“¡Mira ese cuerpo! Lo quiero de regalo de navidad”, dice @SoulsEmily en su cuenta de Twitter. La afirmación va acompañada de la imagen de una chica de espaldas, con una camiseta escotada y unos vaqueros. No se le ve la cara, solo el delgado dorso y la nuca desnudos. Además de la fotografía, @SoulsEmily añade a la frase las etiquetas #thinspiration y su forma reducida #thinspo#thinspiration#thinspo para que otras usuarias puedan encontrarla.
El ‘hashtag’, combinación de las palabras inglesas ‘thin’ (delgado) e ‘inspiration’ (inspiración), es el sello de una funesta comunidad digital a la que muchas se enorgullecen de pertenecer y en la que (lamentablemente) no hay alguien que controle la entrada. Lo usan en su mayoría chicas jóvenes que, con sus imágenes y frases, hacen apología de la delgadez extrema y la pérdida desproporcionada de peso.
Así, se dan ánimos públicamente - “el ocio intensifica la sensación de hambre y las ganas de un atracón, resiste” -, alardean de los gramos ganados a la báscula y exponen las fotografías de sus escuálidos cuerpos o de aquellos que ansían tener: “Dicen que son muy delgadas. Para mí son perfectas”. El fenómeno no solo se ha extendido en casa del pájaro azul, sino también en Instragram o Pinterest, donde utilizan las mismas etiquetas y otras similares.
“Las imágenes asociadas a ‘thinspo’ son más dañinas porque los cuerpos de las fotografías están extremadamente delgados y objetualizados”, explica a HojaDeRouter.com Jannath Ghaznavi, investigadora de la Universidad de California. Ghaznavi y su colega Laramie Taylor son los autores de un reciente estudio que analiza la tipología de imágenes que este tipo de perfiles comparten en Twitter y Pinterest.
En cada plataforma, han seleccionado aleatoriamente 150 fotografías con las etiquetas #thinspiration y #thinspo. Ghaznavi advierte que, aunque el fenómeno no está limitado al sexo femenino, la inmensa mayoría de las publicaciones corresponden a mujeres adultas y jóvenes.
Un dato que avalan otros análisis: según un estudio de la Fundación Telefónica, el perfil típico del usuario de Twitter en España es una mujer de entre 18 y 34 años. Por su parte, un investigación de Business Insider Intelligence revela que el 80% de los usuarios de Pinterest son mujeres y el 30% de ellos tienen entre 25 y 34 años.
La despersonalización del cuerpo
“El contenido consiste principalmente en imágenes que muestran solo una zona del cuerpo, sin que aparezca la cara ni las extremidades”, una consecuencia de la interpretación que hacen de su propio físico. Es a lo que se refiere con “objetualizadas”: a la percepción del cuerpo como un objeto “al que admirar, existente solo para el disfrute de otros”, señala la investigadora.
Una percepción errónea a la que contribuye la difusión de las fotografías. “La exposición continuada a imágenes de partes del cuerpo que son sexuales por naturaleza, como la pelvis, puede favorecer esta creencia”, prosigue Ghaznavi. Estudios anteriores han demostrado que la visión de modelos o cuerpos idealizados puede provocar inseguridades y problemas de autoestima, y muchas personas se creen capaces de conseguir la figura que ven las fotografías.
Los sugerentes gestos de quienes protagonizan las instantáneas también han llamado la atención de estos expertos. “Posan con actitud sexual”, mostrando sobre todo los protuberantes huesos de caderas, clavículas y costillas. “Esto parece constituir su ideal de delgadez; una representación demacrada e insana del cuerpo de una chica”, indica Ghaznavi.
Un carácter explícito que preocupa, dada la cantidades de jóvenes que utilizan las redes sociales. Según un estudio de la asociación Protégeles, el 39% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años pasan más de dos horas al día en estas plataformas y el 91% las visita diariamente.
En este caso, los investigadores han considerado Twitter y Pinterest porque los usuarios interactúan con una amplia audiencia que no tiene por qué pertenecer a su círculo cercano. Por el contrario, Facebook e Instagram están más enfocadas a la relación con personas allegadas (familia y amigos), con las que previsiblemente no quieren compartir estas inquietudes.
También por esa razón, muchos de los perfiles que tuitean los contenidos no muestran ningún nombre propio, sino un pseudónimo. “Las etiquetas iban acompañadas por otras como ‘salud’, ‘fitness’ o ‘huesos hermosos’”, indica Ghaznavi. Esas alusiones suponen un riesgo añadido, ya que puede confundir a quienes buscan esos términos en la red social.
En Twitter, el 8% de las palabras asociadas tenían que ver con los movimientos que apoyan los trastornos alimentarios, como ‘pro-ED’ (del inglés 'pro-eating disorders’). Solo con una búsqueda en español de #thinspiration, encontramos varias alusiones a #proana y #anaymía, las señas de identidad de quienes padecen y defienden los dos trastornos alimentarios por excelencia: anorexia y bulimia. “Debería ser un motivo para que padres y profesionales de la salud estén alerta”, sostiene Ghaznavi, pero una vez conocido el problema, ¿se puede luchar contra él por la vía tecnológica?
Las posición de las redes sociales
“Aunque mucha gente pide legislar y prohibir a nivel estatal para evitar este tipo de prácticas, los servidores pueden estar en cualquier país, por lo que no sirve de nada que sea ilegal en un territorio si alguien puede subirlo a otro servidor de un estado que sí lo permita”, explica Urko Fernández, director de proyectos de la organización Pantallas Amigas.
Al igual que ocurre con las páginas 'pro-Ana' y 'pro-Mía', la publicación de fotografías de cuerpos demacrados no constituye un delito. Sin embargo, las plataformas las consideran generalmente “imágenes de autolesión” y exhibiciones potencialmente dañinas para su comunidad de usuarios.
Instagram ha bloqueado las búsquedas con la etiqueta #thinspiration
Desde febrero de 2012, la política de uso de Tumblr alude a la eliminación de las publicaciones o blogs que “crucen la línea entre la promoción activa y la glorificación de la autolesión”. Algunos meses después, Instagram se subía al carro: no permite las cuentas, imágenes o ‘hashtags’ que “glorifiquen, promuevan o fomenten la autolesión” y anima a los usuarios a que las denuncien.
Además, en esta última plataforma, han bloqueado los resultados para las búsquedas de etiquetas como ‘thinspiration’, ‘probulimia’ y ‘proanorexia’, por promover activamente la autolesión, aunque la red social funciona normalmente para ‘anaymia’ y otras combinaciones parecidas.
En una nueva versión de la 'app', planean mostrar un aviso acompañando a los términos que, aunque no la promuevan activamente, están asociadas a la actividad. “Se mostrará una advertencia que invita a los internautas a buscar información y ayuda sobre desórdenes alimentarios en páginas como nationaleatingdisorders.org”, nos cuentan desde Instagram.
Pinterest ya lo hace. Cuando introducimos la palabra ‘thinspiration’, una nota indica que los trastornos alimentarios “son trastornos mentales que pueden ocasionar serios problemas de salud”, e indican el teléfono y la web de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia Nerviosas.
Twitter advierte al usuario de que, al usar sus servicios, podría exponerse a “contenido ofensivo, dañino, erróneo o inapropiado”. Si publica contenido multimedia “sensible” (como desnudos o violencia), debe indicarlo así en la configuración de su perfil. En el caso de que alguien lo denuncie como inadecuado, se retirará del sitio y se suspenderá la cuenta únicamente “si se determina que infringe la ley”.
Solo aluden a la prevención de las autolesiones en el área de “recursos de confianza”. Se trata de una serie de organizaciones con las que trabajan para “contribuir a la seguridad de los usuarios”, explican desde la red social. “Nos pueden guiar y aconsejar sobre las mejores prácticas”, aclaran.
Los miembros de Pantallas Amigas han colaborado con ellos, “asesorándoles en temas de seguridad y privacidad”, indica Fernández. “Nos suelen enviar las propuestas de nuevas funcionalidades, las analizamos y les damos nuestro 'feedback'”. El experto admite que, en el caso de las publicaciones en pro de la delgadez enfermiza, han hablado del problema “en más de una ocasión”, pero es más complicado atajarlo: “En la mayoría de los casos son legales. Aunque se puedan detectar las imágenes, no siempre se pueden borrar, y por tanto hay que combatirlo de diferente manera”.
En la plataforma animan a notificar los daños autoinfringidos al equipo de confianza y seguridad y a consultar a sus socios para obtener más información. Entre los españoles solo figura la ONG Teléfono de la Esperanza. Una vez denunciado un contenido, los responsables de la plataforma se pondrán en contacto con el usuario que lo ha publicado “para avisarle de que una persona que se preocupa por él les ha indicado que podría estar pasando por un mal momento” y para proporcionarle esos “recursos en línea” y teléfonos donde pedir ayuda.
Prohibir, ¿sirve de algo?
“A día de hoy es muy complicado establecer prohibiciones en este campo”, indican desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE). “Incluso perseguir ciberdelitos tipificados es una labor que requiere un gran esfuerzo de coordinación por todos los que componemos el mapa de la seguridad”.
Fernández cree que cerrar las cuentas de los usuarios tampoco es una solución, porque “acabarán encontrando otro servicio donde crear comunidades para promover esta práctica tan peligrosa”. Por otro lado, el bloqueo de un perfil no significa que el mismo usuario no pueda abrirse otro sin problema.
“Las personas 'proana' o 'promía' cada vez utilizan técnicas más inteligentes para no ser detectadas”, señala el miembro de Pantallas Amigas. Según cuenta, la tendencia más reciente consiste en alejarse de las connotaciones que se refieren a una enfermedad e incluso negar que las apoyan.
“Juegan con la ambigüedad, usan fotos que están al límite de lo que puede ser considerado un cuerpo sano y reniegan de los antiguos movimientos que fomentan abiertamente estos trastornos”, explica. De esta forma, consiguen que no sea tan fácil detectar o borrar los comentarios, cuentas, blogs e imágenes.
¿Sirve de algo eliminar etiquetas o publicaciones?
En cualquier caso, eliminar las etiquetas o prohibir su uso tampoco parece una medida efectiva, ya que “usarían una nueva o la misma en otro servicio donde esté permitida”, indica Fernández. Ghaznavi coincide con él: “prohibir los ‘hashtags’ no va a solucionar el problema” porque siempre pueden cambiar de palabra.
Con las publicaciones pasa algo similar. Aunque las borren, difícilmente “los moderadores de las redes sociales pueden censurarlos al ritmo que se suben y comparten”, sostiene Fernández. Desde INCIBE respaldan esta afirmación y aseguran que controlar la cantidad de contenido que circula en internet a día de hoy es muy complicado (por no decir imposible). “El ingente número de dispositivos desde los que se vuelca información, así como la viralidad inherente al ciberespacio y la naturaleza de la Red, dificultan la labor”, afirman.
La solución ideal, según Fernández, es ayudar las personas que están detrás de las cuentas y que influyen en otras con su comportamiento en la red social. “La reprobación refuerza su idea de que son víctimas de una injusticia y de que no les dejan ser libres y hacer con su cuerpo lo que quieran”, asegura. No obstante, “si conseguimos que superen la enfermedad podrían servir de guía para que otras que antes la admiraban por una causa equivocada sigan su ejemplo saludable”.
“Cada vez hay más casos de personas que se han recuperado de la anorexia que utilizan las etiquetas #thinspiration y similares para promover precisamente esta recuperación”, explica el responsable de Pantallas Amigas. Desde Twitter también nos aseguran que dichos ‘hashtags’ se utilizan cada vez más para denunciar la misma reprobable conducta que promueven en otras circunstancias: “Hemos visto que muchas veces los tuits critican esas prácticas y los grupos activistas antianorexia los usan para llamar la atención sobre su lucha”.
“No creo que este fenómeno pueda evitarse”, opina Ghaznavi. Esto no significa que el control del contenido o las medidas prohibitivas sean inútiles, pero “es más importante la respuesta del entorno cercano que las políticas y leyes que rijan”, dice Fernández. La concienciación desde una edad temprana es básica para evitar que aparezcan estos trastornos. Al fin y al cabo, las redes sociales son solo una ventana por la que asomarse a un problema que va mucho más allá de lo digital.