Esta gigantesca impresora es capaz de fabricar cohetes que viajen al espacio

35 millones de dólares de financiación (28,49 millones de euros) con los que contratar nuevos empleados, construir nuevas instalaciones y, sobre todo, fabricar una versión actualidad de Stargate, su gigantesca impresora 3D para construir nada más y nada menos que un cohete. La startup Relativity Space, con sede en Los Ángeles, quiere fijar un nuevo hito en la carrera espacial.

Según su CEO, Tim Ellis, pueden producir y lanzar cohetes en 60 días. En su equipo hay ingenieros con una trayectoria envidiable: su CTO y cofundador, Jordan Noone, había trabajado en SpaceX, la empresa de cohetes con la que Elon Musk pretende conquistar el espacio. El propio Ellis estuvo en Blue Origin, fundada por Jeff Bezos y que destaca por centrarse en los cohetes reutilizables. Ambos tenían un anhelo cuando decidieron embarcarse en la aventura: fabricar un cohete con una impresora 3D.

Su propuesta, además de prometedora y futurista, conlleva una menor dificultad a la hora de ensamblar las piezas: según Ellis, si los actuales cohetes tienen más de 100.000 elementos, el Terran 1, su primer prototipo, tendrá menos de 1.000. 

La impresora se llama Stargate. De acuerdo a la compañía, crea todas las piezas metálicas en dos meses. Tiene, además, varios cabezales que pueden trabajar a la vez y que aceleran el proceso de producción. “Permite construir geometrías tradicionalmente imposibles y finalizarlas en un paso”, describen en su web.

Una de las piezas más destacadas que ha fabricado hasta la fecha es un motor, el llamado Aeon 1. Tiene unos 100 componentes (según la compañía, los de la competencia pueden llegar a tener hasta 2.700) y cuenta con propulsores de oxígeno y metano. Según Ellis, se podría imprimir en menos de 20 días.

Hace tres años, la empresa comenzó su andadura con medio millón de dólares de los fundadores (407.000 euros al cambio actual). Aunque han trabajado sin hacer ruido hasta el año pasado, la firma ya ha obtenido unos 45 millones de financiación (36,68 millones de euros) de fondos de capital riesgo. Entre ellos, Y Combinator, la famosa aceleradora de startups que también impulsó a Airbnb o Dropbox.

A esto se suma un acuerdo con la NASA para usar durante 20 años algunas instalaciones de la agencia espacial estadounidense. En concreto, el E4 del John C. Stennis Space Center, situado en Misisipi. Con una extensión de 10 hectáreas, sus espacios de prueba permitirían desarrollar y poner a prueba los suficientes motores como para construir 36 cohetes al año

De momento, la Stargate ha sido capaz de fabricar el 95 % de los componentes del cohete. El pasado mes de julio, este porcentaje era del 90 %, así que puede que en los próximos meses la cifra siga yendo a más. “Uno de los beneficios de la impresión 3D es que podemos testar, reunir datos, imprimir una nueva versión y testar de nuevo en semanas en vez de en meses”, explica Ellis.

Cada uno de estos cohetes, de un solo uso, valdría 10 millones de dólares, unos 8,1 millones de euros. No son de los más baratos, ya que empresas como Virgin Orbit tienen aparatos de entre 3 y 5 millones de dólares, pero tampoco de los más caros: SpaceX y Blue Origin, las antiguas empresas de los cofundadores de Relativity Space, construyen naves que cuestan entre 62 y 400 millones de dólares.

Una industria en expansión

Con la proeza del cohete fabricado mediante impresión 3D, Relativity Space entra en una industria cada vez más atractiva para los negocios. Según la compañía de inversión Space Angels, las empresas del sector espacial consiguieron una inversión de 3.900 millones de dólares en 2017 (3.174 millones de euros). En total, fueron 120 las firmas que apostaron su dinero. Desde 2009, cuando SpaceX realizó su primer lanzamiento comercial exitoso, hasta hoy, se han invertido 12.800 millones de dólares (más de 10.428 millones de euros).

En 2017 también se batió el récord de empresas que recibieron este tipo de fondos: un total de 303. Más del 72 % de la inversión fue a parar a empresas de lanzaderas, que desbancaron al sector de satélites tras una larga etapa como el más financiado (desde 2009).

Por otra parte, el informe de Space Angels vaticina que en unos años los lanzamientos privados de cohetes serán más “fiables” y “rentables” que los impulsados por agencias estatales. Y en la NASA son conscientes de que la industria espacial está cambiando.

Uno de sus directivos, Bill Gerstenmaierdijo el año pasado que la agencia debería enfocarse en naves polivalentes (“si bien un módulo de aterrizaje lunar debe ser diferente a uno que aterriza en Marte, puedes desarrollar una nave que sirva en ambos casos”) y en viajes tripulados: la meta sería “aumentar la cantidad de personas en el espacio”, y para ello se necesitarán acuerdos con diversos actores, desde empresas hasta otros países. 

De momento se están asociando con empresas para el uso de sus instalaciones, como en el caso de SpaceX y el centro espacial de la NASA en Florida: de allí salió el Falcon Heavy el pasado mes de febrero. El convenio firmado con Relativity Space también es un ejemplo de la colaboración con el sector privado.

Impresoras 3D en Marte

Según las previsiones de Ellis, las pruebas de la impresora Stargate seguirán a lo largo de 2018 y 2019. Si todo va bien, el primer lanzamiento orbital del Terran I tendrá lugar en 2020, seguido a comienzos de 2021 por la puesta en marcha del servicio a empresas. Pero no es su única meta.

Relativity Space se atreve a predecir que imprimirán en 3D el primer cohete fabricado en Marte. Afirman estar comprometidos “con hacer que la humanidad sea multiplanetaria”. Cuando las personas comiencen a establecerse en el planeta rojo, “la automatización y la impresión 3D ligera y compacta” serán tecnologías fundamentales para establecer una nueva sociedad con recursos escasos. Además, será “el medio más escalable para volver a casa”. Todo ello si, finalmente, los vaticinios de estos visionarios se cumplen.

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Las imágenes son propiedad de Relativity Space (1, 2, 3)