Cuando Brett Velicovich se unió al ejército estadounidense después del 11-S, en las Fuerzas Armadas del país de las barras y estrellas todavía no había demasiados drones: solo las fuerzas especiales contaban con algunas unidades. “La primera que vez que vi uno cuando era un joven soldado me quedé impresionado, pensando en cómo podría utilizarlos para proteger a los compañeros a mi alrededor”, explica Velicovich a HojaDeRouter.com.
Sin embargo, cuando dejó el ejército diez años después, tras haber sido analista de inteligencia y miembro de la unidad de operaciones especiales Delta Force, la mayor parte de las misiones ya no se realizaban a no ser que hubiera una de estas aeronaves no tripuladas sobrevolando el perímetro para proteger a los militares en tierra.
Especializado en ataques de drones destinados a eliminar a terroristas peligrosos, la historia de sus años en el ejército y de su participación en el asesinato de líderes terroristas de Al-Qaeda se plasmó en un libro llamado ‘Drone Warrior: An Elite Soldier's Inside Account of the Hunt for America's Most Dangerous Enemies’. Escrito por él mismo y por Christopher S. Stewart, un periodista de The Wall Street Journal ganador del Premio Pulitzer, y revisado por el Gobierno estadounidense para eliminar posible información clasificada, los derechos de su biografía ya han sido adquiridos por la Paramount Pictures que se encuentra produciendo una película sobre su vida. El director será Michael Bay, también detrás de las cámaras en títulos como 'Pearl Harbour', 'Armageddon', 'La Isla' o la saga Transformers. “Mi trabajo era cazar a los terroristas más peligrosos del mundo. Si yo te estaba persiguiendo, nunca me verías”, explica este experto operario de drones.
Cuando dejó el Ejército, y tras sufrir, como muchos otros excombatientes, un periodo difícil de adaptación, Velicovich fundó Expert Drones, una compañía que se dedica a la comercialización de vehículos aéreos no tripulados para el público general y que realiza servicios de consultoría. Además, también creó la iniciativa ‘The African Eye Project’ con el objetivo de usar los drones para el bien y, en concreto, con propósitos humanitarios diversos en el este de África.
“La tecnología ha llegado tan lejos en los años más recientes que ya no es solo una herramienta para la guerra, sino que puede usarse para revolver algunos de los conflictos humanitarios más complejos, incluyendo los crímenes contra la fauna, el tráfico de personas o la entrega de material médico a los lugares más inaccesibles”, concreta.
Aún así, Velicovich también mantiene su atención puesta en la evolución del uso de los drones en combate. Y se muestra especialmente preocupado por la falta de inversión gubernamental en los drones de consumo, aquellos que se pueden adquirir en una tienda y que con unas cuantas modificaciones podrían emplearse para matar. “No voy a decir qué modificaciones son necesarias porque no quiero compartir el manual de estrategia con el enemigo”, explica Velicovich. “Pero con acceso al equipo adecuado podría modificar uno fácilmente y usarlo para hacerle daño a alguien”, afirma.
El experto aclara que no lo dice porque lo vaya a hacer, sino porque cree que los Gobiernos, y no solo el estadounidense, necesitan ser conscientes de todas las capacidades de los drones de consumo. “La mayor parte de los países no tienen ni idea de lo que son capaces los drones comerciales porque se han centrado en tecnología militar muy restrictiva como los Predators y los Reapers”, relata.
Sin embargo, este experto no cree que haya que estar asustado de este tipo de tecnología que tan rápidamente ha proliferado (solo en Estados Unidos, en 2016, se vendieron 2,5 millones de unidades de drones, el doble que el año anterior). “No deberíamos estar asustados, porque el futuro de este tipo de drones comerciales es beneficiar a la humanidad. Pero tenemos que ser conscientes de que hay actores ‘malos’ ahí fuera que quizá usen esta tecnología contra nosotros”, explica. “Estoy diciendo básicamente que necesitamos estar preparados con formas para pararlos antes de que algo ocurra”.
Velicovich explica que, por desgracia, ya hay agrupaciones como ISIS que se han dado cuenta de que los vehículos aéreos no tripulados que pueden adquirirse en una gran superficie o en una tienda especializada pueden ser empleados como armas. “Ya los están usando contra tropas en Irak y en Siria”, dice. “Hay más de treinta variantes de drones de consumo modificados por ISIS para atacar distintos objetivos. No son tan capaces como los del gobierno, pero cada día inventan maneras de convertirlos en herramientas más poderosas para usarlos en el campo de batalla”, añade.
Este experto explica que ISIS ha establecido talleres de drones y que en enero creó una unidad en Siria que se dedicaría a entrenar a otros para que aprendieran a modificar estos aparatos para equiparlos con explosivos para destruir objetivos. “La industria del dron está trabajando en soluciones para detectar y derrotar a pequeños drones comerciales y también para controlarlos antes de que puedan hacerle daño a gente inocente”, relata. Sin embargo, en su opinión es necesario mucho más apoyo del Gobierno.
“Los Gobiernos deberían de empezar a invertir mucho más de lo que invierten actualmente en drones de consumo. Y, lo que es más, deberían hacer que los contratistas de defensa del mundo que están construyendo tecnología militar tan restrictiva crearan una división de drones comerciales y que le buscaran un nuevo propósito a la antigua tecnología del Gobierno, que podría reconvertirse en herramientas para negocios”, añade.
A pesar de los peligros de los que él mismo avisa, Velicovich cree que los propios drones que se usan para matar gente acabarán contribuyendo a mejorar el mundo. “Los mismos drones que están siendo utilizados para contraterrorismo pueden emplearse para encontrar a supervivientes en un desastre natural o para ayudar a organizaciones como la ONU a llevar a cabo búsquedas y operaciones de rescate”, concluye.
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Las imágenes de este artículo son propiedad de Brett Velicovich, Andrew Turner y The African Eye Project