La 'startup' como cooperativa: cuando el dinero no es lo único importante
Georgina, Jezabel, Roger y Joan Manel se conocieron en la Universidad Autónoma de Barcelona. En un principio, solo les unía el centro de trabajo. Hoy, sin embargo, forman parte de un mismo proyecto: Ilabso, una 'startup' que diseña mapas interactivos, realiza encuestas a través de internet, análisis de búsquedas y asesora sobre tratamiento de datos. Todo ello bajo la forma jurídica de una sociedad cooperativa.
Ilabso no es la única 'startup' que se ha acogido a esta modalidad de empresa. Se unen otros nombres como Emergya, Yerbabuena Software o CTES, y encontramos muchas más si miramos al otro lado del Atlántico, en la mismísima Silicon Valley. ¿Cuáles son los porqués de esta elección? ¿Qué tienen de especial las 'startups' cooperativas?
A principios del pasado año, los fundadores de Ilabso constituyeron su proyecto empresarial. Como nos cuenta Joan Manel, el equipo de sociólogos eligió la cooperativa por una cuestión de criterio personal, “porque teníamos claro el tipo de relación que nos gusta que haya entre la gente, el trabajo y el capital”. Según Joan Manel, querían montar una empresa en la que cada miembro del equipo tuviera la misma voz.
La filosofía de la que habla Joan Manel ha formado parte del ADN de las cooperativas desde sus inicios. Los emprendedores que deciden fundar una 'startup' con esta forma jurídica, lo hacen para que todos los trabajadores tengan las mismas oportunidades de participar en la toma de decisiones. La misión de sus compañías no puede ser únicamente ganar dinero.
En una cooperativa, “lo más importante es cubrir nuestras necesidades y que cada persona tenga la misma voz y el mismo voto o el mismo derecho que el resto, independientemente del capital aportado o de la función ejercida”, explica a HojaDeRouter.com Guernica Facundo, coordinadora de LabCoop, un laboratorio de cooperativas de Barcelona.
Como nos cuenta Facundo, a diferencia del resto de 'startups', los fundadores de una cooperativa no persiguen escalar constantemente, atraer inversores u obtener un elevado retorno de la inversión, ya sea generando enormes beneficios o vendiendo la empresa a otra más grande. “Muchas veces un proyecto cooperativo responde a la voluntad de generar mi puesto de trabajo y de realizarme como persona, como profesional, de hacer lo que me gusta y de hacerlo con quien me gusta”, señala.
De ahí que en una 'startup' cooperativa el ritmo de trabajo y crecimiento sea mucho más pausado. “Normalmente, su objetivo es de estabilidad económica, laboral y de desarrollo económico y social mío y de mi entorno, con lo cual esa filosofía de vender el proyecto al mejor postor está en las antípodas de la sociedad cooperativa”, afirma Facundo.
En este sentido, el equipo de sociólogos de Ilabso ha sido la voz crítica en las reuniones de emprendedores que se organizan en su universidad. “¿Lo que importa qué es? ¿Hacer una cosa pequeña, que sea un globo, que me paguen una millonada y ser un triunfador?”, se pregunta Joan Manel. “Quizás el triunfo no es eso”. En su opinión, el éxito de las 'startups' cooperativas radica en “aportar algo a la sociedad”.
'Startups' cooperativas, ¿para quién?
La coordinadora de LabCoop indica que la cooperativa suele ser la forma jurídica que eligen las 'startups' de la llamada economía social. “Si para ti no resultan preocupantes cuestiones de equidad o no entiendes que tu pequeña tienda tenga que vincularse con la actividad económica y social de tu barrio, a lo mejor el formato cooperativo no te resulta atractivo”, reconoce.
Hay otras razones más allá del bien común. Para Antonio Rivero, presidente de la Federación de Asociaciones de Empresas Cooperativas de Trabajadores de Andalucía (FAECTA), la cooperativa es un formato que se adapta a cualquier empresa de cualquier sector, incluido el tecnológico. Algo en lo que también está de acuerdo Fernando Giner, profesor de emprendimiento de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH): “No tienen por qué ser proyectos sociales exclusivamente, pueden ser proyectos con cualquier otra etiqueta”.
Lo que suele ser para la mayoría de 'startups' un dolor de cabeza, encontrar financiación y un buen equipo de trabajo, para la cooperativa no lo es tanto. De acuerdo con Facundo, que un proyecto emprendedor comience ya con un equipo asentado supone una ventaja competitiva. “No ocurre que uno o una tenga una buena idea y se vea obligado a encontrar un buen equipo. En estos proyectos el equipo ya existe”.
En lo que respecta a la financiación, las 'startups' cooperativas no solo disfrutan de las bonificaciones que implica acogerse a este formato (el impuesto de Sociedades es de un 20%, pueden acceder a subvenciones de la economía social, están exentas de la tasa que se abona al constituirse...), sino que atraen también el interés de la llamada 'banca ética', aquella que invierte en empresas dedicadas a obtener un beneficio social.
“Esa banca ética no solo verá con muchísimo mejores ojos un proyecto cooperativo que una 'startup' con otro formato jurídico, sino que además tiene dinero, mucho más que la banca regular”, asegura la coordinadora de LabCoop.
'Startups' cooperativas, ¿por qué?
Según el presidente de FAECTA, muchos de los emprendedores que han optado por la cooperativa como forma jurídica son jóvenes que han visto ahí la solución para crear su propio puesto de trabajo. En Andalucía, “más de un 50% de las cooperativistas son mujeres y más de la mitad tienen menos de 35 años”. Además, según el profesor de emprendimiento de la UAH, algunos jóvenes eligen la cooperativa para no tener que enfrentarse al reto de montar una empresa solos.
Sin embargo, el hecho de que sean tres cerebros - el número mínimo de fundadores de una cooperativa - y no uno o dos los que decidan la hoja de ruta, no determina que la 'startup' vaya a ser un éxito. “Puedes tener una empresa con cinco socios y a los tres meses desaparecer. Hemos emprendido, pero hemos elegido mal”, afirma Giner.
En opinión de las fuentes consultadas, como cualquier otra empresa, la 'startup' cooperativa debe competir en su sector si quiere perdurar y mantenerse. “Es una forma de organizarse que lleva aparejada toda una serie de valores, pero eso no está reñido para nada con tener un buen producto, un buen servicio y a un precio correspondiente a lo que el mercado puede asumir y está interesado en pagar”, señala Facundo.
“Nosotros elegimos una forma jurídica porque estamos convencidos de cómo tiene que ser la relación entre nosotros”, coincide Joan Manel. “Ahora bien, después el producto tiene que competir sea quien sea el que esté delante: otra cooperativa, una S.A, una S.L o lo que sea”. Nadie va a echarse a un lado para abrirte paso.
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