Mientras los humanos que deciden implantarse tecnología para modificar sus capacidades e incluso para conseguir un nuevo sentido lo hacen bajo su libre albedrío, los animales cíborg no corren la misma suerte. Con distintos niveles de molestia, distintos proyectos ya modifican a los animales probando en ellos una tecnología que, en la mayor parte de los casos, los pone aún más al servicio de los humanos.
“Las investigaciones con animales cíborgs están teniendo lugar alrededor de todo el mundo”, explica a HojaDeRouter.com Sungho Jo, investigador del Instituto Surcoreano KAIST. “Y en el futuro, los animales cíborg trabajarán para los humanos en muchos campos, con aplicaciones médicas o militares”, concreta.
Jo es parte del equipo que ha desarrollado una una interfaz cerebro-ordenador que permite controlar el movimiento de una tortuga y que, en los próximos años, podría adaptarse a otros animales con el objetivo de que sean utilizados para el reconocimiento de áreas o incluso para el espionaje.
Por el momento, y en el caso del sistema concebido para las tortugas, los investigadores han aprovechado la atracción que estos animales sienten hacia la luz. De esta forma, y tras el desarrollo de la interfaz cerebro-ordenador que permite que un humano dirija los movimientos del animal, sobre la tortuga se implanta una instalación electrónica con wifi que traduce las ondas cerebrales de la persona que guía en comandos que dirigen el movimiento.
Pero, ¿cómo guiar el movimiento? Para conseguir que se mueva, además de esta instalación electrónica, al animal se le ajusta un cilindro semicircular con una abertura que se encuentra en la zona de la cabeza y que rota en función de las órdenes cerebrales. El giro del semicilindro hace que la rendija cambie de posición, lo que causa que la tortuga busque la luminosidad y, por lo tanto, modifique su trayectoria.
“Nuestro estudio se enfrenta al problema del control de dos formas fundamentales: en primer lugar nos permite dirigir a un animal sin entrenamiento, de una manera no invasiva y remota, y, además, nos permite hacerlo a través del control de un comportamiento voluntario”, explica a HojaDeRouter.com Dae-gun Kim, otro de los científicos que han tomado parte del estudio.
Dae-gun Kim considera que estas tecnologías se usarán en campos como el militar, pero también en el de la industria o el entretenimiento. Además, cree que existen posibilidades de que, con el tiempo, sean aplicadas a humanos.
Una libélula dron
Los surcoreanos no son los únicos trabajando con animales cíborg. Fruto de una colaboración entre el Howard Hughes Medical Institute (HHMI) y la empresa Draper, el proyecto DragonflEye pretende transformar a las libélulas en drones. Para ello, los miembros del instituto han optado por un acercamiento optogenético, es decir, por la modificación de ciertas neuronas del animal para que se comporten de forma diferente. En este caso, y con el objetivo de controlar sus movimientos, las neuronas modificadas se activarían con estímulos de luz que les indicarían la necesidad de realizar determinados movimientos.
A esta modificación genética hay que sumarle la implantación de una pequeña mochila que mide la actividad de las células cerebrales de la libélula durante el vuelo y que incorpora una cámara para grabar el terreno. Además, es la encargada de lanzar los destellos. “Ahora, Draper está trabajando en la mochila para que lance la luz que haga que las neuronas que hemos modificado genéticamente se activen durante el vuelo, iniciando así ciertas maniobras de conducción”, explica Anthony Leonardo, uno de los científicos del proyecto todavía en desarrollo.
Respecto a los usos, este experto cree que, en unos años, los insectos cíborg podrán tener un gran número de aplicaciones reales. “Un insecto controlado de forma remota se puede utilizar para muchas cosas, básicamente para cualquier actividad para la que usarías una cámara”, concreta. Sin embargo, para el Howard Hughes Medical Institute, el interés del proyecto no radica en sus aplicaciones, sino en las exploración de los principios de funcionamiento del cerebro. “La lógica computacional de cómo el movimiento se genera y de los modelos cerebrales es relevante para todos los sistemas nerviosos, incluido el nuestro”, incide.
Un movimiento por electroestimulación
La aproximación de Backyard Brains con su RoboRoach, el publicitado como el primer 'kit' para crear animales cíborg, también se centra en controlar el movimiento de un insecto, en este caso de las cucarachas. Sin embargo, su objetivo es diferente: lo que pretende el neurocientífico Tim Marzullo, cofundador del proyecto, es que sus robocucarachas sean utilizadas con fines educativos, para mostrarles a los estudiantes cómo funcionan la relación entre estímulos eléctricos externos y las neuronas.
El 'kit', que no incluye a las cucarachas, consiste, una vez más, en una suerte de mochila intregrada por un circuito, una pequeña pila y electrodos que habrá que conectar a las antenas de los artrópodos para transmitirles los impulsos eléctricos que guiarán sus movimientos. Sin embargo, Margullo concreta que esos impulsos solo funcionan durante unos minutos. “Roboroach funciona, pero no de una manera tan buena, solo durante dos o tres minutos, debido a que las neuronas dentro de la antena se adaptan muy rápidamente”, especifica. Tal y como explica, el invento solo es útil cuando se trata de atrapar la atención de los jóvenes y mostrarles un nuevo concepto de ciencia.
Respecto a su traslación a los humanos, en el caso de Roboroach la tecnología que emplean para mover a los artrópodos es la misma que ya se usa en medicina para tratar determinadas patologías. “Ya estamos usando esta tecnología de estímulo de neuronas y tejido cerebral para tratar enfermedades como el párkinson, la depresión o con personas que no pueden oír”, concreta. “Es el mismo tipo de tecnología que los médicos usan para enfermedades cerebrales, pero nosotros lo transformamos en tecnología para el movimiento”.
Proteínas inyectadas en el cerebro de ratones para que generen impulsos neuronales cuando se encuentran en campos magnéticos y el empleo de polillas que, convertidas en el centro de un sistema de conducción, guiarán a pequeños robots hasta determinadas áreas son otros de los proyectos en los que los animales se convierten en protagonistas.
Mezclando biología y tecnología, la futura generación de animales cíborg ya parece estar gestándose con la investigación cerebral y la realización de tareas de reconocimiento o espionaje entre los principales alicientes para su desarrollo.
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Las imágenes de este artículo son propiedad de Draper (1 y 3), KAIST (2) y Blackyard Brains