¿Qué fue del secretismo de Apple? Del iPhone 6 se ha filtrado casi todo y eso con Steve Jobs no pasaba...

Sucedió con los iPhone 5S y 5C el pasado año. Pudimos verlos en imágenes y conocimos sus prestaciones al detalle – lector de huella dactilar incluido - semanas antes de que Tim Cook las revelase oficialmente en su 'keynote'. Y lleva siendo así, al menos, desde que Gizmodo pagó 5.000 dólares por un prototipo de iPhone 4 que un pobre ingeniero se dejó en un bar de Redwood City, California.

No todas las filtraciones, por supuesto, tienen una historia tan peliculera. De hecho, en los tiempos del 'selfie' y los móviles con cámara en cada bolsillo, la gran mayoría de los rumores proceden de Asia. Como todas las grandes tecnológicas, Apple trabaja con proveedores en China y otros países del continente asiático para reducir costes en la fabricación de sus dispositivos. Y cuando un iPhone pasa por delante de un operario en una fábrica de Shenzhen, es difícil que se resista a echarle una foto, sabiendo que, con suerte, podrá venderla por el salario de toda una vida.

Por eso ya es posible dibujar un retrato robot del iPhone 6 y, de hecho, la web francesa Nowhereelse se ha puesto manos a la obra:

Cuando Tim Cook suba al escenario – seguramente en septiembre, probablemente en el Yerba Buena Center for the Arts de San Francisco – tendrá pocos ases en la manga con los que sorprender al respetable. Los ojos de cada amante de la tecnología del planeta estarán puestos sobre él, pero no tendrá un potente 'one more thing' que sacar de su chistera. Esto con Steve Jobs no pasaba...

¿Cómo es que el difunto fundador de Apple podía exhibir un cartel de 'Top Secret' sin que nadie le reventara la sorpresa? ¿Por qué Tim Cook no logra mantener en secreto los detalles más jugosos?

“No es asunto tuyo”

“Cuando los periodistas se reúnen en el Moscone Center de San Francisco o en el Yerba Buena para las 'keynotes' de productos, los empleados de Apple también se reúnen, a menudo en la cafetería en Cupertino, para ver la misma presentación a través de un circuito cerrado de televisión. ¿Y por qué acuden? Porque también es la primera vez que ellos ven los productos que ese día salen a la luz. Incluso si han trabajado en esos productos, porque es muy probable que solo hayan trabajado en un aspecto concreto y no lo hayan visto completo”.

Es un fragmento de la conferencia que impartió en 2012 el periodista Adam Lashinsky para un seminario de emprendimiento organizado por la prestigiosa Universidad de Stanford. Trataba de explicar que la cultura de Apple se basa en gran medida en el secretismo, tal y como él había tenido ocasión de comprobar durante la investigación para su libro 'Inside Apple: How America's Most Admired – and Secretive – Company Really Works'.

La suya es una voz autorizada no solo por su obra o sus años de experiencia como reportero en Silicon Valley, sino también por su privilegiada comprensión del funcionamiento interno de la compañía. En 2008, predijo que Tim Cook, por aquel entonces un completo desconocido, estaba llamado a ser el sucesor de Jobs.

Él vio como 'iGod' manejaba los hilos de la comunicación interna de forma incluso obsesiva, sabedor de que un secreto mal guardado podía dar al traste con una campaña de promoción gratuita por valor de cientos de millones de dólares. Tras su 'keynote', todo el mundo hablaría de lo nuevo de Apple, si es que lo de Apple era nuevo... Cualquier filtración podía disipar el impacto.

Por eso, como explicaba Lashinsky en la citada conferencia, “parte de la cultura corporativa de Apple y de su forma de hacer negocios es que Apple se guarda secretos a sí misma”. Cada empleado sabe, o sabía en tiempos de Steve Jobs, lo que era imprescindible para hacer su trabajo. “Si tú y yo trabajamos en Apple, pero no estamos en el mismo equipo, lo que tú hagas no es asunto mío y lo que yo haga no es asunto tuyo”.

“Una de las razones de que en Google haya toda esa comida gratis es que los responsables quieren que la gente se reúna y que hablen unos con otros en la cafetería. Que comenten en qué están trabajando porque podría producirse algún aprendizaje fruto de la serendipia”, relataba el periodista. “En Apple, donde por cierto se paga por la comida, no es gratis; no puedes contar a nadie en qué estás trabajando porque se supone que es un secreto”.

Esta cultura empresarial del silencio, según cuenta Lashinsky en su libro, llegaba a extremos enfermizos. Por ejemplo, los ingenieros recibían encargos de proyectos falsos que tenían como único objetivo ponerlos a prueba, comprobar si filtraban algún detalle a los medios de comunicación.

Y a todo ello hay que sumar, por supuesto, un sinfín de barreras físicas, muchas de ellas descritas por Lashinsky y también por Leander Kahney en su libro 'Inside Steve's Brain'. Tarjetas de identificación que solo permiten acceder a cada sala a los empleados autorizados, sistemas de vigilancia, secciones especialmente protegidas como el departamento de diseño, reuniones en las que solo se pueden mencionar temas sobre los que estén al tanto todos los presentes en la sala...

En fin, todo un entramado de medidas pensadas para mantener la información entre las cuatro paredes de la sede de Apple, para que Steve y solo Steve fuera el encargado de dar a conocer las innovaciones de la manzana mordida cuando llegará la hora de la 'keynote'.

Doble o nada

En los orígenes de Apple, como en los de cualquier otra compañía tecnológica y más en aquella época, todo era muy 'hacker' y abierto, siguiendo la filosofía de Steve Wozniak. Pero la cosa cambió muy pronto, o al menos eso aseguran Lashinsky, Kahney y el reputado bloguero Robert Scoble, que en una respuesta en Quora asegura que “esto siempre ha sido parte de la cultura” de la empresa. “En 1977, cuando Apple todavía era una 'startup' de un solo edificio, tenían un cartel en el pasillo que decía 'los labios sueltos hunden barcos' [en inglés, 'loose lips sink ships']”.

“Porque son una empresa de 'hardware' saben que revelar detalles de sus nuevos productos aniquilaría las ventas de los productos existentes”, explica Scoble, “así que incorporaron eso a su cultura desde muy temprano”.

Tim Cook, aunque parezca mentira, también lo sabe, y no ha dejado de darle importancia al factor misterio. En mayo de 2010 prometió que iba a “doblar la apuesta” en cuanto al secretismo, pero lo cierto es que ha perdido la partida contra un cúmulo de circunstancias. Algunos argumentan que Cook no es tan temido por los proveedores como lo era Steve Jobs; otros que simplemente es una cuestión de tamaño y que el actual consejero de Apple no puede controlar a todas las empresas asiáticas que subcontrata.

El caso es que en septiembre, si todo sigue igual, si no hace nada para remediarlo, Tim Cook volverá a subirse al escenario con un 'smartphone' previsible en el bolsillo. No habrá sorpresas. No habrá magia. No habrá “one more thing”. Esto con Steve Jobs no pasaba...

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