Acercando el amor: tecnología para transformar las relaciones a distancia

Antiguamente, las parejas que vivían a distancia tenían que confiar en las cartas o el teléfono para mantener viva la llama del amor. Sin embargo, la revolución tecnológica de las últimas décadas ha facilitado la llegada de servicios de videollamada como Skype o Hangouts, que permiten una conversación virtual más parecida al cara a cara. Junto a ellas, los servicios de mensajería instantánea ayudan a mantener una comunicación más fluida entre enamorados.

Aun así, en muchas ocasiones, estos avances tecnológicos se quedan escasos y no ayudan a mitigar la sensación de que la otra persona no está realmente ahí. Por ello, en el año 2010, el investigador Carman Neustaedter, experto en la interacción persona-ordenador (IPO), fundó el Connections Lab, un grupo de investigación que trabaja en el diseño de tecnologías capaces de conectar a las personas “a través del tiempo y de la distancia”.

“Casi todo el mundo tiene una persona a la que quiere, sea un miembro de la familia o un amigo, que vive lejos. Y como parte de esto, lo habitual es que la gente busque maneras de conectar con esos seres queridos”, explica a HojaDeRouter.com. “Las tecnologías actuales hacen parte del trabajo, pero todavía no consiguen sensaciones tan buenas como lo es estar con alguien en persona. Y aunque puede que nunca alcancemos esa meta, nuestro trabajo intenta expandir los límites de la tecnología para estar lo más cerca posible de ese objetivo”.

En su laboratorio, parte de la Escuela de Artes y Tecnologías Interactivas de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, Neustaedter y un nutrido grupo de jóvenes posgraduados trabajan incansablemente en el desarrollo de dispositivos y aplicaciones que pongan en contacto no solo a parejas, sino también a amigos y familiares que se encuentran alejados, dándoles una sensación de cercanía.

Desde guantes para que la gente pueda sentir el cariño de un ser querido, hasta herramientas para compartir la actividad que el otro está llevando a cabo a miles de kilómetros, estos dispositivos se presentan como el futuro de las relaciones a distancia.

Herramientas para acercar a seres queridos

Cuando Lillian Yang se unió al laboratorio, lo hizo con la intención de aprender más sobre la interacción entre humanos y ordenadores, por lo que se ha centrado en el estudio de la “vida compartida virtualmente”.

“La idea de la 'vida compartida virtualmente' consiste en usar la tecnología para crear la sensación de que la persona amada y tú estáis juntos en casa”, relata Yang. “Cuando las parejas usan Skype, por ejemplo, a veces lo dejan enchufado largos periodos de tiempo, incluso si no están sentados delante del ordenador hablando el uno con el otro”, concreta la científica. De esta manera, pueden sentir la presencia de su pareja aunque se estén dedicando a sus propias actividades.

Con el objetivo de mejorar esa “vida compartida virtualmente”, Yang estudia y desarrolla el uso de la telerrobótica. Si una pareja que vive, por ejemplo, en Madrid, tiene que separarse porque uno de ellos se va a vivir durante un año por motivos de trabajo a, digamos, Nueva York, la persona que se marcha puede dejar un robot de telepresencia en la casa compartida y controlarlo a distancia. “La persona que se ha marchado puede moverse alrededor de la casa compartida usando el robot como su presencia física. Gracias a esto puede ir donde quiera y ver lo que quiera, a diferencia de Skype que está controlado por la persona que se queda”, añade.

Aunque los resultados son preliminares, Yang afirma que uno de los efectos observados es que las parejas se animan a tener conversaciones más serias. “Uno de los problemas con las relaciones a distancia es que los miembros de la pareja tienden a mostrar su mejor comportamiento cuando se comunican con el otro, y esto lleva a una idealización que se rompe cuando la distancia se termina”, relata. “Con los robots, la gente parece más dispuesta a discutir temas complicados”.

Además, la telerrobótica puede funcionar como una alternativa poderosa al lenguaje corporal. Por ejemplo, gracias a esta ayuda mecánica, si una de las dos personas se enfada durante una discusión, puede marcharse, abandonar la sala. Por supuesto también puede volver, como una presencia física, para seguir hablando las cosas o pedir disculpas.

Este tipo de robots de telepresencia ya son una realidad. Según explica Yang, el estudio emplea el modelo Beam+ de la compañía Suitable Technologies, aplicándolo, eso sí, a un contexto diferente al entorno laboral para el que fue concebido. Empleado incluso por el expresidente Obama o Edward Snowden, aunque con una versión más cara y avanzada, este representante robótico puede ser la solución para aquellas parejas que vayan a pasar bastante tiempo sin verse y no tengan problemas de presupuesto.

Guantes con los que sentir

Para Samarth Singhal, entrar a formar parte del Connections Lab representaba una oportunidad de investigar para encontrar la solución a un problema que vive en sus propias carnes. Separado de su pareja y familia, considera que la tecnología todavía puede hacer mucho más por aquellos que están alejados. “Creo que es muy importante estar en contacto y conectado con tus seres queridos. Especialmente aquellas parejas de larga distancia que se encuentran separados debido a obligaciones derivadas de los estudios o de la carrera laboral”, explica a HojaDeRouter.com.

Por eso comenzó a desarrollar los guantes Flex-N-Feel. Cada miembro de la pareja se queda con un par. Uno de ellos, Flex, capta el movimiento y las inclinaciones de los dedos; el otro, Feel, lo reproduce a través de vibraciones de distintos niveles. “Flex-N-Feel es el primer paso hacia la verdadera conexión de las parejas a larga distancia, para poder sentir el tacto del otro y darles el siguiente nivel de presencia”, detalla.

Usando una videollamada para coordinar sus movimientos, estos guantes permiten a la pareja disfrutar de una simulación de la presencia física: chocar los cinco, darse la mano o compartir un toque más íntimo como pueden ser los masajes, las caricias o las cosquillas. Ahora mismo se encuentran trabajando en la siguiente versión, que tratará de responder a las demandas de las parejas que, en un reciente estudio, pedían vibraciones “más sensuales”.

El tacto, sin embargo, no lo es todo. Muchas veces, las parejas que se encuentran separadas sienten que se están perdiendo una parte de la vida del otro. Ahí es donde entra en juego BeWithMe, un sistema inmersivo de comunicación en vídeo. Con él, uno de los miembros de la pareja añade una cámara de 360 grados a su ‘smartphone’ y el otro puede disfrutar de las imágenes en su teléfono móvil. El objetivo es que los enamorados puedan hacer cosas juntos como salir de compras —y poder opinar sobre qué cereales son mejores o el precio de unas deportivas— o acompañar al que se va a hacer deporte —aunque el otro esté en el sofá comiendo chocolate—.

Con el tiempo, Singhal planea integrarlo en alguna plataforma de realidad virtual para que esos momentos compartidos parezcan totalmente realistas. “El objetivo principal de BeWithMe es permitir que las parejas sean parte de la experiencia del otro, en vez de limitarse a escuchar sus experiencias narradas al final del día”, añade.

Compartir actividades a distancia, sentir el tacto del ser querido o fingir, aunque sea a través de la presencia de un robot, que estás en casa. Esos son algunos de los objetivos de este curioso laboratorio de investigación que trabaja para que el número creciente de relaciones a distancia disponga de nuevas herramientas con las que combatir la nostalgia, el echarse de menos y sigan esforzándose por mantener la llama a pesar de los kilómetros.

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Las imágenes de este artículo son propiedad por orden de aparición de Claudia Salazar, Michael Lawton y Suitable Technologies