. No en vano, ese es otro tipo de información que facilitan los kits genéticos: las zonas de procedencia de tus ancestros.
Más problemático fue el descubrimiento que hizo Ben Affleck en ese mismo programa: el análisis genético desveló que el actor tiene un antepasado que se dedicó al esclavismo, motivo por el cual Affleck habría intentado censurar la emisión de su episodio.
El otro gran reto del sector de la genómica personal es el de la privacidad. En España, a través de distintas normativas nacionales y autonómicas, la confidencialidad de los datos genéticos cuenta con una total protección. De hecho, la garantía de esta privacidad se ve aún más reforzada con el GDPR, la regulación europea en materia de protección de datos que alude de forma directa a las empresas que traten con “datos personales relativos a las características genéticas heredadas o adquiridas de una persona física”. Por su parte, desde MyHeritage aseguran que “la privacidad de todos los solicitantes y participantes será rigurosamente respetada”, que la empresa no vende los datos a terceros y que no los comparte nunca sin consentimiento.
No obstante, los retos en materias de privacidad de los análisis genéticos van mucho más allá de los kits de empresas como MyHeritage. “En la era de la información genética es difícil mantener el anonimato”, plantea De Lorenzo, en referencia a estudios para los que voluntarios anónimos han donado su material genético, con sorpresa incluida: el doctor recuerda que, aunque en una base de datos la información del ADN esté identificada con un número, ya hay investigadores que han sido capaces de poner apellidos (e incluso nombres) a algunas de esas muestras donadas de forma anónima para la investigación (algo que también está regulado por la legislación española, que se obliga a proteger la “intimidad genética”).
En cualquier caso, el proyecto filantrópico de MyHeritage (que ya puso en contacto a adoptados con sus antecesores biológicos a finales de 2016 en un proyecto piloto centrado en la comunidad yemenita de Israel) viene a confirmar la democratización de los análisis genéticos.
De Lorenzo recuerda que “antes del 2000 era imposible para una persona hacerse un test genético” con la intención de encontrar a sus antepasados. Fue a partir de 2010, según el doctor, cuando el precio de estos kits se hizo más asequible, rondando los 200 euros de media. Ahora, ya los hay que incluso bajan de los 100 euros.
De esta forma, la ciencia y la comercialización de análisis como estos permiten dibujar un futuro no muy lejano en el que, con donaciones o sin ellas, cualquiera pueda conocer su procedencia y saber de dónde viene (al menos, genéticamente hablando).
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