Las 'startups' no son lugar para viejos (pero tampoco demasiado jóvenes)

Cuando Mark Zuckerberg lanzó su web para conectar a los estudiantes de Harvard, tenía solo 19 años. Dos años después (hablamos de 2006), Facebook se había convertido en un fenómeno mundial y contaba con 64 millones de usuarios. A Steve Jobs el éxito también le llegó en la veintena: a los 26 años ya era millonario.

También encontramos ejemplos de emprendimiento joven más cerca de casa: los fundadores de Tuenti (Zaryn Dentzel, Félix Ruiz, Joaquín Ayuso y Kenny Bentley) no superaban los 25. Jesús Encinar, creador del portal inmobiliario idealista.com, había alcanzado la treintena cuando lanzó la página en el 2000.

“El perfil del emprendedor tecnológico suele estar relacionado con la juventud”, nos cuentan desde la aceleradora de 'startups' Plug and Play. Entre el más de medio centenar de proyectos en los que han invertido predominan “claramente” las personas de entre 23 y 30 años.

Jóvenes, aunque sobradamente preparados. ¿Es el único perfil posible para fundar o formar parte de la plantilla de una ‘startup’? ¿Hay alguien de mayor edad en sus modernas oficinas equipadas con futbolines y mesas de pimpón?

Según el último informe de Spain Startup, para el que han considerado los 1.800 proyectos presentados a la próxima edición del certamen Startup Competition, la edad media de los emprendedores españoles ha descendido, aunque se sitúa por encima de los números de Plug and Play. En lo que llevamos de 2015, más de la mitad no supera los 35 años, mientras que el año pasado la mayoría se situaba entre esta edad y los 44.  

Desde Madrid Emprende nos confirman las cifras: “En el 2014, el 54,7% de los emprendedores atendidos en la Ventanilla Única del Emprendedor tenía entre 30 y 45 años, el 23,7% eran mayores de 45 y un 21,5% no superaban los 30”.

Una evolución acorde con las circunstancias

Si viajamos más atrás en el tiempo, el panorama es diferente. “Hace unos cinco o seis años era raro encontrarse a gente de más de 35 o 40 años, pero ahora es habitual”, dice Javier Megias, cofundador y CEO de StartupXplore, una comunidad ‘online’ de inversores y ‘startups’. La crisis tiene bastante que ver con el cambio, porque ha hecho que se incremente el “emprendimiento por necesidad”. En otras palabras, muchos inician un negocio propio (en parte) porque no encuentran trabajo en uno ajeno.

En la Red de Business Angels (BAN) de la Fundación madri+d han visto un poco de todo. “Vienen personas que acaban de terminar la carrera, pero también mucha gente de 40 años en adelante”, nos cuenta su director, Pedro Trucharte. Sea cual sea el motivo por el que inician el camino, agrega Megia, “son gente con cierta capacidad económica y experiencia” que tiene contactos, conoce el sector y el funcionamiento del mercado.

Normalmente disponen de un capital inicial (ligeramente) más elevado para comenzar la actividad que, pese a no ser eterno, sí les permite arrancar en mejores condiciones. Los cómplices a los que recurren en busca de aportaciones en primera instancia (amigos, familia y demás personas cercanas) tienen los bolsillos y las cuentas bancarias un poco más llenos. “No es que vengan de un nivel económico superior, sino que a los 35 y 40 los salarios suelen ser mayores”, aclara Megias.

Se buscan candidatos

Cuando buscamos ofertas de trabajo en ‘startups’ en Madrid y Barcelona, no encontramos un límite de edad entre los requisitos. Sin embargo, sí hay alusiones al ritmo de trabajo (“queremos posicionarnos en pocos años entre los líderes del sector”) y se mencionan ciertas ventajas que parecen diseñadas para el empleado joven, incluso cuando piden experiencia: “Tarifa plana de refrescos, cervezas después del trabajo, un futbolín”. Otras ofertas directamente se dirigen a “graduados recientemente”.

El cofundador de StartupXplore dice que, de nuevo, hay de todo. “Les conviene buscar a alguien con una experiencia laboral más consolidada, sobre todo para la parte de finanzas y gestión”, asegura Megias. Aunque “les puede dar reparo contratar a alguien mucho más mayor”, prosigue, y “les trae más a cuenta fichar a gente joven porque les pagan menos”, añade Trucharte.

Por su parte, los inversores ven con buenos ojos a una persona experimentada, porque les da confianza. “Les hace creer que el proyecto va a llegar a buen puerto”, indica el responsable de BAN.

La media llega hasta los 45, pero en la Red de Viveros de Empresas de Madrid Emprende hay un 17,9% de personas que superan esa edad: ¿qué pasa con quienes rozan o sobrepasan el medio siglo?

“Aquí empieza a haber cierto escepticismo sobre su capacidad para adaptarse al trabajo en una ‘startup’”, asegura Megias. “Obviamente, llega un momento en que trabajar 16 horas al día es muy complicado porque el cuerpo no da”, pero estos perfiles son muy útiles para tareas de asesoramiento y apoyo a los equipos.

Trucharte alude a un problema de credibilidad. Es normal que una persona joven busque inversión porque no tenga demasiados ahorros, pero ¿alguien de 50 años? “Los inversores se preguntan por qué no ha conseguido el dinero, por qué no ha puesto una parte”, afirma el director de BAN.

Los más mayores no pegan en una oficina llena de treintañeros, que dudosamente buscarán a un candidato que les saque 20 años, y los inversores solo les miran con buenos ojos cuando se dedican a las cuentas o el asesoramiento. Los más jóvenes, por su parte, no tienen la experiencia que buscan. Aunque la edad no es un requisito específico en las ‘startups’, lo cierto es que en el modelo no hay sitio para todos.

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