En una era en la que los libros están prohididos, varias personas se esconden en un bosque huyendo de la represión. Tratan de mantener viva la cultura y, para ello, memorizan una historia que va más allá de la propia vida: son las personas-libro. A grandes rasgos, esta es una parte del universo que crea el escritor Ray Bradbury en una de sus obras más conocidas, Fahrenheit 451, un texto de referencia en la ciencia ficción que fue llevado magistralmente al cine por François Truffaut.
Hace unos años, el profesor y dramaturgo Antonio Rodríguez se reencontró con la historia de esa angustiosa sociedad en la que los libros acaban en la hoguera. Se preguntó cómo sería si realmente esos salvadores que habían surgido de la imaginación de Bradbury existieran de verdad. Así fue como nació el proyecto Fahrenheit 451 (las personas libro) que trata de que, al igual que ocurría en la novela, los individuos se reconozcan en algún texto - no es necesario que sea el libro entero -, lo memoricen y lo puedan recitar en voz alta para los demás.
“Se me ocurrió que cualquiera pudiese elegir un texto, el fragmento del libro que más les gustase con la idea de que cada uno aportase con lo suyo, crease una actitud, un gesto simbólico”, explica el profesor a HojaDeRouter.com. “Sólo hay dos cosas que deben tener en cuenta: todo el mundo tiene capacidad para elegir el texto que desee y utilizar la 'palabra vinculada'”.Con este último término, Rodríguez se refiere a contar los textos de manera que el narrador se implique verdaderamente en lo que dice para conseguir no sólo llegar al oído, sino también “al corazón” de las personas que escuchan. “Yo en las escuelas doy la imagen para el concepto comparándolo con el chocolate fundido. La idea es no colonizar a nadie con la palabra, sino entregarla”.
De este modo, el profesor ha ido difundiendo el proyecto por todo el mundo. Ha visitado escuelas, centros penitenciarios, asociaciones de mujeres maltratadas... De manera que cada persona se encontraba con un texto, una palabra, una idea.
“Recuerdo que llevé este proyecto a mujeres presas en la cárcel de Panamá. Empezamos primero eligiendo el texto. ¡La de cosas que podías encontrar en un libro!”, reflexiona. “Era muy revelador ver qué elegía cada una porque con muy poco estás contando algo que te toca”.
'Momo', 'Cien años de soledad', 'El Principito', 'El lobo estepario', 'El guardián entre el centeno'... Son sólo algunos de los relatos que, según Rodríguez, más éxito tienen entre las personas-libro. De hecho, cuando se llevó este proyecto a los alumnos de la Escuela de Escritores, la mayoría de ellos eligió alguno de esos títulos.
Con el tiempo, el proyecto ha ido creciendo, y hoy existen varios puntos del planeta que acogen a estos seres literarios. “Hay varios grupos de personas-libro por el mundo, que se reúnen con cierta asiduidad”, afirma el dramaturgo orgulloso. “En Italia han surgido numerosas células en distintas ciudades y barrios que son muy activas y en Andalucía, por ejemplo, hay un pueblo en el que quedan alrededor de un cuarto de hora, dicen su texto y luego cada uno se va. No se aplaude y no se hace ningún comentario. Sólo lo cuentas, escuchas y te vas”.
Para poder reconocerse en esas quedadas, su distinción es muy simbólica: un paraguas naranja que representa el fuego, el mismo que en la novela de Bradbury destruía los libros.
Sin embargo, el proyecto, tal y como relata el profesor, se encuentra ahora en una fase de “búsqueda de ayuda” y “aprovechamiento” de las nuevas tecnologías. “Tenemos una web nueva en varios idiomas donde las personas se pueden registrar y crear comunidades, pero estamos tratando de organizarnos, algo que con la crisis está resultando difícil”, lamenta. Por ello, Antonio Rodríguez anima a participar a todas aquellas personas que quieran colaborar en el proyecto y “hacerlo crecer”. “Sólo tienen que ponerse en contacto conmigo, cualquier idea para conseguirlo, y que cada vez seamos más por el mundo, será muy bien recibida”, asegura.
Y ahora, piénsalo por un momento: ¿qué libro te gustaría ser?
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