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El “sistema operativo de la educación” por el que apuesta el padre de Facebook
Con una amplia experiencia a sus espaldas en el mundo tecnológico y después de haber formado una familia, Max Ventilla, al igual que el resto de los mortales, tuvo que enfrentarse a la difícil elección del colegio al que iba a asistir sus hijos. Como no le gustó lo que encontraba, decidió hacer algo al respecto y acabó fundando AltSchool, una red de escuelas que pretende transformar la educación.
Esta organización, que tiene tanto de 'startup' tecnológica como de proyecto educacional, no es un simple conjunto de centros agrupados bajo el mismo nombre. Su objetivo es crear un método y una plataforma que puedan emplear todos los colegios del mundo, es decir, desarrollar una suerte de sistema operativo para la educación global. Sin embargo, han comenzado poco a poco, en tierras norteamericanas, con varias escuelas piloto en las que desarrollar y perfeccionar la tecnología con la que buscan cambiar la educación.
“Empezó con un equipo de educadores y tecnólogos con una pregunta básica y elemental: si diseñásemos la escuela desde cero, ¿cómo sería?”, recuerda para Nexo Alina Politzer, parte del equipo de operaciones y encargada de desarrollar la estrategia operativa de AltSchool. “Incluyeron el rol del profesor y el rol de la tecnología y llegaron a un modelo y a una plataforma. Desde ahí empezaron a crear escuelas y equipo”.
Cuando abrió sus puertas hace ya tres años, AltSchool era solo una escuela de 20 alumnos. Ahora cuentan con 8 centros y más de 400 estudiantes. Sin embargo, lo que más destacan es la tecnología que han estado desarrollando, enfocada en conseguir personalizar la educación para ayudar a los alumnos a exprimir su potencial al máximo.
Una plataforma universal
La plataforma desarrollada por AltSchool incluye varios apartados. Uno de los más importantes es la 'playlist' con tareas. Esta suerte de Spotify con todo el catálogo de clases disponibles permite que se cree una lista personalizada para cada alumno, adaptada a su nivel, su avance y sus necesidades. “Si un alumno aprende mejor de forma auditiva, pues será así la lección para él”, concreta Alina.
Pero esta gigantesca base de datos, a la que estudiantes, profesores y padres tienen acceso, también incluye otros apartados para monitorizar el rendimiento del alumno. Uno de los más importantes es el 'Portrait’, en el que se los profesores crean un perfil de los estudiantes y en el que se pueden observar sus avances tanto académicos como en los comportamientos sociales que este sistema considera claves para que se desarrollen como personas.
“Aunque tengamos metas académicas y objetivos académicos, también tenemos un gran enfoque en la parte socioemocional que puede ayudar a aumentar el éxito académico”, señala Alina. Cualidades y factores como el liderazgo, la disciplina o la impulsividad que pueden fomentarse o controlarse y en los cuales se mide el progreso de cada niño a lo largo de los años.
Para desarrollar todos estas características personales una de las herramientas que emplea esta red de escuelas es el ‘mindfulness’, experimentado con distintas técnicas en función de los profesores que lo imparten. “Por ejemplo, muchas veces les enseñamos a nuestros estudiantes, si están frustrados con algo, que pueden meditar o entender qué emociones están sintiendo”, concreta Politzer.
Además, los padres se reúnen con los maestros continuamente y pueden mandar notas sobre los estudiantes. Así, si el profesor les dice que están trabajando sobre ciertos hábitos, el padre puede comentar que su hijo muestra un determinado comportamiento en casa, implicando a la familia y consiguiendo un retrato completo del alumno.
“Al tener nuestras propias microescuelas, tenemos un entendimiento profundo de nuestros consumidores que otras empresas no tienen”, apunta Politzer. “A mí me importa muchísimo ese enfoque socioemocional. Veo muchos problemas interpersonales en las grandes empresas del mundo que se podrían resolver si tuviéramos una mejor educación socioemocional”.
La organización de las aulas tampoco es la más habitual. Las clases no separan a los niños por edades, sino que mezclan a niños de años diferentes y hay un profesor por cada cinco alumnos. “Hemos podido observar a un niño de siete años ayudando a uno de cinco y ese niño de 7 años está desarrollando habilidades de liderazgo”, señala Alina.
Ante esta distribución, surge la gran pregunta que muchos padres les plantean antes de apuntar a sus hijos a uno de estos centros. ¿Aprenden estos niños los conocimientos requeridos por los planes de estudio nacionales? Alina afirma que sí, pero de una forma diferente. Gracias a su plataforma y a las lecciones personalizadas, cada alumno puede avanzar a su propio ritmo. Aunque al finalizar el curso todos llegarán a los mínimos, también habrán tenido tiempo de profundizar en aquellos temas que mejor se les den y de dedicarle tiempo adicional a las materias que más problemas les generen. Planes adaptados al ritmo de cada uno con el objetivo de alejarse de la concepción imperante que guía a todos los alumnos por una misma senda y a un mismo ritmo y que hace que, en ocasiones, algunos se queden atrás y otros frenen su capacidad de aprendizaje.
Con un equipo formado por ingenieros, expertos en 'marketing' y operaciones y, por supuesto profesores, AltSchool aprovecha el 'big data' para generar clases y métodos cada vez más adaptados. A medida que más escuelas vayan implementando su plan, más información tendrán para afinarlo, recibiendo los resultados en tiempo real.
“El mundo de la educación es muy colaborativo. Cuando hay algo que funciona bien, quieren difundir esa información para que otros maestros puedan usar esa táctica con los estudiantes”, apunta Alina.
Otros grandes de la tecnología preocupados
Las intenciones de AltSchool y su proyecto educativo han llamado la atención de grandes inversores que ya en 2015 aportaban 100 millones al proyecto en una de las mayores rondas de financiación en educación y tecnología. Entre los entusiastas contribuyentes, la firma de capital riesgo Founders Fund, entre cuyos socios se encuentra Peter Thiel, y la Fundación de Mark Zuckerbeg y Melinda Chan —firmes defensores del aprendizaje personalizado, tal y como explicaban en la carta que le dedicaron a su hija al nacer—.
“Nuestra generación creció en aulas donde todos hemos aprendido las mismas cosas al mismo ritmo, independientemente de nuestros intereses o necesidades”, decían en la misiva. “Los estudiantes de todo el mundo serán capaces de utilizar herramientas de aprendizaje personalizados en internet, incluso si no viven cerca de buenas escuelas”.
Al final, ese es el objetivo de AltSchool, en cuya visión de futuro se encuentra la posibilidad de servir de base para la creación de escuelas en medio de la nada, formadas por padres que quieran crear su propia comunidad.
Aún no se ha llegado a ese punto. El proyecto, de hecho, consta de tres fases. La primera, estos tres años con las microescuelas, creando, desarrollando y probando el modelo. La segunda será la de expansión de la plataforma a los colegios privados asociados, con lo que se busca perfeccionar aún más la plataforma pensada para servir de sistema operativo de la educación. La tercera, el desembarco en otros países y en colegios tanto públicos como privados. “Quedan unos añitos”, admite Alina. “Pensamos en el largo plazo. No son cambios hoy para que mañana se olviden, sino que queremos hacer cambios en la educación para siempre”.
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La imagen principal de este artículo es propiedad de Verkeorg
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