De los 90 hasta hoy, hemos visto llegar las redes sociales, los smartphones, las tabletas o el 4G. Nos hemos despedido del MSN Messenger y de muchas salas de chat, aunque ElOtroLado o Isla Tortuga siguen entre nosotros. Mientras tanto, la cantidad de publicidad web ha dejado de preocuparnos del modo en que lo hacía antes, aunque hay algo que nos sigue aterrando: la privacidad, con el añadido de lo que pueda pasar a los más pequeños.
De todo ello ha quedado constancia. La Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), la misma que edita el famoso Estudio General de Medios (EGM), acaba de publicar su vigésimo estudio Navegantes en la Red, una radiografía anual de los usos y costumbres del internauta español. La publicación llega así a sus dos decenas de estadísticas (primero lo hizo cada año y medio y desde 2001 cada 12 meses) sobre la Red en el país, y permite diseccionar todo lo que ha sucedido en estas dos décadas en las que tantas cosas han cambiado.
En el primer informe se recogían datos de octubre a diciembre de 1996, cuando tan solo 526.000 personas decían haber accedido a internet durante el último mes, pero ya significaban un aumento del 117,7 % con respecto a los meses de febrero y marzo. Y eso a pesar de que 4,6 millones de personas que tenían un ordenador en casa lo usaban “habitualmente”.
Poco a poco, la Red se iba expandiendo: según las respuestas, casi un tercio de los internautas (el 32,8 %) llevaban de cuatro a doce meses con una conexión, y un 20,4 % llevaban más de un año y menos de dos. En el año 2001, cuando se publicó la primera encuesta del cambio de siglo, ya eran más de 6,8 millones de personas las que habían accedido en los últimos 30 días. Hoy, un 53 % de los encuestados dice conectarse desde hace más de 15 años.
No sin mi teléfono móvil
Que hoy más de un 90 % de internautas españoles accedan a internet desde el teléfono puede parecer una obviedad: la expansión de los smartphones desde 2007 y las tarifas de datos o wifi ayudaron a ello. Sin embargo, en los últimos años también se ha reflejado una preocupación por el papel del internet móvil en nuestras vidas.
Hasta la explosión de los smartphones, la mayor parte de los encuestados se conectaban a través de un ordenador fijo o de sobremesa, con más del 90 % hasta 2009, cuando descendió hasta el 67,4 actual. En 2002, apenas un 10 % de internautas lo usaban, pero poco a poco la cifra fue creciendo, a la vez que se popularizaban las redes wifi. En la actualidad, es el principal dispositivo de acceso a internet.
Ahora, con este panorama, un 47,1 % piensan que “no podría vivir sin internet en el móvil”, una pregunta que se empezó a hacer en 2011, precisamente con la expansión de los iPhone y modelos Android (de un 49,7 % a un 64 % en solo un año), y cuyo porcentaje no ha dejado de subir desde entonces. Aunque pueda sorprender, este dispositivo se usa sobre todo para consultar el correo electrónico (84,6 %), aunque la mensajería instantánea le sigue muy de cerca (79,2 %).
“No podría vivir sin internet en el móvil”
Y si bien podría parecer que las tabletas quedaron obsoletas hace varios años, lo cierto es que su uso no deja de subir para acceder a la Red. Duplicaron en 2011 su penetración con respecto al año anterior, cuando se lanzó el iPad, un 14,3 % frente a un 7,2 %. Desde entonces, solo ha bajado en 2016. Su portabilidad y su uso para la multitarea (un fenómeno del que hablaremos más tarde y que también se ha visto reflejado en la encuesta) parecen ser las claves para que se sigan utilizando.
Confianza y preocupaciones variables
La concepción sobre lo que se puede hacer en la Red sin correr peligro ha cambiado mucho en estos 20 años. Por ejemplo, cada vez hay una sensación mayor de seguridad en la compra onlineonline: un 78,3 % de los internautas no había comprado nunca en 1996, y los que lo hacían era software y hardware, seguido de los libros y, atención, “suscripciones a revistas y periódicos”.
Más de la mitad de los internautas todavía no lo habían hecho en el cambio de siglo, y en 2002, el primer año que se preguntó por los supermercados virtuales, los más usados eran El Corte Inglés y Caprabo a casa. 15 años después, el 22,1 % de la cuota se la lleva Amazon, El Corte Inglés ocupaba el segundo lugar y Caprabo a casa apenas supone un 1,6 %. Según el último informe, “el internauta español tiene un alto grado de confianza en la compra online”online.
Los recelos en las compras no se han superado, como tampoco los que tienen que ver con la privacidad. Curiosamente, en el año 96, cuando se estaba recogiendo la información para el primer informe, y a pesar de que la AIMC advertía de que los datos serían tratados “de forma confidencial para garantizar el anonimato de las personas colaboradoras”, muchos usuarios amenazaron con llevar a la asociación a los tribunales si no lo cumplían, según recoge el propio informesegún recoge el propio informe. “Se detecta un sentimiento de defensa muy legítimo pero casi obsesivo, frente a las posibles operaciones de marketing directo que puedan dimanar del conocimiento de los datos personales”, escribían. “Sentimiento posiblemente reforzado por experiencias de los entrevistados (alguno de ellos lo mencionaron) donde la encuesta era solo la excusa y vía de entrada para tratar de vender algo”.
Esa preocupación por la privacidad de hace más de 20 años ha seguido hasta hoy. En 2011, el 70 % de los encuestados manifestaban su preocupación por este tema, y en 2017 se incrementaba el uso de programas de control parental hasta un 28,9 %, 4,5 puntos más en dos años, y la vigilancia personal de horarios y visitas un 25,9 %.
Otra constante en estos 20 años ha sido el malestar por la publicidad, que ha ocupado los primeros puestos a lo largo del tiempo, intercalándose con otras inquietudes. 76 % de los encuestados se quejaban de que había “demasiada publicidad” en 2003, casi cuatro puntos más que el año anterior. En aquel entonces se preguntó por primera vez por programas para evitar ventanas emergentes y banners publicitarios; de hecho, su popularización hizo que la publicidad fuera cayendo como uno de los principales problemas, y ya en 2005 los virus preocupaban un poco más (62,4 % frente al 62,1 % de los anuncios).
Fue en 2009 cuando estos dejaron de verse como los principales problemas, y comenzaba a ser la velocidad de conexión lo que más inquietaba a los españoles. Sin embargo, de nuevo hoy la publicidad es el problema mayoritario para la mayoría (59,9 %), seguido de la velocidad, la seguridad, el coste, la privacidad y, en sexto lugar, la infección por virus o programas espías. Y esto último a pesar de que el número de infectados en los 12 últimos meses había aumentado del 50,3 % de 2013 al 66,3 en 2017.
Lo que WhatsApp y Google destronaron
En la actualidad, WhatsApp es el rey de la mensajería instantánea, seguido de lejos, aunque estable, por Facebook Messenger. La aplicación del bocadillo verde se ha hecho reina del panorama después de que otras como Skype o Google Hangouts allanaran el camino en un país en el que hasta 2010 reinaba el MSN Messenger: la mayor caída del servicio de Microsoft se dejó sentir de 2011 a 2012, cuando WhatsApp empezó a expandirse en España, aunque cuando Tuenti y Facebook se popularizaron, allá por 2008, ya comenzó a sufrir los primeros achaques.
A la vez, Skype y Hangouts, aupadas por la popularización de los smartphones, han dejado de tener tanta presencia, aunque de forma más lenta y manteniendo cifras que ya querría para sí Line, que hace cinco años era la alternativa mejor vista para WhatsApp y que se ha visto superada por Telegram.
Evolución de la mensajería instantánea en España
Y si WhatsApp es la reina de la mensajería instantánea, el rey de la internet española es Google. A finales del siglo XX, las webs más visitadas eran las de Microsoft, probablemente para usar Hotmail, que había irrumpido en julio de 1996, meses antes de la primera encuesta; Yahoo, que ya contaba con su buscador, y los medios de papel que tenían versión digital, y a los que se llamaba en la encuesta “periódico electrónico”. La mayoría de los usuarios mencionaban otros buscadores: Altavista, Olé, Lycos… Poco después, en el 99, Terra sería ya la más visitada, y Yahoo se convertiría en el directorio o buscador preferido. El dominio de estas dos web se mantendría hasta 2002, cuando un buscador con sede en Mountain View se haría con el primer puesto para no irse nunca más.
Pero el buscador no es el único servicio de la multinacional que ha conseguido hacerse un hueco entre los favoritos de los internautas españoles. Aunque lentamente, ya que se lanzó en abril de 2004, Gmail es hoy el servicio estrella de correo electrónico. 1999 fue el primer año en el que se preguntaba por el “software de correo electrónico que utiliza preferentemente”. Outlook (Microsoft) se llevaba entonces la palma con un 57,9 %, seguido muy de lejos por Messenger (Netscape) con un 17,6 %.
En 2007 fue cuando la AIMC detectó por primera vez un descenso de los usuarios en Outlook con respecto al año anterior. 12 meses después, cuando preguntaron por primera vez por Gmail con su nombre, ya un 18,9 % de los internautas españoles lo usaban, mientras que el 38,3 % seguían apostando por Hotmail. La cifra de este último servicio fue descendiendo hasta que se integró en Outlook en 2012; sin embargo, ha seguido bajando en los últimos seis años. A Gmail también le benefició la expansión de los teléfonos con sistema operativo Android, de 2011 a 2012, y que con una misma cuenta se pueda acceder a varios servicios, como YouTube o Blogger.
De la decadencia del P2P al auge de la economía colaborativa y los youtubers
De 2006 a 2011, las redes P2P fueron decayendo, coincidiendo con la llegada de YouTube, Spotify o el fenómeno Megaupload: en el primer año las usaban un 45,8 %, en 2011 un 19,5 % y en la actualidad solo un 13,4 % de los internautas recurren a ellas. Ya en 2017, la encuesta comenzaba a registrar otra tendencia, en este caso alcista para las plataformas de pago: el número de abonados a estos portales creció un 90 % con respecto al año anterior. No en vano, es el año en el que se presenta una mayor oferta y muy asentada: Netflix, HBO, Amazon Prime Video, Filmin, Wuaki...
Con este panorama, las cifras de consumo de vídeo son sorprendentes. En 1996 apenas un 5,2 % de los internautas usaban la Red para consumir vídeo. Hoy, un 83,4 % aseguran haber visto vídeos online en el último mes.online De hecho, la AIMC se ha adaptado a estas formas de consumo y desde 2016 pregunta por el fenómeno de los youtubers: aquel año, cerca de un 40 % de internautas decía seguir a alguno de ellos, un 16,3 % de forma habitual. Un año después, en 2017, los porcentajes son similares: apenas un 17 % lo hace de forma frecuente. En los próximos años habrá que ver si es un fenómeno estancado o si crece.
Por otra parte, en 2014 se comenzó a ver reflejado en los datos el fenómeno de la economía colaborativa: entonces, un 7,9 % afirmaba haber alquilado un alojamiento en webs como Airbnb en el último mes y un 3,2 % aseguraba haber compartido coche en plataformas del estilo de BlaBlaCar en el mismo periodo. Tres años después, en 2017, ha crecido muy poco, un 12,5 y un 4,9 respectivamente, pero no parece que vaya a decaer.
Lo que el tiempo se llevó
Los usos han variado mucho, y la AIMC recoge costumbres que ya forman parte del recuerdo y la nostalgia de algunos. En 2002, un 19,5 % de los encuestados aseguraba haber mandado una postal electrónica, algo por lo que, lógicamente, ya ni se pregunta. Por otra parte, un 49,5 % no usaban “emoticones” (así los llamaban) en el año 1999, el primer año que se preguntó sobre estos símbolos, una cifra muy similar a la de 2001 (47,1 %), pero en 2003 ya eran solo el 33,6 %; y hoy, aunque tampoco se pregunta por ello, nos podemos imaginar que los emojis tienen mucha más aceptación.
En aquel 1999, incluso un 10,4 % de los encuestados se conectaban porque una empresa les regalaba la conexión, un porcentaje algo menor que el año anterior (11,4 %). En 2001 se dejaría de preguntar por esta práctica, pero sí se cuestionaba sobre la idoneidad de una tarifa plana, para la que la mayoría se inclinaba a no pagar más de 5.000 pesetas (unos 30 euros de la actualidad, sin tener en cuenta la inflación).
También en las primeras encuestas se preguntaba por el número de direcciones que se guardaban en favoritos, si se desactivaba la carga de imágenes (la gran mayoría no lo hacían) o si se usaban barras de herramientas en el navegador, una práctica habitual en los informes de mediados de la década pasada. Quizá dentro de 20 años las preguntas y respuestas que hoy nos resultan habituales (o incluso obvias) también sorprenden por anticuadas a aquellos que las lean.
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