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Juguetes eróticos sin pasar por un 'sex shop': se impone el “hazlo tú mismo”

No está bien visto entrar en un 'sex shop'. En España, si alguien te descubre a las puertas de una tienda erótica, se te cae la cara de vergüenza. Vibradores, consoladores o bolas chinas forman parte de la larga lista de productos que jamás admitiríamos tener delante de familia o amigos.

Para los más cautelosos, que no conservadores, la solución se encuentra en la tecnología: ¿por qué arriesgarte a comprar un juguete si puedes fabricarlo tú mismo? Sólo necesitas una placa de Arduino, unos cuantos cables y un par de sensores. Es más fácil que acabar con los prejuicios.

Así lo han pensado los fundadores de Comingle, la 'startup' estadounidense que pretende enseñar a sus clientes a fabricar juguetes sexuales sin salir de casa. La clave está en el código abierto.

Juguetes 'hazlo tú mismo'

Comingle es el proyecto de tres estudiantes del Instituto Tecnológico de Georgia que decidieron, a consecuencia de un reto, animar a las personas a crear sus propios juguetes sexuales.

Un reto y un par de hormigas, para ser más específicos. Todo comenzó cuando Andrew Quitmeyer, uno de los fundadores, trabajó como informático para la expedición de un grupo de biólogos del Smithsonian Tropical Research Institute en la jungla de Panamá.

Los científicos necesitaban un programa que les ayudara a monitorizar el comportamiento de las hormigas, y Quitmeyer, que tenía conocimientos de robótica, fue el encargado de desarrollarlo. Durante el viaje, el ingeniero se dio cuenta de que los biólogos, como casi todo el mundo, no estaban acostumbrados a fabricar las cosas por sí mismos. De ahí que recogiera el guante que le lanzó, hace un año, uno de los investigadores.

“En uno de esos momentos en los que estaba trabajando con los dispositivos, una de las personas que trabajaba allí vino a mi mesa y me dijo: 'oye, ¿crees que podemos construir juguetes sexuales con estas cosas?' Aquello fue el impulso para que mis amigos y yo decidiéramos seguir con la idea, porque pensamos que mucha gente podría estar interesada en el tema”, explica Quitmeyer a HojaDeRouter.com

Puede que no les falte razón. Según la cadena de tiendas eróticas SexPlace, en España, ocho de cada diez mujeres admiten utilizar algún juguete en sus relaciones íntimas, y los tabús en torno al sexo parecen ir desapareciendo poco a poco. Al menos, así lo ha percibido el equipo de Comingle en Estados Unidos.

“Ahora la gente se ha vuelto menos tímida y se impresiona menos a la hora de comprar juguetes eróticos”, aseguran. “No es que la gente vaya diciendo por la calle 'oye, yo compro juguetes eróticos', pero ya se habla, se hacen revisiones de los juguetes y se ven en lugares tan normales como las farmacias”.

Las ventajas del código abierto

El primer producto que esta joven empresa ha puesto en el mercado se llama “anguila eléctrica”. Se trata de una especie de calcetín, con múltiples conductores, que aplica pequeñas descargas al miembro masculino sin peligro alguno. Sin embargo, lo que más llama la atención son sus componentes: una placa de Arduino, un par de sensores y tres vibradores. Simples y no muy difíciles de encontrar.

“Lo chulo es que con Arduino puedes programarlo tú mismo y contiene sensores extra que puedes conectar con otros sensores”, explica el ingeniero. “Además, al tener tres vibradores, puedes encenderlos a la vez y tener una mayor sensación”.

Esa es una, pero hay al menos otras tres razones por las que el proyecto resulta interesante. La primera es que se basa en código abierto y todo, tanto el 'hardware' como el 'software', es libre: “sabes qué tipos de recursos vas a usar, qué tipo de electrónica tiene, que no estamos poniendo químicos raros”. La segunda es que, por el mismo motivo, cualquiera suficientemente 'manitas' puede modificar el diseño y mejorarlo, o hacerlo mucho más original.

“Y la tercera razón tiene que ver con la sensibilidad. Si por alguna razón tu cuerpo es diferente, y no te van los modelos de los juguetes eróticos que se venden, si tienes un diseño de código abierto, puedes poner tus propios cables, hacer tus propias extensiones, o hacerlo por control remoto”.

Para octubre, los fundadores desean lanzar tres o cuatro productos más y poner en marcha un modelo de negocio bastante peculiar. Aunque Comingle vende el juguete entero, la empresa también ofrece al consumidor la posibilidad de comprar sólo las piezas que necesite o el kit, en el que ya vienen todos los componentes. Y todo ello, además, con las instrucciones de fabricación y montaje.

Este modelo ya lo practican Adafruit y Sparkfun, dos empresas que venden componentes electrónicos más baratos que en otras tiendas, y otorgan a los 'bricomaníacos' las pautas para desarrollar sus inventos.

Fabricar de forma responsable

De acuerdo con los datos de SexPlace, el sector erótico factura en España unos 400 millones de euros. Y entre los productos más vendidos, las bolas chinas y los vibradores ocupan las dos primeras posiciones.

Unos gustos que bien conocen los dos principales fabricantes europeos de juguetes eróticos, la alemana Fun Factory y la sueca LELO, cuyos productos podemos encontrar en cualquier 'sex shop' de nuestro país. Dos empresas que parece no asustarles la amenaza del código abierto.

Según Fun Factory, la clave para hacer frente a Comingle está en la relación que la compañía mantiene con sus clientes. “Estamos muy en contacto con nuestros consumidores. Cuando lanzamos un nuevo producto, antes lo pasamos a un grupo de prueba para que nos den sus opiniones”, señala Simone Kalz, directora del departamento de desarrollo de producto. “Cuando algo no es muy bueno, lo cambiamos inmediatamente y lo probamos y modificamos hasta que nuestros clientes estén contentos”.

A LELO, por su parte, le gusta la idea del código abierto, pero advierte de que la fabricación tiene ser responsable y de calidad. “Todos los que estamos en esta industria tenemos la responsabilidad de asegurar que los juguetes eróticos no sean sólo un intento de una idea nueva, sino también darnos cuenta de que con materiales baratos y recursos abiertos, sin un control de calidad adecuado, estamos poniendo en riesgo la salud de las personas”, señala desde el departamento de marketing y comunicación Katryn Catney.

La aventura de los estadounidenses acaba de comenzar, pero, como en todo, también en el sexo, los consumidores serán los que tengan la última palabra. Clientes a los que podría cautivar el ya famoso “hazlo tú mismo” y su potencial para acabar con el innecesario miedo a entrar en un 'sex shop'.

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Las imágenes que ilustran este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Kevin Hutchinson, blorgggg, Eliazar Parra Cardenas, Jean Baptiste Paris, Ivana, y FUN Factory (imagen cedida por la empresa)