China es la mayor consumidora de marfil a nivel mundial. Sus habitantes lucen esta especie de oro blanco en joyas que denotan su estatus social o lo adquieren en forma de polvo por sus supuestas propiedades medicinales. El precio se ha duplicado, casi triplicado, desde 2010. Un kilogramo del producto en bruto costaba entonces unos 550 euros, mientras que el año pasado el montante ascendía a 1.540 euros.
Según las organizaciones conservacionistas Save the Elephants y Aspinall Foundation, la situación es insostenible: a los elefantes salvajes africanos podría quedarles tan solo una generación antes de desaparecer totalmente.
La advertencia se basa en los resultados de un reciente estudio, financiado por ambas ONG, sobre la evolución del mercado de marfil en el gigante asiático. La investigación ha revelado que el número de fábricas y tiendas con licencia para vender este género en China se ha cuadruplicado en los últimos diez años.
Si el comercio de animales y productos asociados en puntos de venta físicos no parece disminuir, hay otro tipo de tráfico aún más difícil de identificar y rastrear: el que se produce a través de internet. Una oportunidad para “acceder a un número de compradores aún más alto que en las tiendas tradicionales”, explica a HojaDeRouter.com Tania McCrea-Steele, líder de una investigación llevada a cabo por el International Fund for Animal Welfare (IFAW).
El cibercrimen “es una amenaza creciente”, asegura la experta. La red está transformando la forma de cometer otros delitos (e incluso creando nuevas modalidades) y los atentados contra la naturaleza no iban a ser una excepción.
Los más cotizados: aves y reptiles
Los investigadores han analizado las ventas de 280 tiendas online de 16 países durante seis semanas. De los 9.482 anuncios registrados, el 54% eran de animales vivos. La mayoría de ellos (un tercio) ofrecía explícita o subrepticiamente la venta de marfil; y 2.509 aludían a reptiles, sobre todo tortugas. Junto con las aves, son los productos más cotizados entre los compradores de este tipo de artículos exóticos.
En total, encontraron 33.006 ejemplares de fauna silvestre y artículos derivados, cuyas transacciones están reguladas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES).
El acuerdo constituye la base regulatoria para que la venta de animales, plantas silvestres y productos relacionados no suponga una amenaza para su supervivencia. Establece que las importaciones, exportaciones o introducciones desde el mar que lleguen a uno de los Estados firmantes deben pasar un control. Hoy por hoy lo han ratificado 180 Estados o ‘partes’ (también España) que pueden aplicar normativa específica y exigir una protección especial para ciertos ejemplares dentro de sus fronteras.
Cuando se compra en una tienda un ejemplar de una especie incluida en los apéndices dos y tres del convenio, basta con guardar la factura. No obstante, “los animales del apéndice uno están en una situación crítica, por lo que deben llevar un documento como si fuera un DNI; no se pueden trasladar sin él”, explica el capitán José Manuel Vivas, del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA).
A nuestro país llegan sobre todo animales del sureste asiático, Centroamérica y Sudamérica, donde “es fácil adquirir por dos euros lo que luego aquí supera los 500 o los 1.000”. No obstante, “un animal no tiene que ser exótico para aparecer en la lista”, afirma Vivas. La mayoría de las rapaces españolas están protegidas. Además, no solo es cuestión de vigilar “lo que viene de fuera”, sino también de evitar que se lleven ejemplares. Pone como ejemplo el expolio de aves rapaces que se venden sobre todo en países de Oriente Medio, donde “es un símbolo de estatus”.
Labores de ‘ciberinvestigación’
“Muchos de los anuncios que hay en internet de animales CITES son estafas”, asegura el miembro del SEPRONA. Los falsos vendedores engrosan el valor del ejemplar o del producto y a veces ni siquiera se corresponde con lo que ofrecen. En la operación 'Ocelote', por ejemplo, “lo que se anunciaba eran pieles de ocelote, pero luego resultaban ser de otro felino”.
En el SEPRONA reciben correos de personas que les informan de irregularidades, aunque también hacen sus propias búsquedas de palabras clave. Si finalmente se trata de un delito, deben pedir una orden al juez para hacerse con los datos del anunciante. Desde la Unidad de Delitos Telemáticos les ayudan a obtener una determinada dirección IP o buscar el servidor donde está alojado el anuncio.
“La mayoría de las veces los servidores de las páginas están fuera de España”, explica el capitán. En estos casos, deben implementar las medidas necesarias para intervenir en ese país, “bien a través de la Interpol o mediante contacto directo con otros cuerpos judiciales, a los que les pasamos la referencia para que puedan actuar”.
En otros casos, no se anuncia un ejemplar o un artículo, sino que se vende o se busca directamente el documento CITES que lo acredita. “Ya tienen el animal porque lo han adquirido ilegalmente”, aclara Vivas.
“Una técnica que utilizan los vendedores online es referirse a los productos con denominaciones en clave”online, explica Richard Thomas, miembro de TRAFFIC, una organización dedicada a investigar el tráfico de especies silvestres. “Por ejemplo, en vez de decir ‘marfil’, anuncian huesos de buey”. Suelen usar también medidas para ocultar su identidad: “teléfonos que no están registrados y nombres ocultos”, puntualiza Vivas.
Otra estrategia de engaño es declarar los productos como antigüedades. El comercio de marfil de elefante está prohibido desde 1989. No obstante, el marfil africano introducido en un país antes de esa fecha puede comercializarse dentro de las fronteras nacionales. Algo similar ocurre si el animal es anterior a 1975, cuando entró en vigor CITES. Los loros, por ejemplo, pueden vivir más de 80 años.
Movimientos en las ‘sombras’ de internet
“También trafican a través de la internet profunda”, señala el miembro de TRAFFIC. Se refiere a una parte de la red invisible para la mayoría de los usuarios, ya que las páginas no están indexadas en los motores de búsqueda tradicionales (Google, Yahoo, etc.), a menudo protegidas con contraseña, con documentos y archivos en formatos no indexables o simplemente información efímera o poco valiosa que los ‘bots’ no se molestan en examinar. “Aquí hablamos de profesionales que buscan un determinado producto que también ofrece un profesional”, explica Vivas.
McCrea-Steele y su equipo han rastreado las webs ubicadas en la internet 'superficial', la que sí vemos. “El tipo de página que domina el mercado es distinto en cada Estado, y no hay ninguna que tenga el control absoluto a nivel internacional”, afirma. El 43% eran rusas, un dato que los investigadores aseguran haber trasladado a las autoridades del país. “Cualquier página es susceptible de ser utilizada para el comercio de ejemplares o productos”, asegura Thomas.
Aunque no hay ningún site que destaque por su concurrencia, eBay suele situarse en la parte alta de los rankingsrankings. “Es una de las plataformas más populares de internet, por lo que no es de extrañar que algunos de los clientes lo hayan usado para traficar con productos derivados de la fauna salvaje, violando muchas veces la propia política de la web”, indica la responsable de IFAW.
Sin embargo, sus creadores ya han incluido filtros para los anuncios de artículos ilegales. “Tenemos contactos con los propietarios de este tipo de páginas y suelen colaborar cuando les hacemos una indicación de que hemos visto algo sospechoso”, asegura Vivas. Por ley no pueden facilitarles los datos de los usuarios, lo que a veces “supone un obstáculo para la investigación”.
La venta de marfil a través de eBay ha disminuido considerablemente en países como Holanda, Francia, Bélgica y Canadá, donde está prohibida expresamente. En Reino Unido el número de anuncios ha aumentado de 256 a 376 desde 2008. “Creemos que se debe a que en este país el comercio de marfil es una tradición histórica”, señala la responsable.
En China, que se lleva la palma en la venta del material, la página con más anuncios (1.115) es Baidu Tieba. Allí, el principal método de comunicación entre compradores y distribuidores son las redes sociales. Los vendedores dejan su alias en la aplicación de mensajería QQ o WeChat.
Otras plataformas utilizadas en varios países donde se venden sospechosamente artículos y ejemplares son parrot4sale.com (con 22 anuncios en Francia, Reino Unido y Holanda) y slando.ua y slando.kz. Aparecían 433 anuncios en ambos sites de Ucrania y Kazajistán.
Paquetes de contenido sospechoso
No está muy claro cómo se hacen los envíos, aunque la mayoría llegan a sus destinatarios por medio de un mensajero y a través de compañías logísticas, que muchas veces ni siquiera comprueban los productos que trasladan. Vivas afirma que en España muchos ejemplares pequeños y piezas viajan incluso por correo ordinario. “Es un área donde puede intervenirse”, afirma Thomas. Los miembros de TRAFFIC realizan campañas de información para estas empresas. En China, las consecuencias de participar en los delitos varían desde una multa millonaria al cierre de un negocio.
Los datos recabados por IFAW no son suficientes para determinar la legalidad de cada artículo anunciado en la web, por lo que han trasladado sus hallazgos a diferentes reguladores y organizaciones que luchan contra la ciberdelincuencia y el comercio ilegal de especies.
Los estudios de la organización ya han resultado útiles en otras ocasiones. En 2012, Baidu, el buscador más utilizado en China, cerró 13 foros sobre tráfico de marfil, huesos de tigre, cuernos de rinoceronte y otros productos similares. Y la Agencia de Medio Ambiente del país asiático ha clausurado 628 webs que vendían marfil sin licencia. El año pasado, el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre estadounidense identificó a 154 cibercriminales que traficaban con tigres de Sumatra, leopardos, jaguares, aves migratorias, caparazones de tortugas y dientes de ballena.
IFAW lleva estudiando el tráfico de especies online desde 2004. “Es difícil decir si el problema está yendo a peor”, admite McCrea-Steele, pero asegura que en este último informe han encontrado más animales vivos y partes de ellos en venta que en una investigación similar de 2008. “El tráfico está aumentando su influencia a medida que se extiende el uso de internet”, señala. Lamentablemente, si no se ponen medidas más estrictas, seguirá haciéndolo.
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Las imágenes de este reportaje son propiedad de IFAW.