El próximo censo que realice el Instituto Nacional de Estadística (INE), el de 2021, tendrá un componente tecnológico que permitirá dejar atrás los viejos cuestionarios enviados por correo postal. A modo de experimento, la institución pública utilizará el rastro que dejan nuestros teléfonos móviles en las antenas para obtener más detalles sobre la realidad demográfica de la España de dentro de cinco años, especialmente sobre cómo nos movemos.
“Básicamente, los sitios desde donde más llamas son donde trabajas y donde vives”, explica Esteban Moro, experto en análisis de datos y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, a HojaDeRouter.com. Como recuerda el investigador, “cada vez que interaccionas con tu teléfono, se conecta a una antena”. De esta forma, además de las llamadas, el simple acceso a internet a través del móvil se puede utilizar para situarte en el mapa.
Aunque esto pueda activar ciertas alarmas en materia de privacidad, no es la intención del INE vigilar los pasos de cada ciudadano. De hecho, les resultaría imposible aunque quisieran, ya que no obtendrán datos individuales de nuestros teléfonos móviles. “La información de la persona queda completamente oculta, anonimizada. Nosotros queremos datos agregados, datos globales de una sección censal o de un barrio de la ciudad en cuestión”, aclara el subdirector de Estadísticas Sociodemográficas del INE, Antonio Argüeso.
Además, recoger datos específicos sobre los portadores de los teléfonos podría conducir a error. “La información que se almacena es la del titular, que no es necesariamente el usuario”, explica Argüeso.
Hasta ahora, la información acerca de nuestros desplazamientos habituales se obtenía enviando a los hogares un cuestionario con preguntas como el municipio en el que trabajamos, el tiempo que tardamos en llegar o el medio de transporte que empleamos. Esos y otros datos relacionados con la movilidad son los que el censo de 2021 obtendrá gracias al 'big data'.
“Son muy útiles para los ayuntamientos, para las agencias de transporte, ya que permiten saber, por ejemplo, cuánta gente va a Madrid todos los días a trabajar”, explica Moro. Fundamentalmente, se podrán utilizar para delimitar las áreas de influencia de las ciudades.
El INE sabrá también cómo disfrutan los españoles de sus vacaciones. ¿Cuántos móviles cambian una antena madrileña el 15 de agosto por otra situada en Valencia? Ese tipo de preguntas tendrán respuesta, pero una que podría dejar fuera a algunos ciudadanos: los que dejen el móvil en casa para desconectar al cien por cien y esos pocos que aún no lo tienen. Aunque admite que lo han tenido en cuenta, Argúeso no cree que vaya a ser inconveniente. Por ejemplo, “la gente mayor no tiene móvil pero tampoco se mueve”.
Además, al suprimir los cuestionarios, desde el INE reconocen que se perderá algo de información por el camino. En concreto, a partir de las antenas no se puede averiguar detalle alguno sobre el portador del dispositivo. Ni edad, ni sexo ni ocupación. Nada. De hecho, para Moro eso es lo que impedirá realizar un más que improbable censo futurista en el que el 100 % de los datos los extraigan las operadoras.
De la mano de los operadores móviles
Para hacer posible este proyecto, el INE ya está trabajando con los cuatro operadores que cuentan con red propia en nuestro país: Telefónica, Vodafone, Orange y Xfera, que se comercializa como Yoigo. De momento se trata de ir analizando datos y afinar las necesidades de la institución pública de cara a la petición clave, la que se usará para dibujar en el próximo censo cómo nos movemos en 2021.
Tal y como explica Moro, “es un proceso costoso, porque son grandes volúmenes de datos y hay que procesarlos y prepararlos”. A pesar de ello, esta novedad no llegará a costa de un desembolso que deje las arcas públicas temblando.
De hecho, Argüeso subraya que es algo gratuito para el INE: “Nosotros no llegamos a acuerdos comerciales con operadores”. En realidad, se trata de una petición de información pública que las compañías están obligadas a responder sin contraprestación económica. A cambio, eso sí, la administración se compromete a pedir solo lo mínimo e imprescindible.
El nuevo sistema puede incluso abaratar los costes, ya que el simple envío de cuestionarios y las personas que van de puerta en puerta “requieren muchos gastos y muchos recursos humanos”, recuerda Argüeso. En este sentido, se espera que el de 2021 sea el primer censo sin encuestas, aunque los ajustes ya empezaron en pasadas ediciones. El censo de 2001 fue el último en el que se envió la encuesta a todos los hogares y en 2011 el envío se redujo al 10 % de las viviendas.
Argüeso espera publicar algunos datos antes de que llegue 2021. “Esta información es tan rica que, si viéramos que tiene calidad suficiente, yo sería partidario de publicarla antes”, explica. Aún en la lejanía asoma incluso la posibilidad de conocer todos estos datos casi a tiempo real y que las estadísticas, en vez de cada década, se publiquen mensualmente.
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