En la estantería de Morris Villarroel está encerrada su memoria de los últimos cincos años. Un total de 180 cuadernos acogen los ordenados recuerdos que escribió mientras los vivía. En la primera hoja, registra escrupulosamente los alimentos que degusta en sus cinco comidas diarias. En la segunda, las grandes ideas que pasan por su mente. En la tercera, sus planes. En el resto, todo lo que le ocurre cada media hora aproximadamente, desde la clase que ha impartido, el café que se ha tomado con un compañero de trabajo o una visita al zoológico. Diez días después, comienza otro cuaderno.
Profesor de Bienestar Animal en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid, Villarroel lleva años anotando los comportamientos de otras especies, como los de las aves del aragonés desierto de Los Monegros que protagonizaron su tesis doctoral. Fue con la famosa crisis de los 40 cuando decidió documentar su propia existencia en lugar de la de los halcones primilla. “Se me ocurrió que para los próximos 40 iba a tener más detalles e iba a apuntar mejor las cosas que hago, tanto para reflexionar como para tener una especie de mapa de las grandes decisiones he tomado”, explica Villarroel a HojaDeRouter.com.
En lugar de limitarse a amuermar a sus conocidos compartiendo las nimiedades de su vida a través de Facebook, decidió diseñar un método mucho mejor para plasmar sus experiencias: escribirlas en elegantes libretas que pudiera llevar a todas partes. Considera que apuntar todo a mano es más natural que hacerlo en un 'smartphone'. “Un móvil es más difícil de compartir y lo veo más impersonal. Muchas veces [el cuaderno] lo comparto y mis hijos dibujan encima”.
FOTOGRAFÍAS CADA 30 SEGUNDOS PARA REGISTRAR TU VIDA
Este canadiense, afincado en España hace dos décadas, ha perfeccionado progresivamente su 'big data' personal. En la parte superior de cada hoja, escribe hasta cinco palabras clave con los principales eventos que le han ocurrido. Al final de cada libreta, tiene un índice con las 'keywords', que posteriormente pasa a un documento de Excel para analizarlas.
Estudiando 3657 eventos de 2013 pudo saber, por ejemplo, que el 56,8% de sus acontecimientos estaban relacionados con su trabajo y el 32,5% con su vida personal. También pudo conocer cuántas reuniones había mantenido en dicho año o cuántas veces había visto a un amigo concreto.
A estas alturas, te estarás preguntando la finalidad de haber plasmado más de un millón y medio de palabras sobre la vida que él mismo vive. Según Villarroel, le ha ayudado a planificar mejor su existencia. “Apuntar cosas en el cuaderno me ha llevado a ver que todo en la vida puedes prepararlo, hacerlo y repasarlo, y a mí eso me crea felicidad”, defiende.
Precisamente, fue digitalizando su dieta cuando se propuso mejorar sus hábitos alimentarios. Analizó 268 días y se dio cuenta de que es un hombre de costumbres: un 50% de las veces se decanta por un té a media mañana. Los gráficos le han permitido incluso percatarse de que su dieta es poco variada.
Hace año y medio, este apasionado de la cuantificación fue todavía más allá. Se pasó al 'life-logging', el registro visual de su vida, colocándose en la pechera una cámara Narrative que toma instantáneas cada 30 segundosNarrative. Ya ha captado 800.000 fotografías que ocupan más de 600 'gigas' en un disco duro.
Las repasa una vez a la semana, aunque confiesa que se “ha visto desbordado”. Está esperando a que alguien desarrolle un 'software' de reconocimiento de imágenes que le permita clasificar las fotografías y saber, por ejemplo, cuántas veces ha tomado vino. Así que, por el momento, las utiliza solo para revivir acontecimientos.
Si tiene que ir a un lugar concreto pero no se acuerda del recorrido, busca en su cuaderno la fecha en la que fue por última vez. Después, contempla las fotografías correspondientes a ese día y se siente más tranquilo. “Recorro el camino, veo dónde aparqué... De alguna manera he vivido ese momento y, como sé que tengo que hacerlo en media hora, me apacigua un poco, voy más preparado. Es como que ya lo he vivido y tengo una segunda memoria”, explica.
EL EVANGELISTA DEL 'QUANTIFIED SELF' EN MADRID
Hijo de psicólogos, a Morris siempre le había interesado reflexionar sobre los pensamientos. Ahora, ha conseguido desarrollar un singular experimento que le permite descubrir las jugarretas de nuestras memoria. Su libreta, su cámara y su documento de Excel no olvidan. “A veces piensas que pasaron varias cosas en diferentes días cuando todo pasó el mismo día”, señala. “O tú piensas que las cosas ocurrieron en una secuencia y tu mente lo ha cambiado, ha olvidado partes. Eso me intriga, me fascina”.
Si quiere recuperar el día en que nació su hijo, puede hacerlo con todo lujo de detalles. Por eso ni a su mujer ni a sus vástagos les molesta su obsesión por anotar y fotografiar. También ellos han acabado dependiendo del cuaderno para organizar qué van a hacer el fin de semana.
Ahora bien, ¿cómo se toman sus compañeros de trabajo, alumnos o conocidos que el gran experimento de su vida pase por fotografiarles? Obviamente, Morris ha estudiado sus reacciones. Según las estadísticas que maneja, el 10% se muestran entusiasmados cuando les pide permiso para usar su cámara, el 10% molestos y preocupados por su privacidad y el 80% dudosos. Eso sí, ha notado que hay un escenario especialmente incómodo para la mayoría: “En situaciones alrededor de la comida, a la gente no le gusta que lo lleve, así que no tengo problema: me la quito”.
Aunque ha desarrollado todo sus procedimientos de cuantificación por sí mismo, Morris Villarroel también quiere aprender de otros amantes de la cuantificación. Por eso se interesó por el movimiento Quantified Self movimiento Quantified Self(algo así como “yo monitorizado” en español) que dos periodistas de la revista Wired comenzaron en 2007, con una reunión a a la que acudieron 30 apasionados de los primeros 'wearables'.
Morris ha asistido a varios eventos de Quantified Self Europe en los últimos años para presentar su proyecto vital y ha fundado el 'meetup' Quantified Self MadridQuantified Self Madrid, aunque no ha tenido el éxito que esperaba. Ha celebrado varias reuniones en la propia universidad, pero solo han acudido una decena de personas. Todavía no ha encontrado en la capital de España un grupo de aficionados a monitorizar su vida de forma tan minuciosa como él.
Mientras continúa impulsando esa comunidad, seguirá investigando otros parámetros de su vida con los que experimentar. Actualmente, registra su estado de ánimo cada hora, para después asociarlo con el lugar donde está y con la actividad que estaba realizando. De todo se puede aprender.
“Es interesante para mí ver nuestra conexión frágil entre el presente, el pasado y el futuro. [La cuantificación] te da una forma diferente de gestionar tu tiempo en el presente”, destaca Villarroel. Al término de nuestra conversación, reconoce que había apuntado previamente cuándo iba a tener lugar. Además, ha realizado varias anotaciones a lo largo de la charla. No sabemos si estos datos le servirán en un futuro, pero los tiene registrados. Por si acaso.
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Todas las imágenes de este artículo son propiedad de Morris Villarroel