El magnate que ha inundado la Red con sus pintadas de Assange o Pablo Iglesias

Edward Snowden, Julian Assange o Kit DotcomJulian AssangeKit Dotcom están inmortalizados en un muro, en los tonos que separan el blanco y el negro, con retazos de rojo sangre. Te has topado con ellos cientos de veces en internet, el lugar en el que se han convertido en iconos.

Su creador ha dibujado los rasgos de otros individuos que forman parte, para bien o para mal, de la historia reciente, de Karl Marx a Angela Merkel, de Mahatma Gandhi a Pablo Iglesias, de Albert Einstein a Steve Jobs, de Muamar el Gadafi al papa Francisco, de Frida Kahlo a Amy Winehouse.

Las decenas de pintadas reposan en una galería virtual: una cuenta de Flickrcuenta de Flickr. Medios y blogs de todo el mundo las descargan cada día, aprovechando la licencia Creative Commons. Sin embargo, fuera de la Red, también puedes contemplar gratuitamente esos semblantes. Solo tienes que viajar a un museo de arte contemporáneo apocalíptico, anárquico y con un toque de terror gótico situado en Saint-Romain-au-Mont-d'Or. En este pequeño municipio francés, situado cerca de Lyon, se alza la siniestra Morada del Caos.

Un “'Indignez-vous!” gigante pide al visitante que se enfade mientras recorre esta enorme finca al aire libre. En sus muros, decenas de retratos conviven con calaveras de 3,3 metros de altura que nos recuerdan la brevedad de la vida, con los cadáveres de un helicóptero y varios coches estrellados, con una fuente que emana agua teñida de púrpura o con bidones radiactivos en desuso. Grabados masónicos, quince pasos de un extraño Vía Crucis de metal y el '999', la cifra invertida de la marca de la Bestia, escritos por todas partes, son algunos de los símbolos de esta tétrica residencia.

Así que Mark Zuckerberg, Rafael Correa, Raúl Castro, el dálai lama y Elon Musk habitan en un oscuro templo que se ha convertido en un “monstruo devorador e insaciable”, según Thierry Ehrmann, el creador de la Morada del Caos y propietario de esa popular cuenta de Flickr. Hijo, nieto y bisnieto de coleccionistas de arte, este cincuentón se define como artista por vocación, coleccionista por herencia y emprendedor por naturaleza.

EL COLECCIONISTA DE ARTE QUE DECIDIÓ VIVIR EN EL CAOS

Thierry Ehrmann es el fundador de Artprice, un inmenso banco de datos sobre la cotización y los índices del arte asociado con más de 4.500 casas de subasta de todo el globo. La empresa ha recogido información sobre más de medio millón de artistas, además de conservar catálogos y manuscritos del siglo XVIII que este artista ha ido recopilando desde que fundara la compañía en los años 80.

Historiadores, sociólogos, economistas o periodistas forman la plantilla de Artprice. El medio centenar de trabajadores desarrolla su labor en la propia Morada del Caos. Bajo el improvisado helipuerto, se sitúan los enormes servidores que almacenan más de 100 millones de imágenes y litografías de artistas. Las oficinas donde los empleados trabajan están instaladas en el centro de un complejo presidido por un inmenso grafiti que grita “No nos pararán” en castellano.

Demeure du Chaos es la sede de una empresa valorada en 87 millones de euros, un museo los fines de semana y la residencia del propio artista que decidió transformarla en su mayor proyecto y en el hogar de su “clan”. Una obra que encierra a su vez miles de obras, reales y digitales. “El verdadero arte es el de hacer de la vida y su ser entero una obra de arte. Al principio vivía en la Morada del Caos. Finalmente, ella vive en mí ”, asegura Thierry Ehrmann a HojaDeRouter.com.

En 1999, se le ocurrió transformar su mansión del siglo XVIII, erigida sobre lo que fuera un templo protestantetemplo protestante, en un “agujero negro, un pasaje en un pasillo que ya no obedece a las leyes de la física cuántica”. Comenzó colocando una salamandra de acero, uno de los símbolos de los alquimistas por su supuesta resistencia al fuego. Desde entonces, ha creado 5.400 esculturas y 1.200 retratos5.400 esculturas y 1.200 retratos.

Ochenta nuevas obras de arte se suman cada año al provocador desorden generado por un artista tachado de masón por algunos medios y de seguidor de varias religiones y corrientes, desde el catolicismo a la alquimia, por otros.

No realiza personalmente todas las obras. Él las idea, otros ejecutan. “Soy el único autor de todas las obras, como artista visual y escultor”, defiende. “Como describe la tradición de la historia del arte, tengo efectivamente un número de empleados que, a partir de mis bocetos, dibujos, 'collages', con la descripción de la forma, el objetivo y el medio, llevan a cabo el plan de trabajo”.

Ahora bien, ¿cómo elige a los personajes que va a retratar en sus muros? ¿Qué une a Nelson Mandela, Ai Wei o Bachar el Asad? “Tienen en común la matriz de lectura onírica salida de mi mundo mental, donde yo percibo el mundo de acuerdo a mi propia sensibilidad como artista plástico”, defiende Ehrmann.

Los ataques del 11 de septiembre le hicieron pensar que las imágenes que circulaban desde los atentados habían destruido el concepto lineal de la historia. La supremacía de Occidente llegaba a su fin. Así que decidió permanecer alerta sobre el presente y retratar las grandes tragedias mundiales y a sus culpables, como Anders Breivik, además de a sus víctimas, como el pequeño Aylan.

A lo largo de los años, Ehrmann ha “codificado” los retratos de las figuras que, según sus suposiciones, pasarían a la historia en los medios. Sus ayudantes han pintado los atemporales retratos de esos líderes, sin título ni leyenda, que después los medios de comunicación han utilizado para ilustrar diferentes noticias a lo largo de los años.

Según este artista, los medios están inconscientemente reviviendo con ello la tradición del retrato que no solo expone al personaje y su contexto, sino que posee un “alma adicional que el objetivo de la cámara no puede reproducir”.

Al fin y al cabo, no es lo mismo ver una foto de Benjamin Netanyahu que contemplar un retrato monocromo de su colérica expresión enterrada en pintura roja. Eso sí, por mucho que sus paredes estén dedicadas a los líderes contemporáneos, Ehrmann dice creer en el poder del arte, “infinitamente superior a la mediocridad de los políticos”.

INTERNET, METÁFORA DE LO DIVINO

Ahora bien, ¿por qué ha decidido Thierry Ehrmann compartir esas pintadas por internet en lugar de hacer caja con ellas beneficiándose de su éxito en la Red? “Como exmagnate de prensa de una de las mayores agencias de noticias fotográficas europeas [poseía el 25% de las acciones de la desaparecida Editing], sólo quería ofrecer a los periódicos de todo el mundo, los medios impresos y audiovisuales, la gratuidad absoluta, que es la filosofía que he edificado en la Morada del Caos”, explica el empresario.

Apostó porque su compañía tuviera presencia en internet desde sus comienzos y ha decidido trasladar su pensamiento combativo al resto del mundo a través de la Red. No en vano, uno de sus padres fundadores, Vint Cerf, también está retratada en esta Morada. “Estoy convencido de que internet es una metáfora de lo divino, sino del mismo Él/Ella/Ello”.

Aunque los internautas disfrutemos del museo virtual de Ehrmann, los que no están tan contentos con su proyecto son sus propios vecinos, que se han quejado de tener que vivir al lado de una residencia que debe de poner los pelos de punta al más valiente cuando cae la noche.

En 2009, el Tribunal de Casación de Francia ratificó una sentencia de un tribunal de Grenoble que instaba a Ehrmann a restaurar la mansión a su estado original por incumplir el código de urbanismo, fijando una multa de 75 euros al día si Ehrmann no destruía su gran obra. Cuatro años después, decidieron multiplicar esa sanción diaria por diez, aunque el artista ha conseguido finalmente que el Tribunal de Casación anule ese aumento, ya que padece una enfermedad maníaco-depresivaenfermedad maníaco-depresiva que requería la presencia de un médico en las audiencias.

Además de la pasión por el arte, Ehrmann heredó de sus antepasados un trastorno bipolar. Asegura que sus centenares de obras son “la historia personal de la enfermedad mental” que padece, y dice haber escuchado al mismísimo Van Gogh en su mente gritando que el arte era el mejor pararrayos para su locura.

Ehrmann todavía tiene once procesos pendientes con la justicia, y ha presentado su lucha por mantener en pie su Morada del Caos como un combate por la libertad de expresión. Señala que 120.000 visitantes acuden cada año para contemplar sus obras y 180.000 personas han firmado su petición para conservar el museo.

“En la noche más oscura, después de que los humanos se hayan ido, nosotros vemos, a lo lejos, en el oscuro camino de la locura, una luz divina.... Y ahí es donde el principio de la Obra comienza”. Esté en lo cierto o no, este artista emprendedor ha conseguido atraer las miradas de los moradores de la Red hasta la lóbrega residencia en la que vive, trabaja y plasma los rostros de los grandes personajes de nuestro tiempo. Así que, cuando te encuentres con ellos en tu viaje por los desastres del mundo a golpe de clic, ya sabes que son obras de la caótica mente de un artista que contempla el presente desde su propia perspectiva.

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Las imágenes que aparecen en este artículo son propiedad de Thierry Ehrmann (1, 2, 3, 4,5, 6, 7, 8 y 9)123456789