La mejor temporada para hacer surf en Gran Canaria es de octubre a diciembre, cuando las olas son consistentes y la temperatura permanece ideal - a 23º -, así que cuando Peter Fabor tuvo que pensar dónde se mudaba escogió Las Palmas, su capital. Peter, que además de surfista es diseñador de interacción, vivía en Praga y trabajaba para la empresa de antivirus Avast. “Le pregunté a mi jefe si podía trabajar desde aquí y aceptó”, cuenta vía Skype desde el garaje que usa como oficina. “Gran Canaria es, de toda Europa, el sitio que más me gusta para surfear por el clima”.
Peter alojaba en su casa a amigos, a amigos de amigos y a desconocidos que visitaban la isla y que cuando no hacían surf abrían el portátil y trabajaban desde su salón. “Empecé con un concepto pequeño”, continúa. Poco después alquiló un garaje y varias habitaciones en la zona, dejó su puesto en Avast y abrió The Surf Office: un lugar en el que por 50 € diarios tienes habitación, oficina y playa a tres minutos andando.
Ahora está lleno. “La mitad de los que vienen son programadores. Y diseñadores, 'copys', periodistas, SEOs; autónomos y emprendedores o empleados en remoto”. Hay pocos españoles. “También hay equipos que vienen a hacer un proyecto. En enero vendrán diez personas de Wordpress y hace poco estuvo gente de Shopify”, cuenta. La idea ha ido tan bien que acaban de abrir otro en California.
Un mes de surf y rediseño
En el momento de escribir estas líneas, hay un equipo más: Fundapps, una aplicación hecha en Londres. Peter conoció a Carlos Hernández, residente en la isla y fundador de Quaderno, y crearon The Tech Beach: un servicio que por 3.500 euros por persona ofrece alojamiento y un mes de trabajo de cuatro diseñadores (ellos dos, Tomas Jasovsky, diseñador en Instagram for Business y David Stefanides, de Made By Source) para redefinir un producto digital.
Es justo lo que ha ido a hacer Fundapps. “Abrimos convocatoria antes de verano y recibimos muchas solicitudes, sobre todo del extranjero”, explica Hernández. “Para España es un precio medio, pero en Londres por cuatro diseñadores que trabajen en tu aplicación durante un mes te gastas mucho más. Al final no es tan caro”. Y en Londres tampoco puedes hacer surf. “Queríamos redefinir productos pero de forma diferente. Así que durante ese mes hacemos el proyecto, excursiones y un curso de surf”.
The Surf Office y The Tech Beach son vacaciones, trabajo y comunidad: al día a día de garaje y playa se añaden quedadas, deporte y cenas, barbacoas o catas de cerveza canaria. Hernández también organiza Las Palmas Tech Meetup y Recrea Sessions, dos encuentros de tecnología. “Sabía que había gente residente extranjera en la isla que no iba a los 'meetups' porque eran en español. Así conocí a Peter. Viene gente local, gente de paso y gente recién llegada a la isla que se entera de que es en inglés. El idioma es la gran diferencia”.
Si el talento se queda, estupendo
The Surf Office y The Tech Beach son, además del sueño de muchos de los que trabajamos detrás de una pantalla, dos ejemplos de cómo atraer talento digital, aunque sea de paso, a una isla sin la tradición de Silicon Valley, el dinero de Londres, la bohemia de Berlín o, en España, la importancia económica de Madrid, Barcelona o Valencia.
A Canarias le gustaría que, si encima nacieran proyectos, se quedaran. Un ejemplo del que ya hemos hablado es 8fit: el Gobierno canario acaba de poner en marcha préstamos con buenas condiciones para emprendedores y 8fit fue de los cinco primeros (el resto son proyectos canarios) en recibir uno.
“Casos como éste demuestran que Canarias es interesante para instalarse”, afirma Adriana Regidor, responsable de Sodecan, el organismo que lo gestiona. “Aunque cuando lo gasten vayan a otros mercados, tener un referente es positivo para la gente local. Nuestra idea es atraer talento, y si luego se queda, estupendo”.
El surf es mejor que el dinero
La teoría de lo que han llamado “ecosistemas” tecnológicos nos dice: hacen falta talento, riesgo e inversión. En las islas hay 6 millones de euros de aquí a finales de 2015 y un programa de coinversión con dinero privado que llega, sobre todo, de gente que ha ganado mucho en turismo y construcción.
No se los van a gastar. “No hay masa crítica local y la intentamos estimular. Hay más dinero del que podemos gastar”. La crítica a la teoría del “ecosistema” es que no falta dinero, sino proyectos en los que invertirlo. Es lo que suele decirse que sucede en España y justo lo que pasa ahora en Canarias.
“La mayoria de la gente que viene a The Surf Office trabaja en remoto, es empleada de empresas o autónoma; no emprendedores. Están aquí para disfrutar la playa y la oficina, no para encontrar inversión”, añade Fabor. “Y no hay muchos proyectos interesantes. No puedes atraer diciendo que hay un ecosistema brutal porque no es verdad. Es nuevo. Pero puedes atraer contando que hay locales baratos para montar una oficina o alquilar un apartamento, vuelos a todas las ciudades de Europa y playa. Porque para atraer proyectos interesantes primero tienes que atraer a la gente”. ¿Y a esta gente qué le atrae? Pues el surf, no el dinero.