El padre de Blackberry aún tiene un hijo con futuro: el Silicon Valley cuántico

Corría el año 1925 cuando la operadora estadounidense AT&T fundaba los Laboratorios Bell, un legendario centro de investigación en Nueva Jersey que reunió a algunas de las mentes más brillantes de la época para realizar descubrimientos tales como el tubo de vacío, el transistor o la fibra óptica.

En 1955, uno de aquellos científicos, William Shockley, cogió las maletas y se marchó a Palo Alto (California). Era uno de los tres investigadores del centro que había ganado el Premio Nobel gracias a la invención del transistor. Aprovechó ese conocimiento para fundar su propia compañía, la Shockley Semiconductor Company, y aunque la empresa fracasó por su intratable personalidad, ocho de sus empleados decidieron dejar la firma y poner en marcha Fairchild Semiconductor, la empresa de la que saldrían Intel y casi todos los pioneros de Silicon Valley.

Esta fue la historia en la que pensó Mike Lazaridis cuando la compañía que había cofundado, Blackberry, lideraba el mercado de los móviles. En 1999, antes de que Steve Jobs y el iPhone echaran por tierra su negocio y mucho antes de que la informática cuántica llamase la atención de los medios, Lazaridis soñó que el núcleo urbano conocido como K-W (Kitchener-Waterloo) llegaría a convertirse en Quantum Valley.

“Mike Lazaridis entendió que casi todas las tecnologías del presente, desde las comunicaciones inalámbricas hasta el diagnóstico médico, derivaban de una investigación básica y movida por la curiosidad, así que invirtió para crear el primer centro que inspirara y acelerara los descubrimientos en un campo donde un avance puede cambiar el mundo”, explica a HojaDeRouter.com Michael Duschenes.

El centro al que hace referencia es el Perimeter Institute, que él mismo dirige en la actualidad. Según cuentan Jacquie McNish y Sean Silcoff en 'Losing the Signal: The Untold Story Behind the Extraordinary Rise and Spectacular Fall of Blackberry', en 1999, Lazaridis destinó 175 millones de dólares canadienses (algo más de 120 millones de euros al cambio actual) a fundar un centro consagrado a la física teórica.

Tres años después, el cofundador de Blackberry se embarcaba en un proyecto similar con el Institute for Quantum Computing. Con una inversión inicial de 33.3 millones de dólares (cerca de 22 millones de euros), la Universidad de Waterloo sumaba a sus instalaciones un laboratorio dedicado a probar las teorías de los científicos del Perimeter.

Según los autores, Lazaridis volvería a apostar por la física cuántica en 2008, al destinar 100 millones de dólares más (unos 68 millones de euros) a estas iniciativas. Una inversión que realizaba solo un año después del lanzamiento del iPhone y durante la peor crisis de la historia de Blackberry.

El valle de la tecnología cuántica

De acuerdo con Duschenes, todo lo que aprenden los investigadores del Instituto Perimeter está a disposición de otras organizaciones de Waterloo y el resto del mundo, con el objetivo de que pongan en marcha experimentos “que podrían llevar a nuevas aplicaciones y a la creación de nuevas tecnologías”.

Durante sus 15 años de andadura, los científicos del centro han protagonizado avances en el mundo de la computación cuántica - como la corrección del error cuántico o la criptografía cuántica -, la superconductividad - que podría traer consigo avances importantes en medicina - o la energía.

Al mismo tiempo, se han unido con investigadores del Instituto para la Informática Cuántica de la Universidad de Waterloo para poner a prueba las teorías básicas de esta disciplina. “Como ambos centros están geográficamente tan cerca, las ideas y la innovación fluyen más rápidamente que en el mundo académico tradicional”, apunta Duschenes.

Según su director, a pesar de contar con financiación pública y privada, el Perimeter Institute se mantiene como una institución independiente, lo que les permite “moverse más rápido y estar a la vanguardia de la ciencia cuántica”. En su web no dudan en señalar que el promotor del centro es el fundador de Blackberry y que sigue interviniendo para asegurar los recursos del instituto.

Además de los citados centros de investigación, Lazaridis también está detrás de Quantum Valley Investments, una firma de capital riesgo que invierte en 'startups' que ofrecen soluciones basadas en la tecnología cuántica. De acuerdo con Duschenes, estos emprendedores se benefician de que en Waterloo haya un gran número de físicos dispuestos a desarrollar productos innovadores.

La región todavía no ha vivido la llegada del gran avance que traerá consigo la informática cuántica, aunque Dushenes confía en la apuesta de Lazaridis. “Es difícil predecir qué tecnologías saldrán, pero sabemos que las tecnologías verdaderamente innovadoras no pueden ocurrir sin una investigación física básica, excelentes físicos jóvenes y un público dispuesto a abrazar tales innovaciones”.

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