Los residuos electrónicos, fruto negro del progreso tecnológico, se han convertido en un problema de primera magnitud, no tanto para los productores (nosotros, los habitantes de los países desarrollados) como para los receptores: países en desarrollo que reciben lo que España, Estados Unidos, Francia o Alemania ya no quieren. Regiones enteras se convierten en auténticos y peligrosos vertederos digitales, contaminados por una larga lista de sustancias tóxicas como el plomo, el mercurio, el cadmio o el arsénico.
Cada año se generan alrededor de 40 millones de toneladas de residuos electrónicos a nivel mundial y, según las últimas estimaciones, ascenderán a 47 millones de toneladas en 2017. Desechos procedentes de países desarrollados – en muchas ocasiones ilegales, según las Naciones Unidas - que con toda probabilidad acabarán en países como India, China o Ghana (donde va a parar cerca del 75%) .
Sin embargo, y aunque hasta 2012 eran producidos especialmente por el mundo industrializado, desde 2013 se está apreciando que los propios países en desarrollo también los generan. Solo en ese año (los últimos datos que se conocen hasta el momento) América Latina contribuyó a la creación de 2,85 millones de toneladas de estos residuos.
La caja que fabrica energía
Por suerte, hay quien no solo piensa en la problemática, sino que también aporta ideas para convertir ese inconveniente en un posible beneficio. Es el caso de un equipo de investigación de IBM en la India que ha desarrollado un dispositivo al que han llamado UrJar.
‘Urja’ se utiliza en hindú para hacer referencia a la energía y ‘Jar’ significa caja, explica a HojadeRouter.com Himanshu Raj, uno de los miembros del equipo. De la unión de ambos términos nace UrJar, la caja que proporciona energía. Un dispositivo que utiliza baterías de iones de litio procedentes de portátiles desechados para alimentar dispositivos de baja energía como bombillas (pero también ventiladores o cargadores de móviles, por ejemplo), sobre todo con la intención de alumbrar zonas oscurecidas por la pobreza.
El 40% de la población mundial (y eso incluye una porción significativa de sectores rurales y urbanos de la India) no tiene acceso a un suministro eléctrico fiable, mientras que la cantidad de dispositivos informáticos portátiles que necesitan baterías para funcionar es elevada, tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo.
“El dispositivo UrJar fue creado como un intento de abordar tanto el problema de la pobreza energética como el de los residuos”, explica el profesional de IBM. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esa pobreza energética, cabe destacar que las cinco personas que ya han podido utilizar UrJar - de entre 20 y 45 años, varias de ellas con carrera universitaria y residentes de algunos barrios de Bangalore (al sur del país) – antes de hacerlo se iluminaban con linternas, combustibles fósiles o luces de emergencia. Estas últimas emplean pilas alcalinas que tardan mucho en cargar y que suelen ser caras, por lo que poca gente puede permitírselas.
UrJar es un dispositivo muy sencillo que se carga por corriente alterna y puede conectarse a cualquier elemento (por ejemplo a una bombilla) para funcionar durante aproximadamente cuatro horas. Este dispositivo no ocupa mucho espacio, es fácilmente transportable y está pensado para utilizarse, por ejemplo, cuando se producen apagones (y cargarse cuando hay electricidad). También pretende ser útil para vendedores ambulantes, muy comunes en esa zona, que podrán utilizar UrJar para iluminar sus carros de venta y cargarlo cuando vuelvan a casa después de la jornada laboral.
Para aquellas zonas donde no haya electricidad en ningún momento de la noche, UrJar también puede cargarse durante el día directamente con energía solar en caso de que el dispositivo correspondiente lleve incorporados paneles solares a medida.
Generar los recursos mínimos
Según los investigadores de IBM, el 70% de las baterías de los portátiles desechados sirven para crear un UrJar y podrían alimentar una bombilla LED de hasta 3 vatios (W), un ventilador de hasta 6W y un cargador de teléfono móvil que necesite 3.5W. Este dispositivo, por tanto, es fundamental si tenemos en cuenta que “esa bombilla, ese ventilador y ese cargador del móvil constituyen la necesidad eléctrica representativa de un hogar normal en la India”, explica Raj.
UrJar intenta mitigar los problemas ambientales y económicos asociados a los desechos electrónicos. Por un lado, hace que pueda utilizarse la capacidad de muchas baterías que se desperdiciaría incluso si fueran recicladas de la forma habitual. Por otro, los investigadores creen que la adopción de UrJar a gran escala podría reducir considerablemente y de forma real la prensencia de estas baterías y los materiales tóxicos que contienen en los peligrosos vertederos tecnológicos.
Otros proyectos, no solo en la India, llevan años trabajando en soluciones similares para llevar luz a estos lugares. Greenpeace, por ejemplo, impulsó en 2012 un programa para iluminar Dharnai, un pueblo de la India en la región de Bihar, muy próxima a Bangladesh. La organización apostó por electrificar la zona utilizando paneles solares de forma descentralizada, considerando que esa descentralización lograría que muchas familias que aún vivían en la oscuridad pudieran iluminar sus hogares, escuelas, y centros de salud de forma rápida.
Fue a partir de marzo de 2014 cuando la población de esta zona pudo empezar a disfrutar de forma plena de luz eléctrica para dejar atrás su oscuro pasado. El suministro estable de energía ha mejorado las oportunidades educativas de sus niños, ha posibilitado una mejor agricultura y el desarrollo de actividad empresarial, lo que ha impulsado la economía local para mejorar las condiciones sociales de estos ciudadanos. Dharnai ahora se conoce como el lugar donde no se pone el sol, y las aldeas cercanas quieren replicar su tecnología solar.
Esta es una de las pocas iniciativas de alumbrado que han tenido éxito en la India, pero hasta la fecha no han mostrado resultados tan satisfactorios los proyectos que emplean residuos electrónicos. Hace varios años, más de 75 empresas de reciclaje de residuos electrónicos trabajaban en la India - con capacidad para reciclar hasta 2.300.000 toneladas -, “sin embargo esas compañías funcionaron significativamente por debajo de su capacidad”, explica Raj.
Por si esto fuera poco, casi el 95% del tratamiento de esos residuos queda en manos de distribuidores locales de basura, “lo que plantea problemas de seguridad y salud, ya que la recuperación de ciertas piezas y materiales reciclables sigue un proceso peligroso”.
Para que se generalice una iniciativa esperanzadora, sencilla y barata (cuesta menos que una simple pila) como UrJar, será necesario crear un ecosistema estable que asegure una cadena de suministro de baterías de portátiles desechados, otra para la distribución o venta de UrJar y una más que consiga recolectar los UrJar que vayan desechándose. Si no fuera así, uno de los problemas (el de los residuos) volvería a estar presente, como en un círculo vicioso.
Por supuesto, y más allá de lo que pueda conseguir este proyecto, aún quedan grandes desafíos. Los UrJar solo pueden fabricarse a partir de aparatos que contengan baterías de iones de litio que puedan reutilizarse. Los que no cumplan unos requisitos mínimos seguirán siendo basura, y hará falta que los países productores realicen grandes inversiones para eliminar de forma segura residuos que contaminan los lugares menos favorecidos. Una historia que se complica aún más cuando los productores son los propios países en desarrollo, sin recursos para paliar la situación.
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