4 de octubre de 2012. Se celebra el primer cara a cara entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Romney, a la postre perdedor de los comicios, se impone a un Obama agazapado y a la defensiva. Mientras, en España, el juez Pedraz archiva la causa contra los organizadores del accidentado 25-S. Y algo más debe suceder porque el rostro de un joven multimillonario copa las portadas de todos los diarios digitales. Se trata de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. La red social más popular del planeta alcanza la mágica cifra de 1.000 millones de usuarios y su máximo responsable lo anuncia a bombo y platillo.
Casi ocho meses después, el crecimiento de Facebook se ha ralentizado, su estrategia móvil hace aguas, su salida a bolsa se ha revelado como un completo fiasco (en un año las acciones han perdido más de un 30% de su valor) y numerosos analistas comienzan a hablar de estancamiento. Lo que eran redobles de tambores se ha convertido en silencio de trompetas. Pero, en el camino, pocos se han parado a revisar las cifras con detenimiento.
Y no es que no haya datos que alimenten la desconfianza. En agosto de 2012, cuando aún no había alcanzado los supuestos 1.000 millones de usuarios, la compañía remitió al regulador de la bolsa estadounidense (la SEC) uno de los cuatro informes anuales obligatorios para cualquier empresa cotizada. En él, los de Menlo Park reconocían que un 8,7% de los perfiles registrados en su plataforma (unos 83 millones) eran falsos. Algo así como la población total de Egipto o algo menos que el doble de los habitantes de España.
Prometían eliminarlas todas y aseguraban estar haciéndolo a un ritmo de al menos 20.000 al día. Si las matemáticas no nos fallan, a ese paso de tortuga tardarían 4.150 días – más de 11 años – en borrar 83 millones de perfiles. Eso sin tener en cuenta los que surgieran a partir de entonces ni la velocidad a la que surgirían, que también se puede calcular.
Vamos a intentarlo. En marzo del mismo año, Zuckerberg y los suyos reconocían contar con un máximo de 50,7 millones de perfiles falsos en su plataforma. Por lo tanto, en cinco meses, de marzo a agosto, nacieron 32,3 millones más, lo que representa un ritmo de crecimiento de unos 6,5 millones mensuales, diez veces más de los que Facebook habría borrado en ese mismo tiempo, según sus propias estimaciones.
¿Por qué me cuentas esto ahora?
Porque el problema parece seguir sin resolverse, a pesar de las promesas de Zuckerberg. Aunque no se trata de datos oficiales, la consultora eMarketer hizo público en la segunda semana de mayo un estudio que vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de los perfiles falsos. Según esta firma, de los 1.000 millones de usuarios activos que la red social afirmó haber alcanzado en 2012, menos de 890 millones se correspondían con personas reales, de carne y hueso.
Y no es la única cifra que queda desmentida. En la presentación de sus resultados del primer trimestre de 2013, Facebook aseguró haber alcanzado los 1.110 millones de usuarios activos mensuales, una cifra que según eMarketer no alcanzarán al menos hasta 2014 si descuentan las mascotas, los robots y las tostadoras.
¿Por qué se supone que es un problema?
Puede que os estéis preguntando por qué estas cifras son tan alarmantes y si no sería más sencillo ignorar la existencia de esos perfiles, dejar que estén ahí mientras no hagan daño a nadie. La razón es muy sencilla: el valor de Facebook, la base de su modelo de negocio, es su comunidad. Los de Menlo Park, y sobre todo sus 'stakeholders' (accionistas, inversores, clientes, socios...), necesitan dar garantías de que sus usuarios son gente real, a ser posible con poder adquisitivo y tarjeta de crédito. Al fin y al cabo, Facebook vive de la publicidad y si las marcas perciben que sus impactos no están llegando a potenciales consumidores no estarán dispuestas a meter dinero en la plataforma.
De hecho, los responsables de la red social han tenido que salir al paso de la polémica en varias ocasiones. “En Facebook tenemos un auténtico compromiso de encontrar y desactivar las cuentas falsas”, aseguró a la CNN Joe Sullivan, su jefe de seguridad. “Nuestra plataforma está íntegramente basada en personas que utilizan sus identidades reales”.
La importancia de poner en práctica esta filosofía, y sobre todo de demostrárselo a los anunciantes, es aún mayor en el terreno de la movilidad, donde Facebook aún no ha logrado dar con la tecla. Más allá del mejor o peor recibimiento de anuncios como FB Home y el HTC First, la firma tiene que hacer frente al reto de las cuentas falsas, porque perros y electrodomésticos no llevan tarjeta de crédito y tampoco un móvil en el bolsillo.
¿Hay alguna solución?
En el ya mencionado informe de agosto de 2012, Facebook repartía a los impostores en tres grupos: cuentas duplicadas (4,8%), cuentas mal clasificadas (2,4%) y cuentas indeseables o 'spam' (1,5%). Aunque ninguno aporta valor a la plataforma, no todos son igual de peligrosos y deben ser tratados de distinta forma.
No todos los perfiles falsos pertenecen a mujeres de escándalo que te escriben por privado porque han visto tu foto y, al parecer, eres el hombre de sus sueños. También están los frutos de la clonación de cuentas, tan recurrentes para tener éxito (sin muchos escrúpulos) en Farmville y sus cincuenta sucedáneos. O esa cuenta que le abriste a tu madre sin saber que sus amigas ya le habían regalado una. O la falsa identidad con la que flirteas al margen de tu matrimonio. O el 'spam'. O tantas otras...
Todas ellas, según la política de Facebook, merecen ser borradas. Pero hay un caso distinto, que son las que Zuckerberg y los suyos consideran “mal clasificadas”. Se trata en este caso de perfiles como el de James, que en realidad no tiene ni idea de lo que es Facebook porque es un perro.
Mascotas, marcas y otras cuentas similares pueden tener su sitio en Facebook, pero está claro que no son perfiles 'humanos'. Vale, es cierto que el animal no teclea por sí mismo, pero su dueño ya tiene su propio espacio en la red social y lo único que quiere es subir fotos de su producto estrella o su mejor y más peludo amigo.
En estos casos, la solución son las páginas, que no hinchan la cifra de usuarios activos mensuales y sí permiten a la legión de admiradores de los zapatos que nunca huelen y el gato más inteligente de internet seguir sus andanzas. En Menlo Park lo saben y por eso dan información detallada a quien decida hacer la transición de una cuenta personal a una página de forma indolora y sin perder contenido.
Y para terminar, como os habéis portado bien y habéis leído el artículo entero, os dejo con una recopilación de las mascotas más populares de Facebook.
¡Disfrutad!
BOO
En el momento de redactar este artículo, el autoproclamado 'perro más mono del mundo' contaba con una legión de casi siete millones de fans en su página de Facebook. Entre sus admiradores se cuentan 'celebrities' como Nicky Hilton, Khloé Kardashian o la estrella del pop Ke$ha, que a juzgar por sus propias palabras está platónicamente enamorada de la mascota.
El fenómeno Boo es tal que este adorable y mullidito can ha publicado cuatro libros (sobre sus aventuras y desventuras en un mundo de humanos que le adoran), tiene su propia línea de peluches, es un imán de acuerdos publicitarios y desde luego ha cambiado la vida de sus afortunados dueños. Por cierto, se dice que su orgullosa mamá trabaja en Facebook. Al final queda todo en casa.
BEAST
Lo suyo no tiene mucho mérito, porque es el perro de Mark Zuckerberg. Aunque en realidad se lo ha currado para llegar al millón y medio de fans que tiene en el momento de redactar estas líneas. También hay quién lo sigue para tener acceso exclusivo a las instalaciones de Facebook, donde su dueño (o quién sea) toma la mayor parte de las fotos que conforman los álbumes de 'Bestia'.
COOPER
Las estrellas de internet, los gatitos, también tiene su parcela de éxito en Facebook. Uno de los más populares es Cooper, el minino fotógrafo, que lleva una cámara instalada al collar con la que captura sus propias imágenes. Su página tiene más de 100.000 seguidores.
MEOWINGTONS
Lo suyo son las ciencias, concretamente la “gatología”, y tiene un número de seguidores parecido al de Cooper. La diferencia es que el Profesor pasa de las fotos y se dedica a divulgar conocimientos (gatunos).