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Las tecnológicas e Irlanda, casadas por conveniencia: ventajas fiscales y escasa protección de datos

“Di poco y dilo bien”. Así reza un popular proverbio irlandés, y sin embargo, no es precisamente una de las virtudes de los términos y condiciones, que tienen la mala costumbre de decir mucho y pocas veces de la forma más clara.

Esta historia tiene a varias docenas de esos términos y condiciones como protagonistas, pero también a cientos de millones de datos personales. El escenario es una isla (no tan) remota cuyo antiguo nombre, Ériu, evoca relatos de fantasía. Ahora, en pleno siglo XXI, es identificada como una de las mayores guardianas del oro de nuestros tiempos. Hablamos de Irlanda y de la información personal.  

Irlanda está repleta de delegaciones de multinacionales estadounidenses, en especial las relacionadas con la tecnología y los grandes volúmenes de datos. Día sí y día también, el nuevo servicio de moda en internet abre allí oficina o cambia sus condiciones legales para hacer que sus usuarios no residentes en Estados Unidos contraten con la delegación irlandesa. Pero, ¿por qué? ¿Qué tiene Irlanda, sobre todo legalmente, que resulta tan atractiva para esas compañías? La respuesta incluye tres factores: personal cualificado, grandes ventajas fiscales y suaves exigencias en materia de protección de datos.

Irlanda dispone de mucho personal cualificado. Tantos años con empresas de alto perfil tecnológico crearon necesidades en recursos humanos que poco a poco se fueron cubriendo, y hoy en día, eso ha dado lugar a un 'pool' de talento profesional muy considerable y apreciado.

En relación a la vertiente fiscal, el origen debe buscarse a finales de la Segunda Guerra Mundial. Por aquel entonces, el gobierno irlandés quería reverdecer el país. Por ello reinvirtió parte de los fondos proporcionados por EE.UU. como ayuda, contratando a un grupo de consultores norteamericanos que analizaron la situación económica. Aquel informe comenzaba con una frase que, hoy en día, es bastante famosa: “En la economía irlandesa, el ganado es el rey”.

Una de las propuestas del informe fue que Irlanda, siguiendo el ejemplo de Puerto Rico, redujera los impuestos aplicables a sociedades para atraer a las multinacionales. El gobierno irlandés vio en ello una reforma interesante y, poco a poco, se puso manos a la obra.

Con el tiempo, esa idea comienza a coger forma y a atraer a grandes empresas. Por ejemplo, Apple crea allí su subsidiaria en 1980. Sin embargo, no sería hasta finales de los 90 cuando Irlanda se convirtió en el (casi) paraíso fiscal que conocemoscasi. Fue entonces cuando su impuesto de sociedades pasó del 40% de 1990 a un muy escaso 12,5% en 2003 (y así hasta hoy). Un descenso continuado que ha ido a más en casos particulares, lo que ha llevado al inicio de investigaciones y varios cambios normativos. Con todo, la situación fiscal de Irlanda sigue siendo uno de sus mayores atractivos.

Finalmente, Irlanda tiene el reclamo de su (escasa) protección de datos. Solo este año, empresas como Etsy, Twitter, Dropbox o Zynga han cambiado sus términos y condiciones para indicar que los usuarios no residentes en Estados Unidos contratan con su (nueva) delegación en Irlanda. ¿Cuáles pueden ser los motivos? Algunos argumentan que se trata de alejar a dichos usuarios del control que pueda ejercer la NSA, pero también podría ser un intento por mejorar la adecuación a la normativa europea y protegerse ante una eventual suspensión del Acuerdo de Puerto Seguro. No es ilógico. Sin embargo, es probable que la verdadera causa sea un poco más compleja.

Históricamente, la agencia de protección de datos irlandesa ha sido acusada de ser poco estricta. Aplica su normativa, pero lo hace de una forma muy suave. Tanto, de hecho, que no sanciona, ya que no tiene potestad para ello. Su labor se limita a investigar el supuesto, advertir al infractor, sugerir mejoras y hacer un seguimiento de su aplicación. Poco más. La agencia irlandesa explica que ellos tienen otra forma de hacer las cosas, una más dialogante.    

Uno de los casos más famosos de abuso de esta debilidad es el relativo a la base de datos de la policía irlandesa, PULSE. Creada con la finalidad de monitorizar cualquier incidente en el que participara un agente, acabó usándose, entre otras cosas, para controlar a los novios de las hijas de los policías. La agencia irlandesa abrio una investigación sobre el asunto, tras haber colaborado en su puesta en marcha, pero acabó en nada.   

Otro caso polémico afectó durante 2011 y 2012 a Facebook. En aquella ocasión, la actitud de la agencia frente a la red social también fue tibia.

Sin noticias de Bruselas

Desde 2012, Europa intenta aprobar su nueva normativa en materia de protección de datos. Esta vez en forma de reglamento y no de directiva, lo que debería garantizar una interpretación y aplicación común de la norma (algo que no sucede en la actualidad). Dada la importancia de la materia y el interés económico sobre la cuestión (recordemos: los datos personales son el nuevo petróleo), la norma acumula considerables retrasos y más de 4.000 enmiendas 4.000 enmiendas(la que más en la historia de la Unión Europea).

De acuerdo a documentos filtrados sobre las negociaciones en Bruselas para aprobar el nuevo reglamento, Irlanda ha sido el tercer país que más enmiendas ha presentado para rebajar el nivel de exigencia actual en materia de protección de datos, justo por detrás de Reino Unido y Alemania. Por ejemplo, una de las demandas de Irlanda pretende facilitar la conservación de datos cuando el usuario es menor de edad.

Entre su capital humano, las ventajas fiscales y su benevolencia respecto al tratamiento de la información personal, no es raro que tantas multinacionales norteamericanas quieran dar el salto a la isla Esmeralda y que el ganado haya dejado de ser el rey en la economía irlandesa.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de PaulGiuseppe Milo y Jorge Morell

“Di poco y dilo bien”. Así reza un popular proverbio irlandés, y sin embargo, no es precisamente una de las virtudes de los términos y condiciones, que tienen la mala costumbre de decir mucho y pocas veces de la forma más clara.

Esta historia tiene a varias docenas de esos términos y condiciones como protagonistas, pero también a cientos de millones de datos personales. El escenario es una isla (no tan) remota cuyo antiguo nombre, Ériu, evoca relatos de fantasía. Ahora, en pleno siglo XXI, es identificada como una de las mayores guardianas del oro de nuestros tiempos. Hablamos de Irlanda y de la información personal.