“El lugar perfecto para aprender”: así es el verano de un becario en Google o Tesla

Cuando Martijn se incorporó a su puesto de becario en Google, una cifra le llamó poderosamente la atención. Seis semanas. Era el tiempo del que disponía este joven diseñador alemán para desarrollar su primer proyecto. “Al principio no podía quitármelo de la cabeza”, reconoce. “Antes de Google, había diseñado aplicaciones enteras en seis días. ¿Cómo se supone que voy a emplear seis semanas en el diseño de una sola página?” Pronto comprendió que en este tipo de empresas hasta el último píxel está sumamente estudiado.

El ritmo de trabajo en el gigante de internet no es un esprint, sino más bien una maratón. “Correr a gran velocidad sobre la línea de meta es gratificante, pero después siempre necesitaba un par de días para recuperarme del todo”, explica a HojaDeRouter.com.

Martijn van den Broeck llegó al famoso buscador tras un largo proceso de selección. Al contrario de lo que mostraba la película ‘Los Becarios’, que marcó un antes y un después en la forma de entender las prácticas en Google, no cualquier persona puede aspirar a hacer prácticas en una tecnológica de primer nivel.

Solo los más cualificados pueden acceder a este selecto club. Estudiantes con un currículum impecable que hayan mostrado su interés por la tecnología de antemano y hayan plantado sus primeros pinitos de forma independiente. Además, las empresas no solo valoran los conocimientos técnicos. Se tienen muy en cuenta el interés y la disposición positiva, una combinación que los de Mountain View han reformulado como ‘googliness’ (traducido por ‘googleza’ en el film) y que está relacionada con que el candidato transmita una actitud acorde a la cultura empresarial de la compañía.

Otra parte reseñable del proceso de selección son las pruebas psicotécnicas y de resolución de conflictos a las que se someten todos los candidatos para comprobar que, aparte de una trayectoria excelente, cuentan con las aptitudes necesarias. Una carrera de obstáculos en toda regla. No en vano, la probabilidad de ser el escogido para unas prácticas es de un insignificante 3,75 %, algo más elevada, eso sí, que la de ser contratado a tiempo completo (por debajo del 1 %).

Como parte de esa minoría excelente, Martijn ha pasado los últimos meses en la sede que los de Mountain View tienen en Múnich (Alemania). Durante su estancia, ha estado trabajando en el diseño del navegador Chrome. “Antes de pasar por Google estuve en IDEO, en San Francisco. Un colega de esta empresa tenía una amiga en Múnich, y ella se animó a ver mi porfolio. Después de eso pasé por un proceso de selección y, finalmente, me contrataron”, nos cuenta.

La experiencia es uno de los factores a los que más peso otorga la firma a la hora de tomar la decisión. También sucedió así en el caso de Alejandra Sandoval, una estudiante mexicana que desde agosto trabaja como becaria en la sede de Tesla en Palo Alto (California, Estados Unidos). “La universidad organizó una convocatoria y yo envié mi CV”, nos cuenta. “Entré en el proceso de selección y, durante la entrevista, les llamaron la atención los sitios donde anteriormente había trabajado”. Fueron precisamente las tablas de Alejandra como diseñadora de interiores lo que permitió que entrase a trabajar en el diseño de la carrocería interna de los vehículos de Tesla.

A pesar de lo alto que está el listón para entrar, de lo difícil que es quedarse y de la guerra por el talento que libran entre sí los gigantes de la tecnología, la impresión de los becarios consultados es que en estas compañías reina un buen ambiente de trabajo en equipo. Al menos hasta el momento, ninguno ha sido testigo de una lucha de egos.

“Nunca he experimentado ningún tipo de competencia entre mis compañeros. Todas las personas con las que he trabajado solo estaban preocupadas por mejorar la calidad del producto. Aquí he descubierto el significado del término ‘googley’, que significa dejar atrás tu ego y ponerte manos a la obra”, explica Martijn.

“Hay gente muy preparada, pero no creo que haya un ‘yo soy mejor, tú eres peor’”, confirma Alejandra en referencia a Tesla. “Si sabes que una persona del equipo es buena, te acercas a ella y sabes que te va a ayudar. Todos a los que he pedido ayuda han sido muy pacientes y siempre han resuelto mis dudas”.

En Microsoft la sensación es similar. Adam Michael Sasine, un estudiante de Georgia (Atlanta, Estados Unidos), está pasando el verano como becario en la sede central de la compañía en Redmond, a poco más de veinte kilómetros de Seattle. “No siento competitividad alguna y estoy en el lugar perfecto para aprender”, sentencia.

Las horas que hagan falta

Una vez dentro, cada becario tiene una tarea asignada, en la mayoría de los casos fija durante el tiempo que permanece en la empresa. Y no, ninguno de ellos se pasa las prácticas sirviendo cafés a los altos directivos.

En el caso de Martijn, su día a día durante más de dos meses ha consistido en el diseño de dos proyectos, cada uno de seis semanas, para el navegador Chrome: “Mi tutor me ayudó a estructurar mis prácticas y se aseguró de que aprendiera sobre diversas materias. Como diseñador de experiencias (‘UX design’) en prácticas, hice la investigación del usuario, esbocé algunas ideas, desarrollé prototipos y finalmente traté de conseguir que fueran aprobados para su implementación”.

Alejandra nos cuenta que su equipo se encarga de desarrollar “algunas piezas que se quieren modificar para el diseño de los tres coches de Tesla”. También destaca la escasa burocracia que deben superar los proyectos antes de ponerse en marcha: “Todo el trabajo aquí es muy rápido. Todo lo que tú diseñas o propones se lleva directamente a producción. No pasa por tanto trámite como en otras empresas”. Adam, por su parte, trabaja como ingeniero de ‘software’ en Microsoft y afirma que se siente muy apoyado por sus superiores.

A menudo, el trabajo bien hecho viene de la mano de un entorno laboral agradable y divertido. Aunque no todos los campus de Google son como el famoso ‘Googleplex’, la sede central en Mountain View, las oficinas de la compañía alrededor del mundo distan de ser el clásico cubículo en el que se encierra durante ocho horas un trabajador corriente. “Una de las cosas que me sorprende de Google es su nivel de eficiencia. Todos trabajan muy bien juntos y emplean cada minuto de su tiempo en hacer algo productivo”, explica Martijn, que durante su estancia ha dedicado a la compañía una media de nueve horas al día.

Adam también trabaja mucho, entre ocho y diez horas al día, pero afirma que el ambiente de trabajo es tan estimulante que ponerse manos a la obra no supone un suplicio. El modelo de Tesla, en cambio, es distinto: el becario es quien decide cuántas horas desea trabajar. “Se puede estar desde tres hasta cinco o siete horas, si es que el tutor que te han asignado te lo permite. Tú decides la hora a la que dejas de trabajar, es flexible. No tienes un horario como tal establecido”, señala.

¿Becarios precarios? Ni de lejos…

Además de lujos y caprichos a mansalva (masajes, comida gratis y un largo etcétera), los gigantes tecnológicos ofrecen a sus becarios unos sueldos muy elevados. Se trata de evitar que los más brillantes se vayan a la competencia en un contexto de batalla campal por el talento en Silicon Valley.

Si bien los estudiantes consultados no han querido hablar de cantidades precisas, se trata sin duda de una alta remuneración. Según la red social Glassdoor, donde los usuarios publican su salario de forma anónima, un becario de Microsoft en el campus de Redmond puede llegar a cobrar hasta 7.000 dólares mensuales, unos 6.180 euros. Una cifra asumible, claro, si se compara con lo que percibe un ingeniero de la empresa, que ronda los 130.000 dólares (114.820 euros) anuales.

En Google depende de la sede, pero las cifras van desde los 3.000 dólares al mes (2.650 euros) en Múnich hasta los 9.000 dólares (7.950 euros) en Mountain View. En Tesla, los datos de Glassdoor hacen referencia a la remuneración por horas. En función del departamento en que se encuentre el becario, puede cobrar entre unos 20 y 26 dólares la hora (17 y 22 euros).

Además, todos los becarios de estas empresas, al igual que en Apple, Facebook o Amazon, cuentan con seguro médico, comida gratis y ayudas al transporte. Sin embargo, la mayoría de ellos no llega al año de trabajo y suelen conservar estas nóminas durante tres, seis o nueve meses en el mejor de los casos. Según un estudio de Linkedin, en las empresas dedicadas a la tecnología alrededor del 30 % de los becarios tienen posibilidad de ocupar un puesto a tiempo completo. No obstante, cuando hablamos de gigantes como Google o Facebook este porcentaje se reduce considerablemente.

Con todas estas ventajas, más de un universitario olvidará la idea de pasarse el verano sumergido en la piscina y pensará en aprovechar esos meses como becario en una de estas multinacionales. No es tarea fácil. Quien quiera cambiar sus vacaciones por una estancia en Google, Tesla o Microsoft tendrá que trabajar duro. Al contrario de lo que sucede en la ficción, pocos pueden aspirar a ser becarios de un gigante informático.

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