Sí, “se podría” reconectar internet por iniciativa ciudadana. Al fin y al cabo es una red distribuida y no hay ningún tipo de control globalizado, aseguran a HojaDeRouter.com expertos de la Universidad Pública de Navarra (UPNA). En otras palabras, ninguna persona o institución es dueña de internet, ningún poderoso podría apretar un botón y hacerla desaparecer por completo, “así que cualquiera podría montarse su propia red”.
Más allá de conspiraciones, la nuestra es solo una hipótesis, una pregunta que intentamos responder de la mano de expertos para saber cuáles serían las opciones de los internautas si en algún momento sucediera. Hay que tomárselo como lo que es: un ejercicio teórico sin malicia.
Obviamente, lo primero que debemos tener en cuenta es que “cortar” internet es bastante complicado. Un gobierno tendría que ir desconectando todos y cada uno de los cables que unen unos 'routers' con otros. El proyecto militar Arpanet, del que precisamente nace la red global que todos conocemos, fue diseñado para que la conexión se mantuviera en caso de que algún elemento de la red fallara (por ejemplo, si algunos de esos cables fueran cortados). Afortunadamente para nosotros, no existe un botón de ON y OFF.
Para echar el cierre a internet, un gobierno tendría también que contactar con todas las empresas que ofrecen servicios de telecomunicaciones en su área y pedirles (o exigirles) que cesen sus operaciones. Además, tendría que cortar las comunicaciones vía satélite que ofrecen otras compañías desde otros países. “Es algo realmente complicado”, confirma a HojaDeRouter.com Santiago García Jiménez, profesor del área de ingeniería telemática de la UPNA.
Empezando de cero
Obviando las enormes dificultades, si algo similar ocurriera, ¿por dónde tendrían que empezar los ciudadanos a reconstruir la Red de redes? Lo primero sería organizarse por vecindarios, por barrios, y conectar los 'routers' de las viviendas unos con otros, “haciendo que cada uno de ellos detecte otra serie de 'routers' (formando una red) y se comunique con ellos”, nos explica un investigador de la Universidad Politécnica de Madrid.
Es posible utilizar un ordenador que funcione como nodo, como nexo de unión entre varios 'routers' de una misma red. Una máquina que haga de intermediario entre esos enrutadores para asegurarse de que los paquetes de datos llegan a su destino sin complicaciones.
Para que nos hagamos una idea, la situación sería muy similar a la que se produce cuando varios amigos crean una red privada, en una habitación, para experimentar; o parecida a la red privada de una empresa a la que solo tienen acceso sus trabajadores. Una red totalmente independiente de las empresas de telecomunicaciones, cuyos ordenadores se pueden conectar mediante cables, a través de wifi o por radiofrecuencia.
Primero edificios, luego calles, después barrios... Pero, ¿hay un límite? En principio, y antes de entrar en los detalles, se podría decir que no. Podríamos seguir uniendo ordenadores hasta que nos cansemos si esa conexión entre 'routers' se hace en forma de malla. Un 'router' se conecta a otros tantos, y cada uno de ellos se conecta a su vez a otro grupo. De ahí que si una de las conexiones se rompe, como explicábamos al comienzo, no afecte al conjunto.
Solo algunos 'routers' estarían conectados por cables. Lo más efectivo sería que los vecinos de cada edificio se conectasen mediante wifi y, después, los edificios se conectaran entre sí a través de emisoras de radio, que tienen más alcance.
Principales problemas
¿Uno de los inconvenientes de esta situación? Que todos los ciudadanos que se unieran para reconstruir internet tendrían que solucionar por su cuenta los problemas que habitualmente corrigen las compañías de telecomunicaciones. “Por ejemplo, el cable transoceánico, mediante iniciativa ciudadana, sería imposible de recrear o arreglar”, explica García Jiménez, “pero, tal vez, una conectividad casi total en España sí que se podría conseguir”.
Por otro lado, habría que invertir mucho dinero para montar de nuevo toda la infraestructura que actualmente se utiliza, y es posible que no lograsemos reunir todos los materiales necesarios, es decir, que no tuviéramos acceso al mismo 'hardware' que utilizan las grandes empresas.
Aunque conectar ciudades entre sí sería fácil si pudiéramos utilizar los cables telefónicos, imaginemos que esos cables también los han quitado (es mucho imaginar, pero en eso precisamente estamos). En ese caso, habría que volver a realizar toda la instalación. “Puede hacerse, pero es difícil a nivel técnico y económico”, señala García Jiménez.
Lo verdaderamente difícil es lograr el mismo despliegue que tienen las operadoras de telefonía, de gran capilaridad y que llega a todos los usuarios finales. Además, suelen utilizar cableado y fibra óptica, que es más potente que la señal de radio y más fiable (pero también mucho más caro y complejo de instalar).
El principal problema son las distancias. Si nos conectamos al wifi de nuestro edificio todo va bien, la conexión es buena. Si queremos conectar ese edificio con el de al lado también estará todo bien, pero si vivimos en un valle, en medio del campo, aislados o muy alejados de otros edificios, ¿cómo nos conectaremos con ellos? Otro profesional de la UPNA explica que sería necesario instalar enlaces inalámbricos de muy larga distancia.
La cuestión es que a medida que aumenta la distancia, los equipos se encarecen. Tendrán que ser más potentes y más complejos cada vez. Si tenemos una montaña en medio de la zona de conexión, por ejemplo, habrá que instalar un repetidor en la cima. La cosa se complica.
Por otro lado, si esa desconexión ocurriera a la vez en otros países, como Francia, y los ciudadanos españoles quisieran estar conectados con los franceses, es posible que surgiera un problema organizativo. Un problema relacionado con el número que le hemos asignado a cada ordenador. En España habrá un ordenador que utilice la dirección IP “10.0.0.1”, otro la “10.0.0.2”, otro la “10.0.0.3”... Pero, ¿y si en Francia también han optado por esa numeración? Todo sería cuestión de ponerse de acuerdo para no repetir 'nombres'.
¿Dónde están mis webs favoritas?
Las trabas no terminan aquí. Si construimos internet desde cero, ¿tendremos que olvidarnos de las páginas que visitamos habitualmente? Evidentemente. Si quisiéramos tener algo similar a Google o a Facebook, alguien tendría que programarlo y alojarlo en el ordenador preciso para que haga las veces de servidor.
Los servicios más populares se podrían reemplazar con 'software' libre, al margen de cualquier tipo de empresa o industria. Al fin y al cabo la mayor parte del contenido de internet no lo ha generado una empresa, sino la gente. “Así que no veo problema en volver a llenar esa red vacía a partir de una iniciativa ciudadana”, afirma García Jiménez.
La creación de esa nueva internet sería un proceso largo, que se llevaría a cabo poco a poco. Este tipo de redes son muy modulables: podrían empezar a la vez desde sitios muy diferentes, localizados e incluso aislados, e ir conectándose de forma más amplia paulatinamente, cuando las infraestructuras a nivel local estuviesen consolidadas. En ese momento, la comunicación podría volver a ser global, pero tal vez hubiera sido más sencillo echar a los dichosos gobernantes que empezaron todo esto.
!Ah! Una cosa más: recuerda que era solo un ejercicio teórico. Cualquier parecido con la realidad, presente o futura, es pura coincidencia (¿o no?)
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