Goya se instaló en el Departamento de Ingeniería de Sistemas Telemáticos (DIT) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) a finales de los años 80. Le acompañaban otros nombres reconocidos del arte patrio, como Velázquez y Sorolla. En aquellos tiempos, a los responsables del centro les dio por bautizar a las máquinas con nombres de pintores, así que reunieron todo un elenco de virtuosos del pincel rellenos de silicio.
Gracias a su elección, el apellido del artista zaragozano, además de formar parte de la historia cultural de España, se hizo un hueco en los anales de las telecomunicaciones. Como aclara Juan Antonio Esteban a HojaDeRouter.com, “Goya era un servidor de los de la época” (uno de los poquísimos), de la marca Sun Microsystems, que permitía intercambiar correos electrónicos. Posteriormente fue relevado por modelos de ‘goyas’ más modernos –“siempre les llamaron así”−, pero aquel, el original, fue el germen de la empresa Goya Servicios Telemáticos, el primer proveedor de internet en España, cofundado por Esteban en 1992.
El informático, que ahora imparte clase en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), trabajaba en el laboratorio de investigación de Standard Eléctrica (actualmente Alcatel) cuando conoció a la Goya metálica en 1985. Su empresa se conectaba una vez al día a la máquina del DIT para enviar y recibir los mensajes. “Era como si vinera el cartero”, recuerda.
Este servidor arcaico atraía no solo a personal universitario, sino también a profesionales como Esteban que sentían curiosidad por su funcionamiento. “Yo colaboraba con ellos a título voluntario, como mucha otra gente, porque nos parecía fantástico y apasionante todo lo que estaba pasando”, dice. Asistían al nacimiento de internet en España.
El ejemplo europeo
Para entender el origen de la historia hay que mencionar a José Antonio Mañas, por entonces catedrático de Telecomunicaciones de la UPM. “Se fue a Europa a averiguar cómo los equipos de investigación podían conectarse con sus compañeros internacionales”, cuenta Esteban. Mañas consiguió reunirse con los miembros del Grupo Europeo de Usuarios Unix y convertirse en el representante español para fundar, junto a sus colegas, la Asociación de Usuarios de Unix en España (UUES). “Funcionábamos como una especie de federación de servicios de internet”, describe Esteban.
Así fue como llegó Goya: la máquina, que usaba el sistema operativo Unix, servía de nodo patrio dentro de la red europea EUNet (de European Unix Network). Llamaba una vez al día a Holanda para conectarse utilizando el protocolo X.25 (un estándar de comunicaciones hoy obsoleto), intercambiaba el correo electrónico y se volvía a desconectar.
Aunque inicialmente solo los investigadores usaban el servicio, pronto fueron acercándose más y más interesados. “El DIT colaboraba con una serie de empresas y cuando supieron que tenían correo electrónico, solicitaron el servicio”, relata el profesor de la UNIR. El número de usuarios, todos profesionales o centros científicos, fue aumentando gradualmente hasta que la universidad decidió que ya no podía dar cobertura a las decenas de organizaciones que llamaban a su puerta. Aunque los miembros de la UUES compartían gastos, cada vez quedaba menos claro quién tenía que pagar qué.
Tomando como ejemplo a otros integrantes de la asociación europea que se habían profesionalizado, el informático y un pequeño equipo fundaron en 1992 Goya Servicios Telemáticos, que heredó el nombre de la máquina del DIT a pesar de que luego instalarían otra distinta en la sede de la empresa. Esteban fue su primer director: “Inmaculada Pindado, de la Escuela de Telecomunicaciones de la UPM, era la directora técnica; Francisca Jiménez llevaba toda la parte administrativa y contábamos con apoyos externos”.
“La mayoría del equipo teníamos que importarlo de Estados Unidos”, prosigue el profesor de la UNIR. Cuando el servicio pertenecía al DIT, la conexión se realizaba por vía telefónica, pero los usuarios de la empresa ya utilizaban módems. “Usábamos líneas internacionales para intercambiar tráfico y navegar”, dice Esteban.
Según relata, el enlace principal con Europa lo compartían con la RedIRIS académica, otro de los resultados de aquel centro neurálgico localizado en la UPM. “La velocidad para toda España era de unos 128 kbps; cualquier móvil de hoy en día va mucho más rápido”, advierte el experto.
Goya fue ampliando su ancho de banda hasta que, en 1993, la empresa estableció la primera conexión internacional TCP-IP e instaló el primer servidor web. La navegación no daba para mucho, pero las páginas de entonces tampoco tenían tanto que mostrar: “Constaban, básicamente, de una imagen y un menú, porque no había capacidad para insertar multimedia”, apunta Esteban.
Un imán para futuros gigantes de internet
“Uno de los clientes más curiosos que tuvimos fue Telefónica”, cuenta divertido. El que luego se convertiría en uno de los reyes del servicio les contrataba internet, al igual que otros gigantes tecnológicos como Fujitsu. “Por entonces las grandes compañías de telecomunicaciones europeas no creían que internet fuera a tener éxito, se interesaban por otro tipo de conexiones y protocolos”, explica el informático.
El precio del servicio se cobraba por minutos de conexión o por cantidad de tráfico intercambiado. Mientras que las organizaciones más pequeñas podían pagar del orden de 10.000 pesetas al trimestre, las grandes podían abonar una cantidad hasta veinte veces superior.
Goya era una especie de ‘startup’ al más puro estilo noventero. Esteban la describe como “la típica compañía tecnológica, muy divertida, que fue creciendo tecnológicamente y en personal”. Seguían los adelantos que surgían en Europa y Estados Unidos para incorporarlos a su oferta. La sociedad era rentable, pero daba pocos beneficios porque la mayoría de ingresos los reinvertían en tecnología.
“Recuerdo cómo intentaba explicar a mis amigos lo que era internet y por qué iba a tener éxito”, evoca el docente de la UNIR. “Todavía teníamos que compararlo con el fax y decir que iba a ser aún más importante”. A otros, sin embargo, no tenían que explicárselo. “Un día llamó un particular diciendo que quería contratar internet”, narra Esteban, algo bastante atípico debido a los altos precios del servicio. Después de instalar el equipo en su vivienda, volvió a contactarles enfadado por el coste. “Decía que iba a montar su propio proveedor, una compañía grandísima”, rememora el pionero. Finalmente, llegaron a un acuerdo y le ofrecieron una tarifa plana. Se trataba de Martin Varsavsky, que fundó Jazztel algunos años más tarde.
Con el tiempo, Goya acabó integrándose en la federación EUnet, que funcionaba como un “conglomerado de empresas como la nuestra”. En 1999, la organización europea pasó a su vez a formar parte del operador KPNQWest –fusión de la holandesa KPN y la estadounidense Qwest−, donde el informático ejerció posteriormente como vicepresidente europeo senior. La compañía solicitó a sus administradores la declaración de bancarrota en 2002. Fue la primera quiebra de un gran proveedor fruto del estallido de la burbuja tecnológica de los 90.
Esteban recuerda con cariño el tiempo que pasó en Goya. Considera que aquel grupo de pioneros eran “unos creyentes” que soñaban con que internet cambiara sus vidas mientras disfrutaban impulsando su evolución. “Algunos profesionales del ‘marketing’ vaticinaban que un día la gente llevaría no sé cuántos megas en el bolsillo y yo pensaba: ‘No saben lo que dicen, ¡con lo que cuesta eso!’”. Hoy, la Red de redes ha cambiado sus vidas y pueden comprarse un pincho USB. Solo había que darle tiempo.
-------------------------------------------------------------------------------------------
Las imágenes de este artículo son cortesía de Juan Antonio Esteban menos una, propiedad de Dave Fischer