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¿Qué fue del coche volador español? No llegó a despegar por falta de dinero

2013. Brasil ganaba la Copa Confederaciones, Benedicto XVI renunciaba y ‘Argo’ triunfaba en los premios Óscar. Aquel mismo año, un joven español, Carlos Matilla, anunciaba un proyecto: el del primer coche volador patrio, el HeliKar. Muchos medios se hicieron eco y publicaron los detalles del futuro invento: que podía alcanzar los 430 km/h, recorriendo el trayecto “Madrid-Barcelona, ida y vuelta, sin repostar”, a 5000 metros de altura.

Con piloto automático auxiliar, ese aparato se podría aparcar en la puerta de casa y despegaría y aterrizaría en vertical. Sería para dos pasajeros, que podrían llevar hasta 40 kilos de equipaje. ¿Fecha de lanzamiento? 2016.

Sin embargo, el año se acaba y el coche volador no ha llegado a los concesionarios o a los aeródromos. “Nos dimos cuenta de que era muy complicado llegar hasta el paso final directamente”, explica Matilla. Así que decidieron ir poco a poco, comenzando con productos mucho menos ambiciosos.

La compañía que iba a ser responsable del diseño y la fabricación de coches voladores 'made in Spain' ahora se dedica a hacer drones. Es la senda que han escogido para llegar al coche volador, o al menos esa es su esperanza.

¿Cómo empezó todo?

Carlos Matilla, ingeniero de formación, se juntó para fundar FuVex con José Joaquín Vila, compañero suyo en la Universidad Politécnica de Madrid. El germen de la empresa fue una asociación universitaria que nació para crear proyectos y participar en competiciones.

“Hicimos un proyecto de un robot submarino que presentamos en Estados Unidos”, cuenta a HojaDeRouter.com. Consiguieron financiación y premios. Al año siguiente presentaron un autogiro para otra competición estadounidense, y fue entonces cuando Vila propuso a Matilla embarcarse en algo más ambicioso.

“Ahí surge la idea de hacer algo diferente. Vimos las limitaciones que tiene el avión: tiene una autonomía muy buena, pero necesita una pista de aterrizaje y despegue”, explica Matilla. “Y vimos las deficiencias del helicóptero, que es inverso al avión: tiene un gasto tremendo de combustible, lo cual redunda en poca autonomía”.

FuVeX (Future Vehicles and Entrepreneurs) nace en 2013, con la idea de crear un vehículo “que cambie el paradigma de volar”. Poco después, varios titulares de prensa recogían el anuncio de un coche volador con denominación de origen española. Algunos reportajes incluso adelantaban que sería Teruel donde se probaría por primera vez el automóvil. Además, aventuraban una fecha: 2016.

No ha llegado a tiempo. Por el camino, sus creadores echaron el freno y decidieron empezar por los drones. Si lograban fabricarlos cada vez más grandes y con mayor autonomía, capaces de recorrer grandes distancias, paso a paso llegarían hasta el coche volador.

Si bien el esperado coche volador iba a tener un peso de “una tonelada y pico”, la primera creación palpable de la empresa ha sido un dron de 5 kilos. Este modelo, el QPCA, les ha permitido ensayar con el despegue y el aterrizaje vertical y vuelo en modo avión, uno de sus objetivos iniciales para el coche, “pero de una forma mucho más sencilla gracias a otro tipo de motorización”.

“A partir de ahí”, explica Matilla, “la idea es escalar hacia arriba, monetizando el negocio y ganando experiencia”. Es la fase en la que se encuentran ahora, con inversión privada y trabajando en un aparato que puede soportar un peso de hasta 25 kilos. “Hemos detectado un mercado interesante”, de precompra por parte de algunas empresas, “y estamos desarrollando ese modelo”. En mente tienen aumentar a 125 kilos “si hay mercado”.

Entre los clientes que podrían estar interesados en estos drones, y en el hipotético futuro coche volador, Matilla apuntaba en el pasado a servicios de emergencias, transporte ejecutivo o empresas de 'oil & gas', que se beneficiarían de un vehículo que, frente al helicóptero, defiende como más seguro, autónomo y fácil de mantener.

Ahora, las explotaciones agrícolas se han convertido en uno de sus principales objetivos. De hecho, el proyecto ha recibido financiación de una aceleradora agrícola, Orizont. La idea es que FuVeX Agro sirva para recoger información sobre los campos, mediante sensores, para que el agricultor pueda ser más eficiente y reducir costes.

La financiación fue uno de los principales escollos para construir el coche volador. “Lo que pedíamos en su momento, si no recuerdo mal, fueron dos o tres millones de euros, así a tocateja”. Aunque se veían capacitados para fabricarlo, tuvieron que conformarse con algo “mucho más asumible”, para ellos y para los inversores. “Si nosotros somos capaces de desarrollarlo y monetizarlo a menos escala, siempre estamos dando seguridad a los que pongan dinero”, afirma ahora Matilla.

El interés por patentar el coche volador sigue ahí, aunque ya no se atreve a dar fechas: “Depende de la escalabilidad, depende de cómo vaya el negocio… Sería muy arriesgado”. Es algo que ha aprendido con el tiempo. “La experiencia es un grado”. Por eso su sendero hacia el transporte del futuro es ahora “un poco más sinuoso, pero creemos que es más seguro. En vez de ir a la montaña, coger línea recta y subirla, ir en zigzag creemos que es más adecuado”.

Lo cierto es que un vehículo tripulado volador tampoco es una idea tan disparatada: muchos pudientes de Sao Paulo van de un lado a otro en helicópteros para evitar el tránsito de la ciudad brasileña. De hecho, hace unos meses, Uber desarrolló allí un proyecto piloto para transportar pasajeros también desde el aire.

Otras compañías, como la estadounidense Moller International y la israelí Urban Aeronautics lo intentaron o lo están intentando, 'crowdfunding' incluido. Y en 2015, la también estadounidense Terrafugia recibió el visto bueno para hacer las pruebas de un automóvil volador que, si diera resultado, estaría disponible en ocho o diez añosdisponible en ocho o diez años. Las noticias más recientes nos llegan desde Holanda: la compañía holandesa PAL-V presentó el pasado mes de agosto un prototipo del PAV-V Liberty.

Seguro que algún día llega, pero 2016 va a terminarse sin que la promesa más célebre de la ciencia ficción se vea cumplida. No mires al cielo de Teruel en busca de coches voladores. Quizá dentro de unos años...

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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, a Carlos Matilla y Twitter