¿Cuánto hace que no escuchas el sonido de una cinta al rebobinarse? ¿Y el de un teléfono de disco? ¿Y el del botón de tu inseparable 'walkman'? Es posible que pensando en todo ello te haya entrado una enorme añoranza, pero tranquilo, todavía hay esperanza: los alemanes Daniel Chun y Jan Derksen se están encargando de rescatar todos esos 'ruiditos' del ayer.
El colectivo, haciendo un juego con sus apellidos, se denomina 'chunderksen' y han creado un museo sonoro online al que han bautizado como 'conservethesound' (conserva el sonido).
“Lo visual domina nuestra vida. Los sonidos se quedan en un plano secundario. Nosotros queremos romper ese hábito”, explican los artistas a HojaDeRouter.com. “Normalmente las personas coleccionan pintura, fotografía, escultura y lo exhiben o lo llevan a un museo, pero raramente se preocupan de los sonidos”, lamentan.
Daniel y Jan comenzaron a reflexionar sobre estos aspectos hace alrededor de cuatro años, cuando los teléfonos táctiles y las 'tablets' empezaron a ser parte de lo cotidiano. “En ese momento nos dimos cuenta de que los sonidos causados por presionar los teclados de los viejos móviles iban a desaparecer”, apuntan.
Y fue así como, tras varias cavilaciones, surgió la idea de crear este armario virtual de los recuerdos sonoros. “Además de preservar la historia, los sonidos evocan emociones nostálgicas. Han sido una parte importante de la vida cotidiana de muchas personas durante mucho tiempo”, subrayan.
Para llevarlo a cabo consiguieron financiación en 2012 de la German Film und Medienstiftung NRW, que se ocupa de promover proyectos innovadores ligados al mundo audiovisual. En marzo de 2013 ya habían lanzado la página y a finales de ese mismo año consiguieron el premio de la Kulturkreis (Asociación artística y cultural de la federación de industrias alemanas).
“La vida de muchos objetos , especialmente en el mundo digital, es cada vez más corta. Cada vez más, vivimos en una sociedad de 'usar y tirar'. Por ello, tenemos muchos trabajo que hacer”, afirman los creadores.
Todo el proyecto se encuentra tamizado de nostalgia, no sólo para nuestros oídos sino también para nuestros ojos, porque aparte de ofrecer, por ejemplo, los melancólicos repiqueteos que surgían de un teléfono de disco, introduce también una fotogalería que acompaña la reproducción.
La web cuenta además con una sección de entrevistas a las personas encargadas de registrar los diferentes ruidos, aunque lo cierto es que, según Daniel y Jan, el 99% han sido fruto de su propia búsqueda.
“No hay contenido tomado de internet, todo es real”, subrayan los artistas, que animan a que cualquiera participe enviando su sonido por email o subiéndolo a la página (aquí puedes ver cómo hacerlo). “No tenemos un plan estricto de recolección, nos lo tomamos como un juego”, aseguran.
Pese a la corta vida del museo, éste ya cuenta con auténticas joyas como el sonido de una avioneta JU 52 de los años 30, que también recoge la conversación de los propios pilotos.
Al igual que cualquier pinacoteca, conservethesound.de es capaz de despertar todo tipo de sentimientos entre sus visitantes. “La gente nos escribe correos, mensajes en Facebook e incluso cartas 'reales' agradeciéndonos lo que estamos haciendo”. De todos ellos hubo uno especialmente emotivo: “Vino de una señora que nos dijo que se puso a llorar al escuchar el sonido de la vieja máquina con la que escribió su tesis universitaria”.
La añoranza por la tecla y la mecánica no es sólo un sentimiento para los artistas, sino que han desarrollado toda una filosofía en torno a estos sonidos y aseguran que, con “el aumento de los componentes eléctricos y digitales, el mundo se está volviendo más artificial. Habrá más sonidos falsos en el futuro, llegar a ellos será un proceso interesante”, afirman.
“Hoy todas las cámaras de los teléfonos suenan como una analógica, lo sabemos porque las conocemos del pasado. Nuestros hijos no recuerdan el sonido original, lo aceptan como artificial. Si fuésemos más allá e introdujésemos otros completamente diferentes, nadie se sorprendería en un futuro cercano”, reflexionan.
Pese a que pudiera dar esa impresión, el museo no pretende quedarse sólo en los “sonidos técnicos”, sino también captar aquellos rumores de la naturaleza que corren riesgo de desaparecer. “Nos gustaría recopilar por ejemplo el de las aves en peligro”, afirman. “Además, tenemos un gran interés en los sonidos de los lugares históricos: edificios que serán derribados o que pronto dejarán de existir en su estado original. También sería muy interesante para nosotros recoger los sonidos más internacionales y compararlos con objetos en diferentes naciones”.
Lo curioso de este museo es que, efectivamente, retrata la sociedad de consumo en la que estamos cada vez más inmersos. No hace falta echar la vista muchos años atrás para darse cuenta de que hay ecos que ya no volverán. “Nos encantaría contar con el mítico tono de llamada de un viejo teléfono móvil Nokia o el sonido de inicio de una Game Boy. El problema de estos sonidos ”artificiales“ es que están protegidos por derechos de autor y es un reto conseguirlos”.
Y ahora te proponemos un viaje en el tiempo: sube los altavoces y... Bienvenido al pasado.